Centenares de peregrinos católicos procedentes de diferentes regiones del país e incluso de las zonas fronterizas de Honduras llegaron al Santuario de la aparición de la Virgen de Cacaulí, distante a cinco kilómetros al norte de la ciudad de Somoto, en Madriz, para pedir una sola cosa: paz en Nicaragua.
La visita es una costumbre del ocho de cada mes desde 1990. Concurren al sitio centenares de familias, en su gran mayoría de las comunidades rurales del norte del país y del municipio fronterizo de San Marcos de Colón, de Honduras, para participar de la misa que ahí ofician sacerdotes de las parroquias de Madriz. También escuchan el testimonio de Francisco José Tercero, quien asegura que se le apareció la Virgen cuando tenía 13 años, mientras él buscaba leña en ese lugar.
Los visitantes rogaron porque en Nicaragua se restablezca este año la paz. “Nos pusimos de acuerdo para pedirle a la Virgen de Cacaulí que interceda por nosotros ante nuestro creador (Dios) para que este año en nuestro país reine la paz que tanto anhelamos los nicaragüenses. Que dejemos de estarnos matando entre nosotros y que quienes nos gobiernan, lo hagan humanamente respetando las creencias o fe religiosas y las ideas y respeten las libertades públicas”, dijo don Estanislao José Sequeira Manzanares.
“El pueblo sufre”
Sequeira Manzanares, afirmó que un pueblo sufre cuando hay guerras, pobreza o miseria, desempleo, odio y persecución por ideologías políticas y cuando se persigue a la iglesia o las creencias religiosas.
“Es triste ver como muchos jóvenes han abandonado a sus familias en las comunidades porque sienten que aquí no hay oportunidades de trabajo y de estudios. Hay comunidades que lucen desoladas porque en algunos casos son familias enteras las que se han ido buscando mejores oportunidades”, refirió Sequeira Manzanares, quien habita en la comunidad El Ángel Uno, del municipio de San José de Cusmapa, en Madriz.
Mientras que doña Rosa Emilia Bustamante López, de la comunidad La Esperanza del municipio de Yalagüina, de Madriz, dijo que también llegó al Santuario de Cacaulí para pedir a la Virgen le dé paz a Nicaragua. “Todos queremos la paz para vivir bien, trabajar la tierra sin miedo y para poder salir adelante. Es triste ver cómo se desintegran muchos hogares porque los jóvenes se van tras mejores oportunidades o cómo hay crímenes de odio, porque en sus corazones no está Dios”, señaló, mientras oraba de rodillas.
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Para don Oscar Martínez Ponce, habitante del sector Barrio 18, de la ciudad de Somoto, cabecera de Madriz, la gente en Nicaragua necesita creer más en Dios. “Este será un año muy difícil para toda la humanidad, hemos vivido la pandemia del coronavirus, guerras en otros países y altos costos de la vida con las alzas de precios en los alimentos y otros productos de necesidad y las cosas no van a estar bien este año, si no le pedimos al creador nos de paz a los nicaragüenses”, dijo.
Un santuario milagroso
Francisco José Tercero, hoy de 32 años, tenía sólo 13 años de edad cuando contó que la tarde de un ocho de diciembre de 1990, mientras buscaba leña en la finca de su abuelo ubicada en la comunidad somoteña de Cacaulí, se le apareció la Virgen que le dio mensajes importantes que después él revelaría a los católicos que se reúnen los ocho de cada mes en el santuario que fue construido en honor a las apariciones.
“Yo vengo con toda mi familia los ocho de cada mes al santuario de la Virgen de Cacaulí, porque la virgen me ha sanado de enfermedades como reumatismo en las dos piernas lo que antes me dificultaba caminar y trabajar; y también para pedir por la salud de mi esposo e hijos”, manifestó como parte de su testimonio, doña Francisca Pérez Hernández, de 59 años, quien viajó desde el municipio hondureño de San Marcos de Colón.
Como el de ella, hay muchos testimonios de los milagros que reciben los creyentes católicos que visitan el Santuario. “Hemos venido aquí toda la familia porque tenemos que cumplirle a la virgencita una promesa que le hicimos si sanaba a nuestra hija que sufría de una infección grave en la piel que los médicos, ya habían dicho no tenía sanación, pero la virgencita de Cacaulí si lo hizo”, contó doña Francisca Ruiz Martínez, habitante de la comunidad de Santo Domingo, zona del municipio madricense de Totogalpa.
Por: Voces Unidas