En entrevista con Artículo 66, el padre Guillermo Blandón González, párroco de la iglesia Santa Lucía en Boaco, Diócesis de Granada, expresó que la negativa del régimen de Daniel Ortega para que ingresara a Nicaragua, luego de regresar de un viaje de Israel, se debe a la persecución religiosa que se vive en el país.
Previo a su viaje de Miami a Managua, la aerolínea Avianca le informó a través de un correo que no podría abordar el vuelo por un «rechazo migratorio» de su propio país.
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Tras esta situación, el religioso manifestó que no hubo ningún argumento válido para negarle le entrada. «Nada de argumento me dieron, solo me notificaron que no tenía derecho de entrar a mi país», relató.
También calificó esta nueva arremetida como un acto más a la violación a los derechos humanos y «violación a la Constitución —Política— porque todos los nicaragüenses tenemos derecho a salir y entrar a nuestra patria, pero aquí no hay un Estado de derecho, sino que lo que se vive es una dictadura».
Respecto a que si el régimen de Ortega estará considerando la salida legal de religiosos como conspiración, Blandón manifestó que «sería una locura, pero no está demás pensar que piensen de esa manera».
«Yo andaba en una misión cristiana; yo publiqué vídeos del grupo que andábamos en tierra santa —Israel—. Nunca hago nada a escondidas, nuca hago cosas que no sean lo que es», indicó el sacerdote, que estuvo una semana en Israel y previó a su viaja a Nicaragua estuvo cinco días en Estados Unidos con unos familiares.
Trabas al salir de Nicaragua
Antes de salir de Nicaragua, el padre Blandón señaló que tuvo que esperar más de 20 minutos para pasar el control migratorio en el Aeropuerto Internacional Augusto C. Sandino, por lo que no descartó que al regresar tuviese problemas o no le permitieran entrar.
«Tuve una pequeña dificultad porque la —trabajadora— de Migración me detuvo, se metía a una oficina y volvía a salir, me preguntaba cuándo regresaba, yo le dije la fecha porque el que no la debe no la teme, luego me preguntó que dónde vivía, hasta que me dijo; “buen viaje»”, relató.

Además, indicó que antes de esta nueva acción represiva era objeto de asedio y persecución por parte del régimen de Ortega. «Me perseguían a las calles, cuando iba a las misas. He sido asediado y eso es público», subrayó.
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En cuanto al conocimiento de su caso por parte de las autoridades eclesiásticas de Nicaragua, Baldón dijo que desconoce si el cardenal Leopoldo Brenes ya sabe de la situación, pero que sí pudo comunicarse con el obispo de Granada, monseñor Jorge Solórzano.
«Me comuniqué inmediatamente con mi obispo y me dio palabras de aliento, ha estado conmigo, ha orado conmigo, me dio algunas orientaciones y ánimo; ha sido muy fraternal conmigo», señaló.
«Estoy exiliado a la fuerza»
Por otra parte, el sacerdote calificó su destierro como un exilio forzado, porque «yo no me fui de Nicaragua, a mí me sacaron, no me dejaron entrar. Soy exiliado a la fuerza».
Ante la posibilidad de que las autoridades migratorias de Nicaragua le permitan ingresar al país, el párroco manifestó que no existen las garantías para creerle al dictador Ortega.
«Tendrían que cambiar las circunstancias en Nicaragua para poder regresar, porque todo régimen no tiene autoridad moral y por lo tanto no se le puede creer a su palabra. Me imagino que algún día cambiarán las cosas y poder regresar», sostuvo.
«Esta situación me duele porque yo amo mi pueblo, mi tierra, mi iglesia-, me hace falta el calorcito, el gallopinto», lamentó el cura.
«No se puede dialogar con una persona que hace el mal»
Luego que el papa Francisco afirmara que se ha habido comunicación con el gobierno orteguista, el padre Blandón indicó que «es necesario que haya un diálogo, pero antes deben de haber ciertas condiciones, por ejemplo la libertad de los presos políticos, libertad de la Iglesia».
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«Se debe de dejar de perseguir a la Iglesia, se debe dejar de amenazar, pero estamos ante un régimen que no quiere dialogar y mientras no se arreglen las cosas no se va a poder dialogar, porque no se puede hablar con una persona que sigue cometiendo abusos y haciendo el mal», insistió.
Finalmente, llamó a la Iglesia a seguir orando a Dios para obtener su libertad «y confiar que solo Dios puede hacernos libres, no siempre estaremos sometidos» El prelado es el segundo religioso a quien la dictadura no le permite el ingreso al país, el primero fue el padre jesuita José Alberto Idiáquez, exrector de la Universidad Centroamericana (UCA).