Viktoria Platunova, una opositora rusa que se refugió en Georgia tras el comienzo de la guerra en Ucrania, ha comprado ya varios colchones para acoger a compatriotas que huyen de la movilización parcial decretada en Rusia o que llegaron a Tiflis hace unos días como turistas y han decidido ahora quedarse.
Platunova, de 27 años, y su marido, que colaboraban con el Fondo de Lucha contra la Corrupción del encarcelado líder opositor ruso Alexéi Navalni, llegaron a Tiflis en abril, según cuenta a Efe la activista.
“Primero nos hospedamos en un hotel y, luego, conseguimos alquilar un piso de tres habitaciones por 400 dólares mensuales. Ahora esperamos a unos amigos de Moscú, San Petersburgo y Surgut que pueden ser llamados a filas. Están de camino. Los colchones son para ellos”, dice la activista.
Viktoria, que conversa con Efe en un café tiflisense engalanado con banderas ucranianas, no cree que el presidente ruso, Vladímir Putin, vaya a detenerse en una movilización parcial.
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“Ayer a un conocido que vive en Vladikavkaz (capital de la república norcaucásica rusa de Osetia del Norte) le llegó la notificación del llamado a filas, y eso que él nunca estuvo en el Ejército. En mi opinión se trata de una movilización general”, sostiene.
ATASCOS KILOMÉTRICOS EN PASO FRONTERIZO
Medios locales y redes sociales han publicado imágenes del paso fronterizo Verjni Lars, el único entre Rusia y Georgia, en las que se observan atascos kilométricos de centenares de coches de rusos que intentan entrar en territorio georgiano.
“Testigos me han dicho que la cola de vehículos se extiende unos 40 kilómetros”, asegura Viktoria, que dice que con su marido decidieron huir de Rusia porque temían ser encarcelados por sus actividades políticas.
Nunca antes habían estado en Georgia, pero rápidamente encontraron trabajo: ella, en una compañía de informática, y él, como conferenciante en una ONG.
“Nos alcanza para vivir, y ayudar a nuestros compatriotas que huyen a Georgia es nuestro deber”, dice la activista.
TURISTAS RUSOS OPTAN POR NO REGRESAR A SU PAÍS
A Pável, de 38 años, y a dos amigos que llegaron a Georgia como turistas hace cuatro días la noticia de la movilización parcial ordenada por Putin les sorprendió cuando paseaban por Tiflis.
Sin pensarlo dos veces, los tres amigos decidieron quedarse en Georgia.
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“Quedamos perplejos. Ahora estamos buscando con urgencia un piso para alquilar”, dijo a Efe Pável, quien con sus dos amigos trabajaban en una empresa de telefonía móvil.
Tomar la decisión de quedarse en Georgia no fue difícil, ya que los tres son solteros, explicó.
“No queremos combatir. No es una guerra justa. Nos quedaremos en Georgia”, resumió Pável.
UNOS 30.000 RUSOS Y OTROS TANTOs UCRANIANOS SE QUEDAN EN GEORGIA
Según el presidente del comité de Exteriores del Parlamento georgiano, Nikoloz Samjaradze, desde el comienzo de la guerra en Ucrania se han quedado unos 30.000 rusos en Georgia y otros tantos ucranianos que llegaron al país como turistas.
“La mayoría de estos 30.000 rusos son de origen georgiano”, dijo a Efe el legislador.
En su opinión, es poco probable que se produzca una llegada masiva de rusos, porque es “evidente que Rusia no dejará salir del país a los hombre en edad de ser movilizado”.
“Pero acoger a la gente que huye del régimen de Putin es una decisión correcta desde el punto de vista humanitario. Que los rusos que vengan vean cómo se puede construir un Estado democrático, como lo es Georgia”, recalcó Samjaradze.
GEORGIA, UN ENTORNO AMABLE PARA LOS RUSOS
Viktoria y su marido no tienen planes de regresar a Rusia. Georgia permite a los rusos una permanencia de un año sin necesidad de regularizar su situación migratoria, tras lo cual deben salir de país, con la particularidad de que pueden regresar al día siguiente y disfrutar de otro año de estancia, y así, sucesivamente.
“Aquí estamos bien y nos sentimos seguros. ¿Rusofobia, aquí? Para nada. Los georgianos son tolerantes y la mayoría entienden perfectamente por qué los rusos deciden abandonar su país”, añade.
Rusia, se lamenta la activista, “se ha convertido en un país paria”.
“Es algo muy doloroso, y no hay ninguna esperanza de cambios para mejor al menos en diez años. Es una tragedia”, sentencia.
La activista se muestra crítica con los países de la Unión Europea que se niegan a recibir a los opositores rusos.
“Es injusto comprarle a Rusia gas y petróleo y al mismo tiempo no dejar entrar a los que se oponen a Putin. Es pura hipocresía. Europa debe imponer un embargo total al régimen de Putin, suministrar más armamento a Ucrania y proteger a los disidentes que se ven obligados a abandonar Rusia”, afirma.