El arzobispo de Managua, cardenal Leopoldo Brenes Solórzano, presidió este domingo, 28 de agosto, la eucaristía desde la catedral. A través de la liturgia de este día, el prelado llamó la atención sobre el afán del protagonismo que impera en algunos ciudadanos, lo que conlleva a encaminar los esfuerzos «en buscar los primeros lugares», acciones de las que tampoco escapaban los discípulos, indicó el jerarca.
El máximo líder de la Iglesia católica de Nicaragua reconoció que «hoy todos tenemos esa gran tentación (el protagonismo), en la que no debemos caer. Buscar los primeros lugares, buscar los primeros aplausos. Algunos hasta elevan la voz buscando, motivando que los aplaudan. Hay un ego».
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Brenes, desde el púlpito de la catedral, pidió oración por los miembros de la Iglesia para que conserven la humildad. En las plegarias, además, incluyó a los gobernantes para que garanticen «una vida plena y feliz a sus ciudadanos». También, rogó por los migrantes y los encarcelados.
En Nicaragua, actualmente hay 10 sacerdotes presos, diáconos, seminaristas y el caso más relevante es la retención domiciliar impuesta sin justificación contra el obispo Rolando Álvarez, acto que también ha alcanzado a la familia del religioso en Managua.
«La gran tentación del mundo son los aplausos. La gran tentación del mundo actual es cuántos me siguen en las redes (sociales), cuántos me aplauden, cuántos me sacan en las primeras planas», continuó.
El prelado no se refirió a la persecución contra la Iglesia, ni a la detención de algunos jerarcas aunque sí insistió en las oraciones por el clero. Lo último que se supo es que hace más de una semana el cardenal se reunió con monseñor Álvarez. Reconoció que la salud del obispo se ha visto «deteriorada» por el encierro forzado.
Ataques de Murillo a la Iglesia
En sus constantes ataques a la Iglesia, Rosario Murillo los ha acusado de promover un afán protagonista, esto con el objetivo de minimizar los señalamientos de sacerdotes a la deriva autoritaria del régimen de Nicaragua, a quien le atribuyen la oleada migratoria que enfrenta el país, que ha obligado a más de 150.000 nicaragüenses a abandonar su tierra de 2018 a la fecha.
Murillo ha atacado a los jerarcas con despectivos epítetos como «perversos, iracundos, amargados y no cristianos». Igualmente, los ha acusado de albergar «mentalidades perversas, egoístas, egocéntricos que no comprenden el mensaje cristiano, ni lo practican por supuesto».
Por su parte, a Murillo, sus detractores, la acusan de «falsa cristiana», ya que mientras profesa su amor a Dios ordena nuevos ataques contra los nicaragüenses, que incluye hasta a los mismos sacerdotes.