Al menos 50 sacerdotes católicos de Nicaragua ha solicitado refugio en Honduras y Costa Rica, debido a la persecución religiosa por parte del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, así lo informó el medio de hondureño El Heraldo.
José Canales, obispo de la Diócesis de Danlí, El Paraíso, indicó al medio de comunicación que esta comunidad de sacerdotes nicaragüenses «ha denunciado un rechazo rotundo de parte del actual régimen de Nicaragua, encabezado por el dictador Daniel Ortega».
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Entre los argumentos de los sacerdotes para buscar asilo en estos dos países de Centroamérica es que están siendo perseguidos, debido a que no comparten los mismos ideales de la dictadura de Ortega, a tal punto de abrir un expediente contra los grupos religiosos que critiquen o se opongan de forma pública a la estructura establecida por el actual Gobierno.
«Ellos nos han expresado estar en contra de las situaciones de injusticia e irrespeto de los derechos humanos en su país», expresó el obispo Canales.
El Heraldo señaló que hasta el momento, de las 50 peticiones que han expresado los sacerdotes para huir del país vecino, una ya fue hecha y entregada formalmente a la Diócesis de Danlí.
El prelado agregó al medio que «nosotros estamos disponibles para recibir a aquellos sacerdotes que en circunstancias extremas tengan que salir de Nicaragua. De esta forma puedan integrarse a la vida de la iglesia en El Paraíso».
En cuanto a que si los sacerdotes nicaragüenses han sido víctimas de agresiones físicas por parte de la dictadura, Canales dijo a El Heraldo «que los golpes han sido psicológicos».
«Considero que esto es peor que una patada, policías en las afueras de las parroquias, rodeando sus casas o recibiendo llamadas telefónicas para tratar de angustiarlos», expresó.
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Hasta el momento la dictadura mantiene tras las rejas al menos a siete sacerdotes católicos, entre ellos a monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa, de quien ha mantenido con hermetismo el lugar donde lo tiene.
Este 2022 ha sido el año donde la Iglesia católica ha sufrido la mayor represión estando Daniel Ortega en el poder. Desde el 2018 — luego del fallido intento de diálogo— Ortega le declaró «la guerra a todo el prelado», asediando y condenado al menos a dos sacerdotes, acusándolos de delitos comunes.