Monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, invitó a los nicaragüenses a no callar ante las injusticias ni temer a la persecución de quienes se «incomodan» por las denuncias.
En su homilía de este domingo, 26 de junio, monseñor recordó que «es grande la tentación de vender la conciencia al mejor postor y pactar con el mal y la injusticia», pero apegarse a los valores exige sacrificios.
«No hay profecía auténtica que sea barata. Cuando nos tomamos en serio el anuncio de la palabra de Dios, llamando a las cosas por su nombre y proclamando las exigencias de la misericordia y la justicia de Dios, tarde o temprano nos volvemos incómodos y corremos el riesgo de ser rechazados o perseguidos», advirtió el líder religioso desde la Iglesia Santa Ágatha, en Miami, Estados Unidos.
Añadió que «por eso algunos piensan que es mejor callarse, que es mejor no buscarse problemas, que es más prudente actuar como si no nos enteráramos de nada y evitar decir cosas que puedan disgustar» porque es el camino «más fácil», sin embargo, esto sería dejarse condicionar por intereses mundanos o miedo.
«Aunque tengamos que “fruncir el ceño” como hizo Jesús, no debemos echarnos atrás ni permanecer mudos y paralizados por el miedo», manifestó.
No obstante, monseñor Silvio José Báez dejó en claro que tampoco se trata de llenarse de rabia ni ser vengativos e intolerantes, sino «servir y hacer el bien» actuando con prudencia, paciencia y serenidad, rechazando todo tipo de violencia. «Hacer el bien no es para cosechar aplausos y aprobación de los demás».
«No se construye el mundo eliminando a quienes no piensan como nosotros (…) La rabia, la impaciencia, la intolerancia y la venganza, no producen más que sospechas, resentimiento, enemistad y violencias», dijo.
Monseñor, quien se vio forzado a salir de Nicaragua ante el incremento de la represión gubernamental contra la Iglesia católica, también rechazó la detención de las voces críticas. «Nadie debe ser acallado por pensar diferente al resto de las personas. Quien reprime o encarcela para silenciar a quienes resultan incómodos por su forma de pensar es un enemigo de la vida, alguien que expresa su cobardía aplastando las conciencias libres», declaró.
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«No nos acostumbremos nunca a ser reprimidos y silenciados. Luchemos para que en nuestro corazón, en nuestras palabras y también en las instituciones sociales, no haya espacio para la intolerancia y la exclusión (…) Unidos a Jesús, ni el miedo ni el rechazo podrán jamás condicionarnos ni detenernos», exhortó el líder católico.
Finalizó haciendo un llamado a detener los ataques entre las personas que persiguen el mismo objetivo. «¡Cuánta esterilidad y cuánto fracaso por no ponernos de acuerdo y descalificarnos recíprocamente! Abramos la mente y el corazón», dijo a una sociedad con una oposición fragmentada.
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En el último mes, el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo incrementó su persecución contra la Iglesia católica nicaragüense, llevando a la cárcel a un sacerdote en medio de una campaña mediática de desprestigio. El padre preso político Manuel Salvador García Rodríguez, párroco de Nandaime, fue acusado de agredir a una ciudadana, sin embargo, la acusación flaqueó cuando la presunta víctima se retractó. La postura de la mujer provocó que el régimen de Ortega también la encarcelara.
La dictadura terminó condenando a dos años de prisión al sacerdote García por cometer el supuesto delito de amenazas con arma contra cinco personas, mientras busca «pruebas» para inculparlo de agresión a la mujer presa. Ni la Conferencia Episcopal de Nicaragua ni sus líderes religiosos se han pronunciado al respecto.