En la homilía de este domingo, 23 de abril, desde la iglesia Santa Agatha, en Miami, Estados Unidos, monseñor Silvio Báez exhortó a no desfallecer, no desalentarse, no retroceder ni pensar en el fracaso.
Basando su homilía en el relato de los discípulos de Emaús, luego de que Jesús fue crucificado y que por tal razón iban desalentados, el obispo auxiliar de Managua enfatizó que cuando «nos dejamos dominar por la desesperanza y la tristeza o nos sentimos cansados de luchar, la gran tentación es volver a Emaús, es volver atrás y dejar de esperar».
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Explicando acerca de la conversación de los discípulos, Báez hizo referencia al contexto social, afirmando que es bueno y sano hablar, compartir, discutir de la vida personal y social, ya que afirma que esto «nos ayuda a ser honestos con la realidad, por dura, dolorosa o vergonzosa que sea (…)».
Indicó que pese a la desesperanza que se vive en la actualidad, hay que estar seguros que Jesucristo «no nos hace apresurar el camino, sino que se acomoda a nuestro paso».
«No importa que vayamos caminando despacio. Para Jesús es suficiente que vayamos caminando. A él le gusta cualquier camino nuestro con tal que sea camino», agregó.
Por otra parte y en alusión a los discursos de odio en contra de la Iglesia católica de Nicaragua por parte del dictador Daniel Ortega, monseñor señaló que lo que «impide la presencia de Jesús es el lenguaje hipócrita, la palabra destructiva y el discurso con el que descalificamos a los demás».
«Jesús no nos deja solos»
Aseveró, además, que pese a las situaciones adversas «Jesús resucitado es el infatigable caminante, lleno de amor y comprensión, que camina siempre con nosotros, sin abandonarnos jamás».
«Mientras recorremos los senderos de este mundo nunca vamos solos. La humanidad va caminando en la historia, a veces con mucha incertidumbre y fatiga, pero nunca en completa soledad. Los pueblos caminan llenos de dolor y de incertidumbre, pero nunca abandonados», recalcó.
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También insistió en que «la presencia del Señor resucitado en nuestra propia vida personal y en la historia de los pueblos; nos ofrece razones para esperar y nos da nuevas fuerzas para seguir viviendo y luchando».
En referencia a la conversación de Jesús con los discípulos de Emaús, el prelado refirió que Dios «se interesa por nosotros, por lo que nos ocurre, nos escucha con atención. Desea oír de nuestros labios las aflicciones y desesperanzas que nos agobian para poder consolarnos y darnos nueva luz y nuevas fuerzas. Hay que convertir la propia vida en oración».
Además exhortó a la feligresía a no estar cegados ideológicamente, porque así ya no se ven caminos nuevos y «nos cerramos a la verdad». Subrayó que «algunas ideas se arraigan tanto en nosotros, que nos encierran en el pasado, nos hacen intransigentes y nos impiden transitar por caminos nuevos».
El obispo concluyó su homilía animando a no dejar de invocar a Jesucristo y decirle siempre «¡Quédate con nosotros, Señor! ¡Quédate con nosotros, pues nos sentimos solos y todo parece oscurecer, los problemas nos doblegan y somos son muy débiles! ¡Quédate con nosotros!».