El presidente surcoreano, Yoon Suk Yeol, viajó este lunes a Estados Unidos, para una visita de Estado de seis días, en momentos en que los aliados buscan reforzar su cooperación militar ante la creciente amenaza nuclear de Corea del Norte.
Este año, Pyongyang ha llevado a cabo una serie de lanzamientos, incluido un primer ensayo de un misil balístico de combustible sólido. En respuesta, Yoon se ha acercado aún más a su viejo aliado, Estados Unidos.
El viaje de Yoon incluye una cumbre con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, el miércoles, en la que celebrarán 70 años de lazos.
“Los dos líderes pasarán mucho tiempo juntos en el transcurso de numerosos actos (para) celebrar los logros de la alianza entre Corea del Sur y Estados Unidos en los últimos 70 años, e intercambiar puntos de vista en profundidad sobre el futuro de la alianza”, declaró a la prensa el viceconsejero principal de Seguridad Nacional, Kim Tae-hyo, antes del viaje.
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El viaje se produce en un momento en que Yoon tiene que lidiar con la opinión pública surcoreana, cada vez más nerviosa ante el compromiso de Estados Unidos con la llamada disuasión ampliada, en la que los activos estadounidenses — incluidas las armas nucleares — sirven para prevenir ataques contra los aliados.
Según varias encuestas, la mayoría de los surcoreanos cree que el país debería desarrollar sus propias armas nucleares.
Yoon, que será agasajado en una cena de Estado por el matrimonio Biden y visitará la NASA y la Cámara de Comercio estadounidense, debe regresar con “resultados tangibles” de su viaje a Washington, estimó Gi-Wook Shin, profesor coreano de sociología de la universidad de Stanford.
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De lo contrario, se arriesga a debilitar aún más su apoyo público y “la confianza de Corea del Sur en Estados Unidos”, añadió.