Desactualizada e incapaz de brindar la adecuada protección laboral, así luce la situación actual de la legislación nicaragüense cuando se trata de defender los derechos de personas trabajadoras de las zonas francas, asegura Ana Gómez, exempleada de esta industria de las maquilas y expromotora de defensa de derechos de la mujer del Movimiento de Mujeres Trabajadoras y Desempleadas “María Elena Cuadra” (MEC).
La norma que rige actualmente en las diferentes zonas francas que operan en todo el país se caracteriza por la ausencia de sindicatos independientes y un Ministerio del Trabajo (Mitrab), que no le interesa defender los derechos laborales de miles de trabajadores, en su mayoría mujeres, afirma Gómez.
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“Tras ser despedida de manera injustificada junto a mis compañeras, incluyendo trabajadoras con cinco o diez años de antigüedad, nunca recibimos respuesta de nada; el nuestro fue un despido colectivo y el Estado, no hizo nada por nosotras; fuimos abandonadas y desprotegidas como mujeres”, señala Gómez.
La activista asegura que las violaciones que más se cometen en las empresas de zonas francas son los despidos bajo el artículo 45 del Código del Trabajo, que normalmente se usa para prescindir de los servicios de cualquier empleado, sin que en muchos casos tengan una justificación válida.
Al referirse a las violaciones, Gómez refiere que el tema de la salud de los y las trabajadoras en una zona franca “es un asunto que alcanza niveles dramáticos, puesto que se convierte en un delito pedir un permiso para ver a un médico, aunque las trabajadoras muestren una cita o lleven una constancia de un doctor”.
Pésimos salarios
“Y todo esto sin mencionar que el sueldo de los trabajadores de zonas francas es el peor, son salarios de hambre, no hay justicia con el pago que recibe una trabajadora de zona franca, porque ganábamos el básico, y si queríamos ganar más, había que hacer hora extras o trabajar hasta los domingos, y así se deterioró nuestra salud”, indica Gómez.
“Yo salí con una hernia cervical por estar trabajando ahí día y noche. Ante la falta de oportunidades en el país, no teníamos otra alternativa más que dejar el lomo en las zonas francas, pero salimos de ahí con secuelas debido al trabajo bajo presión”, asegura Gómez, quien trabajó durante 18 años en diferentes empresas de zonas francas.
Al igual que el de Gómez, son muchos los casos que un equipo de abogados ha logrado documentar, pero que por temor a represalias de la dictadura de Daniel Ortega piden quedar bajo anonimato. Actualmente asesoran a estas personas extrabajadoras de zonas francas, en sus denuncias por violaciones a sus derechos laborales ante la desaparición forzada del MEC.
“Las denuncias van desde maltratos verbales, despidos injustificados, hasta el robo descarado de cuotas mensuales del seguro social que son deducidas de los pagos de las obreras pero que no son enteradas al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS)“, denuncia uno de los abogados que solo se identifica como Isaac. El especialista es parte de un grupo que llevan varios casos de demandas por violación a derechos laborales en algunas zonas francas, principalmente las ubicadas en Las Mercedes.
Despidos injustos
“Yo trabajaba en el área de empaque y doblado de ropa, de una empresa china, en la zona franca Las Mercedes, allí se fabricaban chaquetas estilo jeans, hacía mi trabajo y realizaba lo que ellos me decían, pero sin ninguna razón me despidieron. Solo me llamaron a la oficina, y me dijeron que había sido cancelada. Sin ninguna razón”, relata Mercedes del Carmen Castillo Sánchez, de 19 años.
Ella explica que no le entregaron ningún documento, que dijera el por qué la estaban despidiendo. Mercedes argumenta que no buscó ayuda legal porque vio cómo cancelaron a dos amigas suyas que entraron al mismo tiempo que ella, y aunque buscaron hacer prevalecer sus derechos laborales no obtuvieron ninguna respuesta. “Así que no quise buscar ni averiguar más”, asegura.
Ahora permanece como ama de casa, mientras se esfuerza por hacer que el salario de su esposo alcance para cubrir los gastos del hogar, lo que incluye a sus dos hijas, misión que sólo le resulta posible gracias al apoyo del abuelo de las niñas. Mercedes no descarta volver a buscar trabajo aunque tenga que regresar a una empresa de zona franca, porque lo necesita.
Empresas no enteran al INSS
Estela Medina Rojas, de 28 años, habitante del barrio Grenada en Managua, entró a trabajar en septiembre del 2020 a una de esas empresas de zona franca, en Las Mercedes, y este fue el testimonio recabado por los abogados.
“Pues me dijeron que mucha gente había renunciado por miedo a contagiarse del Covid. Pero una vez que empecé a trabajar supe que además del miedo al Covid, muchos estaban renunciando para irse a Costa Rica o Estados Unidos”, añade.
“Entré el 1 septiembre y ya en octubre vi que a los demás les entregaron sus colillas, pero a mí y a otras tres que empezamos a trabajar el mismo día no nos dieron… preguntamos y nos dijeron que todavía no salían, que esperáramos al otro mes por la colilla, pero en la quincena a mí ya me estaban deduciendo la cuota del seguro social”. Las otras trabajadoras me habían dicho que a la mayoría las atendían en el Hospital Bautista. Llegó noviembre, y otra vez no nos salieron las colillas, pero igual nos dijeron que había un retraso, que siguiéramos esperando”, cuenta.
Agrega que el 18 de diciembre, a media noche se le pegó un dolor insoportable en una pierna y en el abdomen, entonces su compañero le pregunta por la colilla y en cuál hospital estaba afiliada. “Yo le dije que no me la habían entregado todavía, pero que a las demás compañeras les tocaba ir al Bautista y que allí mismo iba a ir yo”.
“Llegué al Bautista y les digo que era nueva en la empresa y que no me habían dado colilla todavía, entonces allí me buscan en el sistema, pero no me hallan, y me dicen que yo no estoy afiliada con ellos y que solo me podían atender en privado, pero eso era carísimo”, apunta. “Con el gran dolor, a esa hora me llevó mi compañero al Lenín Fonseca, allí me dijeron que era apendicitis”, contó.
“Luego –agregó– mi compañero fue a avisar a la zona franca lo que me había pasado para ver lo del subsidio y allí le dijeron que yo no tenía derecho a subsidio porque mi contrato era temporal”. “Un abogado me dijo que podía llevarme el caso para demandar a la empresa, todavía sigo esperando una respuesta”, añadió.
Casos de maltrato verbal y psicológico abundan
Los abogados también reportan el caso de Antonio Suárez, de 26 años, habitante del Barrio 18 de Mayo, en Managua. “Trabajar en las zonas francas resulta muy complicado siempre. Una vez que empezaste a trabajar o buscas trabajo en las zonas francas, tenés que saber que nunca vas a tener tiempo para vos, para tu familia, para hacer gestiones que uno necesita hacer, porque allí no hay permisos, se trabaja duro siempre, una vez que estás adentro cuesta obtener un permiso para lo que necesites”, añade.
“Aunque pidás el permiso, no te toman en cuenta, porque para que seas escuchado ahí, tenés que tener mucho tiempo trabajando, y según la labor que hagan allí adentro, porque hay diferentes quehaceres. Una persona con dos o tres meses de trabajar ahí no tiene como decir un rango, como para que te escuchen sobre algo que necesitas o una inquietud que uno tenga”, dice.
“Según la labor que tengas, hay puestos más importantes que otros. Entonces, según tu puesto, si te necesitan bastante, te escuchan, te pueden dar un permiso, pero si tenés una ocupación por decirlo baja, te miran así, como cualquier cosa. Tu trabajo no es respetado. Es súper complicado”, contó.
“Yo miré en el tiempo que estuve trabajando muchas anomalías, problemas, maltratos a los trabajadores, uno encima del otro, incluso los supervisores, pleitos y todo eso. El maltrato verbal y psicológico, abunda”, denunció. “En cuanto al maltrato al trabajador de la zona franca es bastante fuerte. Si te llaman la atención, no creas que te van a regañar de una manera educada o con palabras sabias. Lo que te dicen son palabras muy fuertes”, añadió.
Suarez dice que los despidos son “por cualquier cosa”. “Ahí no hay ley que valga, no hay sindicatos, no hay nada”, señala. “Si te despiden no les importa meter a personas sin experiencia, porque los entrenan rápido, y reponen a la persona que despiden, así que no andan con tanto cuento de aguantar a algún trabajador que demanda un derecho, los corren y ya, parte sin novedad. Lo peor es que no hay donde recurrir”, se lamentó.