Estados Unidos anunció este lunes que se unió a un equipo internacional para documentar los supuestos crímenes de guerra cometidos por Rusia en Ucrania, pero evita hablar todavía de “genocidio” en el caso de la masacre de Bucha, en las afueras de Kiev.
En una rueda de prensa, el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, informó que un equipo estadounidense de fiscales y expertos está respaldando a la unidad de crímenes de guerra de la Fiscalía General de Ucrania en la recopilación de pruebas que permitan llevar a Rusia ante los tribunales.
“EE.UU. está apoyando a un equipo multinacional de fiscales internacionales en la región para apoyar directamente los esfuerzos del fiscal general (de Ucrania) para recolectar, preservar y analizar pruebas de atrocidades, en búsqueda de una rendición de cuentas”, afirmó.
El portavoz de Exteriores aclaró que el equipo estadounidense trabaja desde fuera de Ucrania, a la vez que el Pentágono descartó por completo el envío de tropas a territorio ucraniano para recolectar pruebas.
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Estados Unidos hizo este anuncio tras conocerse el fin de semana la masacre de Bucha, un municipio que estuvo asediado por las tropas rusas durante semanas y donde, tras su retirada, se descubrieron cientos de cadáveres en sus calles, algunos con las manos atadas a la espalda.
Price aseguró que Estados Unidos cuenta con “informes creíbles” de torturas, violaciones y ejecuciones contra civiles supuestamente perpetradas en zonas dominadas por las tropas rusas, y condenó la “negación desvergonzada” hecha por Moscú de estos hechos.
JUZGAR LOS CRÍMENES DE GUERRA
Hace tres semanas que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, califica a su homólogo ruso, Vladímir Putin, de “criminal de guerra”, pero subió el tono este lunes al pedir que sea juzgado por lo ocurrido en Bucha.
“Tenemos que conseguir todos los detalles para que pueda haber un juicio por crímenes de guerra”, dijo Biden en declaraciones a la prensa en la Casa Blanca, en las que calificó a Putin de “tipo brutal” y tachó de “indignante” lo que ha pasado en esa localidad al noroeste de la capital ucraniana.
Por ahora, la Casa Blanca no tiene diseñada una estrategia para llevar a Rusia ante la Justicia, y pretende consultar con sus aliados si acudir a la Corte Penal Internacional (CPI) es la mejor opción.
Estados Unidos no es miembro de la CPI, con sede en La Haya, y ha sido crítico con ese tribunal internacional en el pasado.
“Obviamente, la CPI es un foro en el que se han juzgado crímenes de guerra en el pasado, pero ha habido ejemplos también de otros mecanismos que se han creado en otros conflictos”, indicó el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, en una rueda de prensa.
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A pesar de la insistencia por juzgar los “crímenes de guerra” de Rusia, tanto Biden como su asesor evitaron este lunes usar el término “genocidio”, que el mandatario ucraniano, Volodímir Zelenski, sí que ha utilizado para referirse a Bucha.
“Hemos visto atrocidades, y hemos visto crímenes de guerra. Todavía no hemos visto una privación sistemática de la vida del pueblo ucraniano que se eleve al nivel de un genocidio. Pero eso es algo a lo que seguiremos atentos”, remarcó Sullivan.
GIRO EN LA GUERRA
Todas las agencias estadounidenses coinciden en que la guerra, iniciada el pasado 24 de febrero, ha dado un vuelco con la decisión de Moscú de reubicar las tropas de las inmediaciones de Kiev.
Según Sullivan, Rusia está “revisando sus objetivos” y ahora planea centrarse en el este —donde se encuentra la región del Donbás— y en parte del sur de Ucrania, en lugar de tratar de invadir todo el país.
“Es muy probable que la próxima fase en este conflicto sea larga. No deberíamos caer en el engaño de que Rusia ajustará sus tácticas, que han incluido y probablemente seguirán incluyendo ataques descarados y sin sentido contra objetivos civiles”, indicó.
En la misma línea, el portavoz del Pentágono, John Kirby, confirmó que la mayoría de grupos tácticos rusos de las afueras de Kiev han comenzado a reubicarse en otras zonas, por lo que “ha disminuido” la amenaza de una ocupación rusa de la capital, que era uno de los principales objetivos del Kremlin al inicio de la invasión.