El cronista deportivo y preso político Miguel Mendoza pudo ser visitado por sexta ocasión por sus familiares en la Dirección de Auxilio Judicial, conocida como «El Nuevo Chipote» en Managua.
Margin Pozo, pareja del reo de conciencia, informó que luego «de dos meses de la última visita, gracias a Dios pudimos ver a Miguel —Mendoza—; (y) pudimos constatar su estado de salud».
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«Pudimos conocer su estado de ánimo y nos alegra saber que siempre se encuentra con buen humor, con ese carisma que lo caracteriza, a pesar de las condiciones críticas e inhumanas en las que se encuentra y fortalecido en fe. Creyendo en Dios, creyendo en sus milagros, y eso nos conforta a nosotros como familia», agregó Pozo.
La periodista dijo que las condiciones para Mendoza no han cambiado, porque a pesar de que el juez orteguista Luden Martín Quiroz García lo condenó a nueve años de prisión por el supuesto delito de «conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional», la Policía continúa interrogándolo.

«Lamentablemente las condiciones siguen siendo las mismas, condiciones inhumanas, continúan las interrogaciones después de la lectura de sentencia. Pensábamos que estos ya se iban a acabar, pero continúan estas interrogaciones de manera constante», declaró.
Además, denunció que el opositor sigue recluido en una celda de castigo, donde hay poca luz, «donde no se soporta el calor, imagínese estar encerrado en esas cuatro paredes donde solo le pasan la comida por una ventanita pequeña. Eso debe ser insoportable en el día y en la noche debe ser peor», expresó Pozo al periodista Gerall Chávez.
Con problemas físicos
Otra de las situaciones anómalas que sufre el periodista encerrado en «El Nuevo Chipote» es que no se le ha permitido una almohada, la que el preso político ha solicitado tras presentar dolores en el cuello.
«Lo ha solicitado de manera reiterativa, pero le dicen que no es posible (…) Pedimos que se le permita el ingreso de esa almohada porque realmente la necesita», detalló.
Miguel Mendoza también ha presentando dolores en el corazón. «Como familia a nosotros nos preocupa porque con estos problemas de calor y estar encerrado, podría presentar alguna situación peor, Dios quiera que no», subrayó.
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«También sigue presentando su problema crónico en la garganta; eso ha estado empeorando. Pese al tratamiento que le hemos llevado no se ha disminuido», agregó Margin Pozo.
Se conoció además que el secuestrado por la dictadura de Ortega ha perdido mucho peso. Actualmente, pesa 150 libras, «antes de llegar a ese lugar (a El Chipote) pesaba 183 libras. Eso nos preocupa porque ha presentado síntomas de ácido úrico».
«A él (Miguel Mendoza) se le concentra —el ácido úrico— en los tobillos; me dijo que hace un mes no podía caminar porque le dolían los pies», afirmó la compañera de vida de Mendoza.
Exigen su libertad y que pueda ver a su hija
La familia de Miguel Mendoza insiste en su demanda de libertad inmediata. «Seguimos demandando la libertad de Miguel, porque es inocente, es un cronista deportivo y ha ejercido su profesión por casi 30 años, y ser periodista no es un delito, compartir su opinión (en redes sociales) o es un delito…», declaró.
Además, demandan que se le permita poder ver a su pequeña hija, la que no ha podido verla desde que fue secuestrado por la Policía orteguista. «El 21 de marzo se cumplen nueve meses que la hija de Miguel no lo ve, no lo abraza, la niña ha llegado a preguntar que si está vivo. Miguel ha solicitado poder ver a su hija, pero le han dicho que no está ha permitido», expresaron.

«Es injusto e inhumano lo que está sucediendo. Miguel es inocente. La libertad de expresión es un derecho constitucional en Nicaragua, así lo establece el artículo 30. Ser periodista no es delito. Todo lo que ha sucedido desde el 21 de junio (2021) ha sido muy pero muy injusto», concluyó Margin Pozo.
Mendoza está cautivo desde el 21 de junio del 2021 cuando se encontraba afuera de su vivienda. Un día después de su detención agentes policiales allanaron su vivienda. Según su esposa «lo único que pudieron llevarse fueron nuestros celulares y una cámara (dañada) que teníamos de recuerdo desde hace siete años».