Era el 22 de octubre de 2002, martes para ser más preciso. La tarde de ese día, que había transcurrido como el más común del año, se agitó de golpe. Dos noticias armaron un gran revuelo entre periodistas y policías. En el Municipio de El Crucero, en la finca El Chile, murió intoxicado Arnoldo Alemán Cardenal, hijo del expresidente Arnoldo Alemán Lacayo y este hecho dio origen al otro.
Pasadas las 3:00 de la tarde, al conocer la noticia del fallecimiento del hijo de Alemán y hacer su propia interpretación del hecho, el exjefe de la Resistencia Nicaragüense Tirso Moreno entraba, pistola en mano, a la redacción del diario La Prensa y tras desarmar a uno de los vigilantes del periódico y hacer 6 disparos, según el informe de la Policía Nacional, tomó como rehenes durante más de dos horas a al menos 14 trabajadores del medio de comunicación.
El secuestrador andaba totalmente alcoholizado, según él mismo lo reconocería después, y armado de dos pistolas, el revólver arrebatado al vigilante y una Glock de su propiedad, se tornaba altamente peligroso y letal. La vida de los secuestrados estaba en peligro.
Decenas de policías entre agentes de seguridad pública y efectivos de las tropas especiales TAPIR, rodearon las instalaciones y el que andaba al mando del operativo de «rescate» era un comisionado que hasta entonces era imperceptible en los círculos de mandos policiales: el comisionado mayor Horacio Sebastián Rocha López, jefe departamental de la Policía en Managua, cargo en el que había sido nombrado recientemente.
Según una publicación de la revista Magazine, en la que se narra el secuestro, el jefe policial estuvo frente al secuestrador, tras desarmarlo, ambos se dieron un abrazo de viejos amigos. Y todo indica que efectivamente así era. Tenían un «buen amigo» en común, el expresidente y en ese momento procesado penalmente por delitos de corrupción, Arnoldo Alemán Lacayo.
Ese jefe policial que desarmó al secuestrador de La Prensa, Tirso Moreno, es el mismo Horacio Rocha que llegó a ser comisionado general y subdirector de la Policía, el mismo de quien se dice que fue «ficha» de Arnoldo Alemán dentro de la institución, lo que habría generado cierta división entre algunos mandos policiales que se declaraban fieles a su origen sandinista y veían con desconfianza a Rocha por su cercanía con el caudillo liberal.
El mismo al que el pasado 11 de noviembre, Daniel Ortega nombró como su «asesor en asuntos de seguridad», un cargo reservado solo para sandinistas de la más alta confianza del dictador, a la altura del también asesor en asuntos de seguridad Néstor Moncada Lau, quien ha sido colocado en las listas de delincuentes internacionales por varios países como Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, por su participación directa en la sangrienta represión contra el pueblo de Nicaragua a partir de abril de 2018 y por ser considerado uno de los más altos conspiradores dentro del partido Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
¿Quién es ese personaje retirado de la vida profesional policial desde el 2014, que se mereció la confianza de Ortega para colocarlo en la silla de «consejero» en asuntos de seguridad? ¿Por qué lo llama a un puesto en el que ya tiene a Mocada Lau? ¿De dónde viene Rocha López? Esas preguntas las responde Artículo 66 en este perfil que tratamos de construir a partir de consultas con viejos conocidos, publicaciones y documentos históricos del nuevo asesor presidencial, de quien se conocen muy pocos datos.
“Rochón”, el futbolista, no es fundador de la Policía
Uno de los primeros datos curiosos de Horacio Sebastián Rocha López es que, aunque ha sido reconocido, condecorado y premiado en diferentes ocasiones como «fundador» de la Policía Sandinista, luego renombrada como Policía Nacional, en realidad no es fundador de esa institución, según contó a este medio de comunicación un oficial retirado del Ministerio del Interior (Mint) de los años 80, que pidió mantuviéramos su identidad en reserva por seguridad.
Rocha nació en el barrio Torres Molina, en Diriamba, Carazo, el 02 de febrero de 1958, según revela su cédula de identidad número 042-020258-0003L.
En sus tiempos de niñez, jugaba fútbol con la mancha de amigos, en las calles polvorientas de ese suburbio diriambino. Se destacaba por ser más alto y corpulento que los demás de su grupo y es por eso que sus amigos lo llamaron «Rochón», el apodo que llevaría por siempre, solo que desde que se hizo militar ya no se lo dicen tan abiertamente, pero para los amigos es Rochón. Su tamaño y su práctica del fútbol en el que alcanzó un buen nivel le valdrían de forma determinante en su carrera uniformada con los sandinistas.
«Rochón» es hijo de Julio Rocha Idiáquez (El Negro Julio) y Amalia López. Su hermana mayor es Eleonora Rocha, guerrillera sandinista desde inicios de los 70, fue una de las tres mujeres que integraron el comando guerrillero Juan José Quezada, que tomó por asalto la casa de José María (Chema) Castillo el 27 de diciembre de 1974, acción con la cual sacaron de la cárcel a Daniel Ortega y otros sandinistas encarcelados por Somoza.
Otro de sus hermanos fue Julio Rocha López, quien llegó a ser un zar del fútbol en Nicaragua pero que dio malos pasos cuando le tocó administrar millones de dólares y cayó en desgracia. Siendo funcionario de alto Nivel de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), fue detenido en Suiza acusado por actos de corrupción, extraditado a Estados Unidos y murió presidiario en ese país sin poder regresar a Nicaragua. El tercero es el propio Rochón.
Horacio es, según el oficial retirado del Mint, un tipo frío, sereno, aunque sabe manejar los contrasentidos en su personalidad. Habla solo lo necesario pero también se puede mostrar afable, cercano y fácil para entablar amistad con otras personas.
En una publicación de la revista Magazine, de La Prensa, se destaca, tomando declaraciones de amigos de los Rocha López, que toda esa familia siempre estuvo involucrada en el fútbol y la política. El Negro Julio, Su hijo del mismo nombre y Rochón practicaron el balompié. Sin embargo, el que habría alcanzado el mejor nivel fue Horacio, al punto que integró con buen desempeño el equipo Diriangen y hasta logró jugar en el extranjero al ser contratado por un equipo de Canadá.
De las canchas a Cuba y a escolta de Ortega
Rochón se destacó como jugador de Fútbol y eso era señal de sus buenas condiciones físicas. A finales de los años 70, cuando tenía menos de 20 años, fue reclutado por el aún clandestino movimiento guerrillero Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Tomando en cuenta que ya su hermana mayor, Eleonora, era una guerrillera con larga trayectoria dentro de las filas del grupo insurgente, Horacio entró bajo buena recomendación.
El mayor retirado del Ejército de Nicaragua Roberto Samcam, ahora en el exilio por ser opositor al régimen de Ortega, recuerda que Rochón, una vez reclutado, fue enviado a entrenamiento militar a Cuba como parte del último contingente de guerrilleros que se preparaban en ese país para integrarse como combatientes en 1979.
No obstante, el oficial retirado del Mint asegura que Rocha no alcanzó a demostrar sus capacidades de combatiente pues no se le conoce destacada participación en combates para la insurrección final de 1979. «Llegó al triunfo con la carabina casi virgen», dice el exoficial entre risas.
Tras el triunfo de los sandinistas en julio de 1979, Rochón fue enviado al Ministerio del Interior, del que era ministro Tomás Borge con Omar Cabezas como viceministro. Rocha se llevaba muy bien con Cabezas. Este último se encargó de organizar lo que se llamaría el Estado Mayor de la Seguridad Personal, una dirección del Mint, bajo las órdenes directas de Cabezas y vinculada muy estrechamente a la Dirección General de Seguridad del Estado (DGSE). Fue en la Seguridad Personal que colocaron a Rochón, por su buena contextura y condición física.
Una vez en la Seguridad Personal lo designaron a proteger a Daniel Ortega y ahí nació su estrecha vinculación con el entonces miembro de la Dirección Nacional del FSLN e integrante de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, que después se convertiría en presidente de Nicaragua y ahora en un dictador calificado como más cruel y criminal que Anastasio Somoza, el otro dictador que ayudaron a derrocar. Tanto así que Ortega junto a su mujer Rosario Murillo están siendo señalados internacionalmente por crímenes de lesa humanidad.
Durante todos los años 80, Rochón fue fiel escolta de Ortega y al llegar a 1990, año en el que la primera dictadura sandinista perdió el poder mediante los votos ante doña Violeta Barrios de Chamorro, tanto la temida Seguridad del Estado como la Dirección de Seguridad Personal desaparecieron pero no en el amplio sentido de la palabra, sino que fueron «diluidos» entre el Ejército y la Policía.
Un exoficial de la DGSE que aceptó contar algunos detalles a condición de mantener discreción sobre su identidad, explicó que la dirección sandinista de los 90, buscando cómo mantener a salvo a los más represivos integrantes de sus aparatos de seguridad, envió a sus mejores hombres de la DGSE y la Seguridad Personal a la Policía y otros a la naciente Dirección de Inteligencia para la Defensa (DID), del Ejército.
Así llega Rochón a la Policía Nacional. Inicialmente lo dejan siempre en la Seguridad Personal, ya como instancia policial, pero no destaca entre los escoltas del nuevo Gobierno sino que lo dedican a estrategias de seguridad y protección de personalidades. Hasta llegar a 1996, cuando Arnoldo Alemán, para entonces alcalde de Managua, anuncia su candidatura presidencial por el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) y ahí regresa a la palestra Horacio Rocha, cuando lo designan jefe de escoltas del candidato liberal.
Quiso el destino que, aun con la desconfianza que Alemán y todos los antisandinistas sentían por los altos oficiales policiales por su origen sandinista, Rocha se convirtiera en un héroe para Alemán porque en un supuesto ataque a balazos, su jefe de escoltas «le salvó la vida».
El 26 de enero de 1996, en un tramo de carretera en el lugar conocido como El Jobo, entre Quilalí y Wiwilí, en Nueva Segovia, la comitiva del candidato presidencial liberal, que iniciaba entonces su campaña política, fue atacada a balazos. La emboscada supuestamente tenía como fin asesinar a Alemán, que lideraba las encuestas de popularidad para ganar las elecciones de ese año.
Un sargento de la Policía que fungía como escolta murió en la acción y otras tres personas resultaron heridas: dos civiles y un policía. El jefe de Escoltas era Rochón y maniobró de tal manera que el candidato liberal salió ileso y fue «rescatado» por un helicóptero del Ejército que gestionó precisamente el jefe de la escolta.
Solo 3 meses antes, en septiembre de 2005, Arnoldo Alemán, al renunciar a la Alcaldía de Managua para dedicarse a la campaña por la Presidencia, había acusado a dirigentes sandinistas, altos oficiales del Ejército y de la Policía de estar preparando «atentados» en su contra. No obstante, efectivos de esas dos instituciones lo rescataron de la emboscada. A partir de ese momento, Rochón empezó un ascenso sin trabas dentro de la Policía Nacional.
Durante todo el Gobierno de Alemán, Rocha López se encargó de la protección del mandatario y desarrollaron una gran «cercanía». Rocha, ya ascendido a comisionado, se ponía en ruta hacia la máxima dirección de la Policía. Alemán lo ayudaba.
En el 2001, poco antes de entregar la Presidencia de la República, Arnoldo Alemán, de acuerdo con la Ley, debía designar al nuevo director general de la Policía. Había varios candidatos para relevar al entonces director general, primer comisionado Franco Montealegre, quien tampoco era fundador de la Policía sino que provenía del Sistema Penitenciario.
Los candidatos naturales eran Eduardo Cuadra, quien sí era de los llamados «policía-policía» —así le llamaban a los fundadores de esa institución—, y la otra candidata era Eva Sacasa, que no era «policía-policía», sino que llegó desde el Mint.
Edwin Cordero, también proveniente del Mint, era el tercero en la línea de sucesión, pero Alemán lo eligió a él, y según cuenta el exoficial del Mint que habló con Artículo 66, el presidente saliente dejó muy bien recomendado a Rocha López, su héroe.
Durante la Administración policial de Cordero, bajo la presidencia de Enrique Bolaños, el Comisinado Rocha pasó de jefe de seguridad personal a jefe de Tránsito Nacional un periodo corto de tiempo y de ahí a jefe departamental de Managua ya con el grado de comisionado mayor.
En ese cargo estaba cuando desarmó a Tirso, el secuestrador de los trabajadores de la Prensa, en el 2002. Y en ese mismo cargo estaba cuando una vez más el destino y su cercanía con el poder político lo «cogieron» en el lugar oportuno.
En julio de 2003, el primer comisionado Ediwin Cordero hizo unas escandalosas confesiones: La Policía, en algún momento, había pagado a informantes con parte de la droga incautada durante los operativos antinarcóticos que esos mismos informantes delataban.
Eso, sumado a varios hechos de corrupción que se ventilaban dentro de la institución policial, pusieron sobre el tapete la posibilidad de un retiro anticipado de Cordero, no obstante, esa posibilidad fue vista como un peligro para la institucionalidad de la Policía y la alta oficialidad cerró filas junto el primer comisionado.
La clase política a dos bandas, los liberales con Alemán a la cabeza y los sandinistas con Ortega, barajaron sus fichas para colar a su propio candidato para relevar a Cordero si se daba el caso. ¿Quién fue la ficha que barajó Alemán? Efectivamente, Horacio Rocha. Pero finalmente, el presidente Bolaños decidió respaldar a Cordero y dejarlo terminar su periodo de cinco años al mando de la Policía.
Pero la suerte de Rochón no estaba echada todavía, el presidente Bolaños dejó en su puesto a Cordero pero en en abril de 2005 mandó a retiro anticipado al comisionado general y subdirector Fancisco Bautista Lara, por insubordinación. Lara era el sucesor natural de Cordero en la jefatura de la Policía. Y ahí sí, Rochón cambió sus carreteras de comisionado mayor por las de comisionado general y se convirtió en subdirector general de la institución.
En ese puesto estaba cuando Daniel Ortega regresó al poder en el 2007 y contra toda ley expresa, en el 2011, que se le venció el periodo en su cargo a Rochón, Ortega decidió dejar a su antiguo escolta de confianza por más de un período extra, hasta que lo pasó a retiro en el 2014.
«A mí me extraña que se diga con seriedad que Horacio Rocha fue una ficha de Alemán dentro de la Policía. Es difícil de creerlo en serio porque Rochón siempre ha sido leal a ciegas a Daniel Ortega», dice el exagente de la Seguridad del Estado que compartió recuerdos con este medio de comunicación.
El exDGSE más bien cree que Rocha era «ficha de Ortega» enquistado en el círculo de Alemán.
En la revista Envío, de agosto de 2003, en un artículo firmado por el ahora agitador político de la dictadura Ortega-Murillo y dueño de la emisora La Primerísima, confiscada en los 80, William Grigsbi, asegura que Rocha fue «un hombre de confianza de Alemán, a tal punto que el exmandatario participa en las actividades familiares del comisionado en cuestión».
Agrega Grigsbi que por esos «vínculos» con el expresidente Alemán, en aquellos tiempos «Rocha no tiene muchas simpatías entre los mandos de la Policía».
Otra afirmación que hace el propagandista Grigsbi en esa publicación, que insinúa sospechas sobre Rochón, es que, gracias a los contactos que tenía Aleman dentro de la Policía, muchos de los que fueron funcionarios de su Gobierno y que estaban siendo investigados por actos de corrupción, lograron huir del país con suficiente tiempo, alertados desde adentro de la Policía de que serían capturados.
Rochón tiene estudios universitarios de economía por lo que también pasó breves períodos por los cargos de jefe de finanzas, personal, y modernización y desarrollo de la Policía.
En el 2014, Ortega pasa oficialmente a retiro a su antiguo escolta, pero menos de un año después, en el 2015, mediante el Acuerdo Presidencial No. 210-2015 lo nombra Cónsul General en la República de Corea, y también es nombrada «en combo», como embajadora en ese mismo país asiático, su esposa Ana Isabel Argüello Irigoyen, quien además ya había sido nombrada pocos meses antes como viceministra de Fomento, Industria y Comercio.
Ortega llamó a Rocha para aumentar la represión
«Debemos recordar que Rocha no fue un escolta cualquiera. Fue jefe de escoltas de Ortega, durante un periodo de guerra y muy bien entrenado en tácticas de vigilancia, espionaje, enmascaramiento (engaños), además que siempre estuvo trabajando directamente con la DGSE, no es un policía retirado común, es un experto en tácticas de inteligencia», advierte el oficial retirado del Mint.
Recuerda además que los jefes de la seguridad personal de los nueve comandantes sandinistas de los años 80, fueron entrenados por algunos de los aparatos de inteligencia más sonados del mundo en esa época, el Stasi alemán, la KGB de los soviéticos y el G2 cubano.
Para la especialista en temas de seguridad y académica Elvira Cuadra, desde el 2018, Ortega ha promovido una política de seguridad orientada a la represión y control de la ciudadanía, estableciendo un «régimen policial», que tiene como prioridad «contener el rechazo social, las expresiones de descontento de la población, más que enfrentar la delincuencia, la criminalidad común y el crimen organizado que han pasado a un segundo nivel de prioridad».
Según la experta, desde finales de 2020, la dictadura ha pasado a un proceso de «institucionalización» del estado policial, porque ya no solo utiliza a fuerzas de la policía y paramilitares sino que «está construyendo todo un marco jurídico para legalizar ese estado policial con su política represiva». En ese sentido, según destaca Cuadra, el dictador «está poniendo a todo el Estado al servicio y en función de ese estado policial».
En ese contexto, Ortega nombra a un segundo asesor en temas de seguridad. Al comisionado general retirado y su exescolta de confianza Horacio Rocha. Experto en inteligencia y enmascaramiento (engaños).
«Lo que queda en evidencia es que la prioridad de Ortega es frenar el descontento ciudadano que, de acuerdo con los resultados de las más recientes elecciones en las que se dio un alto nivel de abstención, demuestra que el rechazo social se ha mantenido, ha incrementado y profundizado incluso dentro de sus propias bases», sentencia la analista.
En tanto, para el mayor retirado del Ejército, Roberto Samcam, Ortega llamó a trabajar a su lado como asesor en asuntos de seguridad a Rocha, en primer lugar por su lealtad a su persona, y luego por su experiencia conspirativa. Ortega lo conoce muy bien pues trabajó a su lado muchos años y su vida y su seguridad dependían de Rocha y los hombres bajo su mando.
«(Ortega) está conformando un grupo duro, de antiguos oficiales del Ejercito y la Policía, para encabezar la Política de Terrorismo de Estado que implementa a la luz de la Doctrina de Seguridad Nacional, que está cobijada bajo la Ley 919, Ley de Seguridad Soberana», afirma Samcam.
El militar retirado advierte además que el otro mensaje que Ortega estaría mandando es que «no confía en los actuales mandos de la Policía» y asegura que incluso habría desconfianza en su consuegro y actual director general de la Policía Francisco Diaz, «por sus problemas de alcoholismo».
En ese sentido, otro analista en temas de seguridad que prefirió el anonimato por estar en Nicaragua, afirma que el nombramiento del comisionado general en retiro Horacio Rocha en el cargo de asesor en temas de seguridad no es un nombramiento como ha ocurrido con otros funcionarios sancionados a los que nombra para «garantizarles un salario».
«A Rocha no lo nombran por gusto. Económicamente no está mal, así que no es por ayudarle en ese sentido. Ortega llamó a Rocha porque está reforzando todo su sistema conspirativo y represivo. No nos asustemos si un día de estos se oficializa que Lenin Cerna, quien tiene contradicciones con Rosario Murillo, aparece de nuevo muy cerca de Ortega, aun contra la voluntad de la vicedictadora y haciendo dúo con Rocha», advierte el analista.