Josefina Gurdián, madre y abuela de las rehenes de la dictadura Ana Margarita Vijil y Tamara Dávila, respectivamente; aseguró a La Prensa que «el cáncer que más me mata es la cárcel de mi hija y mi nieta». Pinita, a como se le conoce en el ámbito nacional a Josefina, padece de cáncer de ovario, una enfermedad que cada día progresa.
Asimismo, reiteró su demanda al régimen de Daniel Ortega de la liberación inmediata e incondicional de las opositoras porque «no me puedo morir sin estar con ellas».
Pinita, de 78 años, manifestó que cuando llegue su momento de morir desea estar con su hija y nieta, porque no le gustaría que las presas políticas reciban la noticia en la cárcel, sería un golpe demasiado grande que no puede permitirse. «No estoy para adelantarme a morir», dijo.
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Además, reveló al medio de comunicación que otro de sus temores es que la muerta no sea ella sino una de sus familiares en prisión como el caso del preso político Hugo Torres, quien falleció en febrero de este año bajo custodia policial.

«A Hugo (Torres) lo dejaron morir. Tuvo síntomas en la cárcel que no supieron atender cuando lo llevaron al hospital pues ya no tenía remedio. Era un hombre que entró totalmente sano. Yo creo que al estar ahí encerrado no recibió suficiente sol. El estar en esa situación va deteriorando a las personas», lamentó.
Pinita Gurdián sostuvo que la muerte de Torres la marcó porque ella y su esposo, el exministro de vivienda, Miguel Ernesto Vijil; comulgaron con el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Sin embargo, para ella es decepcionante que el hombre que arriesgó la vida por liberar de la cárcel a Daniel Ortega hace casi cincuenta años muriera en prisión a manos de su verdugo.
«Ah no! ¡Eso fue terrible! Sobre todo, porque conocía a Hugo Torres de cerca. Era un hombre buenísimo. Agradable. Muy congruente con sus ideales. Conocer su muerte fue tremendo. Eso le puede pasar a cualquiera de los que están ahí porque a veces es insoportable el calor y a veces es insoportable el frío, dependiendo del clima», destacó.

También, indicó que se encuentra «tranquila» porque las autoridades del Complejo Policial Evaristo Vásquez, conocido como «El Chipote», permitieron el ingreso de una colcha para su nieta Tamara Dávila. Se logró después de varias negaciones de recibir ropa de cama.
A Pinita le preocupa que, en el caso de Tamara, le sigan negado las visitas y llamadas de su hija de seis años. «Tamara no puede recibir ni el dibujo de la niña. Está encerrada completamente. Le entra el sol por un hueco y es el único que ha recibido en todo este año», detalló.

De igual forma, sufre por el encierro de su hija Ana Margarita Vijil y su nieta Tamara Dávila, quienes tienen 13 meses de estar cautivas en el Chipote. Ambas líderes enfrentaron juicios por menoscabo a la integridad nacional bajo la supuesta violación a la Ley 1055, Ley de Soberanía.
Las opositoras fueron arbitrariamente detenidas, en junio 2021, porque no se quedaron calladas y continuaron denunciando las violaciones a los derechos humanos que ha perpetrado la pareja presidencial contra el pueblo de Nicaragua, señaló Gurdián.