A través de un comunicado, la Diócesis de Granada convocó a la feligresía nicaragüenses a unirse a la Jornada Mundial de Oración por la Paz, a celebrase el domingo, primero de enero de 2023.
«Como signo de comunión con el Santo Padre, el papa Francisco, nos unimos todos para celebrar (…) la Jornada Mundial de Oración por la Paz», detalla el escrito con fecha del 27 de diciembre.
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Para esta jornada, la Diócesis —presidida por monseñor Jorge Solórzano— invitó a cada una de las Parroquias bajo su jurisdicción a celebrar esta jornada, la que estará iniciando con la eucaristía de la mañana «y seguidamente exponiendo el Santísimo Sacramento durante todo el día, en donde todos nuestros grupos, movimientos, cofradías, áreas pastorales, religiosas y religiosos, y todo el pueblo fiel podamos unirnos en oración».
Manifiestan que después de la misa vespertina se puede organizar la procesión con el Santísimo dentro de cada templo parroquial «en donde participemos con un espíritu de recogimiento y adoración», sin embargo no detalla si ha habido algún tipo de restricción de parte de la Policía para expresar su fe en las calles.
«Pongamos en manos de la Inmaculada Virgen María, nuestra Madre, esta Jornada de oración y súplica presentando también nuestras oraciones a su Hijo nuestro Salvador», recalcan.
Esa actividad religiosa se llevará acabo en un contexto donde el régimen de Daniel Ortega ha arreciado su represión contra la Iglesia católica de Nicaragua, prohibido diversas procesiones en el país e impedido la libertad de culto.
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Hasta la fecha, la justicia orteguista mantiene secuestrado a 12 sacerdotes, incluyendo a monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa, acusado de menoscabo a la integridad nacional y propagación de noticias falsas a través de las tecnologías de la información y la comunicación, supuestamente, en perjuicio del Estado y la sociedad nicaragüense.
Pese a que la ola represiva de la dictadura de Nicaragua ha aumentado contra los sacerdotes, obligando a muchos a exiliarse, la máxima autoridad de la Iglesia se ha mantenido al margen, evitando pronunciarse ante la injusticia de Ortega y Murillo.