El periodista deportivo Miguel Mendoza, desterrado de Nicaragua por el régimen de Daniel Ortega, aseguró que no se arrepiente de haber puesto en pausa su pasión por el deporte para denunciar los atropellos de la dictadura orteguista contra el pueblo nicaragüense, aunque por alzar la voz haya pasado más de 19 meses en prisión.
«No me arrepiento ni un solo momento, no me arrepiento de haber hecho a un lado mi trabajo, no me arrepiento de haberme quedado en Nicaragua, no me fui del país, no se me pasaba por la mente el exilio, el ser refugiado, el huir no se me pasaba por la mente porque yo no estaba haciendo nada que ameritaba prisión y condena», dijo el ahora excarcelado político en entrevista con Artículo 66.
«Me siento afortunado de estar viviendo esta etapa, hoy estoy en el dilema y en la incertidumbre sobre qué es lo que se viene con mi vida en el plano laboral y te digo que aunque no lo sé, no he querido pensar mucho en eso», agregó.
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El cronista deportivo nunca imaginó que el denunciar a través de su cuenta de Twitter las violaciones a los derechos humanos que ha cometido el régimen orteguista contra la población sería la causa «perfecta» para que la dictadura ordenara su detención.
Por medio de leyes represivas, la justicia orteguista condenó al opositor a prisión. Fue acusado por los delitos de propagación de noticias falsas y menoscabo a la integridad nacional.
La penumbra de la cárcel
Miguel Mendoza resaltó que «la rutina en el que te encierren y no podás salir de esa celda te golpea, el que no podés saber ni siquiera la hora que es».
«Los interrogatorios a cualquier hora de la noche, de la madrugada, el que nos pasaran golpeando por puro gusto los barrotes y las puertas de metal era feo, imagínate uno ahí te cuesta dormir y cuando lo lográs pasa alguien golpeando por puro gusto, eso ocurría al principio. Pero el primer año fue así, muy duro». relató.
«El llevar esposas siempre. Yo decía yo nada le voy hacer a este agente, yo no le voy a tirar un golpe a este policía. En primer lugar, porque no estoy loco, no soy agresivo y tengo desventaja, y mucha tortura psicóloga sufrimos todos los presos», continuó.
Además, el cronista deportivo indicó que algunos oficiales de la Policía cuando lo interrogaban le insistían en «que si yo iba a decir la verdad de cómo me habían tratado, y les contestaba: claro, yo por la verdad estoy preso, por decir la verdad, entonces seguiré diciendo la verdad, ustedes no me han tocado físicamente pero he recibido torturas psicológica, el hecho que me quitaran la libertad durante 597 días, que me apartaran de mi pequeña hija y del resto de mi familia, eso es una tortura muy severa».
Mendoza también detalló que era una angustia el no saber nada de su pequeña hija Alejandra, a quien logró ver después de permanecer más de un año en prisión y de demandar incansablemente que le permitieran una visita con ella.
«Era una angustia no saber de ella, ya cuando se dio la visita fue como una bendición, verla abrazarla, ella vino corriendo hacia donde yo estaba se me tiró y la abracé. Las cuatro horas de la visita yo pase chinándola, abrazándola, mimándola y diciéndole frases de cariño que le decía en la casa, yo pase esperando tanto ese momento», expresó.
Asimismo, indicó que aunque «siempre creí que esas puertas de la cárcel se iban a abrir para todos nosotros, pero no sabía que iba hacer así».
El crítico de Ortega forma parte del grupo de presos políticos que fueron despojados de su nacionalidad nicaragüense y desterrados del país por ser «traidores de la patria».
Mendoza subrayó que continuará denunciando los atropellos de la dictadura orteguista y demandando la libertad de los más de 30 presos políticos que aún languidecen en la cárcel.