El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) señaló que a más de un año cautiva en las celdas de «El Nuevo Chipote» se pueden ver las torturas que ha dejado el aislamiento en la presa política Tamara Dávila, las que han quedado evidenciadas a través de un retrato hablado presentado por sus familiares.
La organización, a través de una publicación en Twitter, hizo hincapié en el «dolor» que vive la rea de conciencia al no poder ver a su hija de seis años, a quien no ve desde hace más de un año; así como «el sufrimiento de saber que su patria su patria está en manos de 2 desalmados», en referencia a la pareja presidencial conformada por Daniel Ortega y Rosario Murillo.
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Agrega que «toda ella es un grito de auxilio y demanda de libertad», por lo que exigen al régimen de Nicaragua la libertad inmediata de Dávila, así como la de los más de 190 presos políticos recluidos en las diferentes cárceles del país.
El Cenidh demandó una vez más a las autoridades policiales de la Dirección de Auxilio Judicial (DAJ) en Managua cesar el aislamiento y permitir que las visitas sean más frecuentes.
También exigen permitir que a todos los opositores secuestrados se les permita ver a sus hijas o hijos menores, así como la entrega y manejo independiente de alimentos.
En referencia al retrato hablado que se han hecho con alguno presos políticos recluidos en El Chipote —Félix Maradiaga, Juan Sebastián Chamorro, Juan Lorenzo Holmann Chamorro— el Cenidh denunció la gran diferencia que existe antes y después de la detención de los opositores, secuelas que también refleja Tamara Dávila.
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La opositora, de 41 años, quien era una mujer fuerte, expresiva y que usaba el cabello corto, se observa en un dibujo divulgado por su familia de pelo largo, rostro demacrado, y con el cuello y hombros esqueléticos.
«Me ha impactado muchísimo. Tamara ha perdido unas 40 libras (18 kilos), a tal punto que su cuerpo se ve distorsionado», dijo Sadie Rivas, prima de Dávila, en un video público.
Temen por la vida de Tamara Dávila y Ana Margarita Vijil
Por su parte, Josefina Gurdián, madre y abuela de las rehenes de la dictadura Ana Margarita Vijil y Tamara Dávila, respectivamente; aseguró a La Prensa que «el cáncer que más me mata es la cárcel de mi hija y mi nieta». Pinita, a como se le conoce en el ámbito nacional a Josefina, padece de cáncer de ovario, una enfermedad que cada día progresa.
Asimismo, reiteró su demanda al régimen de Daniel Ortega de la liberación inmediata e incondicional de las opositoras porque «no me puedo morir sin estar con ellas».

Pinita, de 78 años, manifestó que cuando llegue su momento de morir desea estar con su hija y nieta, porque no le gustaría que las presas políticas reciban la noticia en la cárcel, sería un golpe demasiado grande que no puede permitirse. «No estoy para adelantarme a morir», dijo.
Dávila, integrante de Unamos, fue secuestrada el 12 de junio de 2021 y condenada en febrero de este año a ocho años de cárcel por el supuesto delito de conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional.