En su alocución de este jueves, once de agosto, la vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, afirmó que «en la universidad de la vida» su régimen ha aprendido a vivir como hermanos.
En otro nuevo ataque contra la oposición, la portavoz del gobierno nicaragüense afirmó que su dictadura ha «aprendido a escuchar el amor que vibra en toda nuestra Nicaragua y a desoír cualquier expresión tóxica o de odio que siempre se da».
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Haciendo referencia a frases retomadas de juegos infantiles, la primera dama dijo que «cuando éramos niños decíamos en la escuela: no oigo, no oigo, tengo orejas de pescado. El amor es el que vibra, el que crece, el que se agiganta en esta Nicaragua bendita y llena de confianza en el Padre (Dios)», indicando que su régimen se hace de «oídos sordos ante los tóxicos».
Las palabras de Murillo llegan en momentos en que mantiene secuestrado a monseñor Rolando Álvarez y tiene control total de las libertades públicas de los nicaragüenses, ignorando así los llamados de organismos de derechos humanos y de la comunidad internacional al cese de la represión.

En cuanto al poder que le da a su aparato policial y a las otras instituciones del Estado, la vicedictadora señaló que le compete a su gobierno crear las «mejores» condiciones para la paz y la seguridad «porque sin paz, sin seguridad no hay estabilidad, no hay condiciones para trabajar».
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Con relación a las protestas sociales del 2018, la vicemandataria recalcó que «el odio lo conocemos, lo hemos vencido y ahora sabemos que nos toca cuidar esta patria bendita, llenarla de amor y desterrar el odio, siempre Dios mediante para que vivamos como hermanos».
Desde hace más de cuatro años la dictadura de Ortega recrudeció la represión en contra de la oposición en Nicaragua y emprendió asedio y persecución contra la Iglesia católica. Actualmente mantiene a más de 190 presos políticos y se «hace de oídos sordos», ante la crítica internacional.