En la homilía de este domingo desde la iglesia Santa Agatha en Miami, Estados Unidos, monseñor Silvio Báez predicó de la ascensión de Jesucristo y la misión de la Iglesia luego que ya no estaría en la tierra el hijo de Dios.
Basado en el Evangelio de San Lucas, el prelado comparó a los discípulas de Jesús con la Iglesia actual. «Así somos nosotros, como eran ellos. Somos personas con debilidades y limitaciones, con miedos y caídas, pero somos testigos de Jesús».
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«Caminamos entre el consuelo de Dios y las incomprensiones del mundo, muchas veces nos sentimos incapaces y nos parece que la misión recibida de Jesús es imposible de cumplir, pero somos sus testigos», afirmó el prelado.
En referencia al asedio constante que vive la Iglesia católica en Nicaragua a manos del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, el religioso expresó que a diario «somos amenazados y perseguidos por las fuerzas oscuras hostiles al evangelio, pero somos los testigos de Jesús. Somos nosotros a quienes Jesús ha confiado el anuncio del evangelio del Reino».
Exhortó que a la Iglesia toca llevar «el perdón de Dios a quien está caído y enjugar las lágrimas de quien está triste o se siente fracasado. Nos toca a nosotros defender la vida humana e introducir esperanza en nuestro mundo herido».
Luchar contra la falsa normalidad
En relación al tiroteo ocurrido en un colegio de primaria en Texas, Estados Unidos, donde murieron más de 20 niños, Báez señaló que a «como ha expresado recientemente la Conferencia Episcopal de Estados Unidos (…), nos toca a nosotros “implorar a nuestros funcionarios electos que nos ayuden a tomar medidas” para detener la “epidemia de maldad y de violencia” que sigue produciendo tantas víctimas inocentes y tanto dolor en las familias de este país».
Además enfatizó que «nos toca a nosotros también luchar contra la falsa normalidad que quieren imponer sobre los pueblos oprimidos los poderes despóticos. Nos toca a nosotros acercarnos a los pobres y a las víctimas llevándoles el consuelo de Dios y asegurándoles el triunfo de la justicia».
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«Todo esto es misión nuestra. No esperemos que Dios lo haga todo, no basta rezar. Aún con nuestros miedos y nuestra pobreza, debemos arriesgarnos. Somos los testigos del amor y de la vida nueva del Señor Resucitado», exhortó el obispo.
Monseñor Báez afirmó que «una de las más grandes tentaciones de la Iglesia es olvidarse del Espíritu Santo, no escuchar al Espíritu, no dejarse guiar ni fortalecer por el Espíritu. El Espíritu Santo es el fuego y el viento de Dios que guía y sostiene a la Iglesia, es la fuerza de Dios que nos consuela y nos defiende en toda circunstancia. Sólo el Espíritu Santo puede hacer de nosotros testigos valientes y gozosos de Jesús».
La homilía del obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua concluyó animando a la Iglesia católica de Nicaragua en que «Dios ha querido bendecir nuestros días grises, nuestras manos frágiles, nuestros corazones rotos. Vivimos y caminamos con la bendición de Jesús, con su bendición, nuestros humildes esfuerzos por amar, no se perderán; nuestra lucha por la verdad y la justicia dará su fruto; nuestro cansancio diario no será inútil».
Desde el exilio, en Estados Unidos, monseñor Silvio Báez se ha pronunciado en favor del pueblo nicaragüense y ha condenado los actuales ataques del régimen de Ortega contra líderes religiosos y la censura a medios de comunicación de la Iglesia católica de este país.