Arturo McFields, exembajador de Nicaragua ante la Organización de Estados Americanos (OEA), declaró al medio digital Despacho 505 que ha solicitado asilo político en los Estados Unidos, debido al constante acoso y las amenazas en su contra por parte de las «turbas de Ortega».
La decisión del exdiplomático se efectúa casi un mes después de denunciar a la administración de Daniel Ortega y Rosario Murillo ante el Consejo Permanente de la OEA por los atropellos perpetrados contra el pueblo de Nicaragua.
McFields dijo a Despacho 505 que se encuentra en un proceso de «asilo bajo una sección muy particular que aplica a embajadores que vienen de países con situaciones de alto riesgo y crisis».
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También, señaló que la respuesta a su solicitud de asilo podría tardar varios meses y por lo tanto, mientras obtiene un permiso de trabajo, cubrirá su estadía en el país norteamericano con sus propios recursos. «Tengo otra cobertura para poder estar aquí, trabajar y salir adelante durante ese tiempo», argumentó.
El 23 de marzo, el exembajador de Nicaragua tomó la decisión de «desnudar» a la dictadura de Ortega exponiendo en vivo las constantes violaciones a los derechos humanos de las que son víctimas los nicaragüenses.
«Denunciar a la dictadura de mi país no es fácil, pero seguir guardando silencio y defender lo indefendible es imposible», subrayó Arturo McFields durante una sesión del Consejo Permanente de la OEA.
Consecuencias de denunciar a Ortega
El también periodista manifestó al sitio web Despacho 505 que ha sido una decisión con muchas implicaciones tanto económicas, de seguridad y psicológicas.
«La implicación más importante es que siento que me rompieron las cadenas, puedo respirar, soy un hombre libre y no tengo que pedirle permiso a nadie para publicar un tuit, me siento libre y es una libertad extraordinaria que hace tiempo no experimentaba», resaltó.
Además, reveló que Ecuador fue uno de los países que le ofreció asilo cuando denunció a Ortega, ante la OEA, sin embargo han decidido quedarse en Estados Unidos «por el tiempo que sea necesario».
El exdiplomático indicó que continúa siendo objeto de amenazas desde las redes sociales, aseguró que «no le presta mucha atención» y por lo tanto, «está tomando medidas de seguridad correspondientes».
Recordó que los funcionarios de la dictadura de Ortega no pueden hablar con nadie, se autocensuran, padecen de humillación y maltrato psicológico. Con su renuncia sostiene que se ha reencontrado y ha sido como un «volver a casa».