En el marco del Día Internacional de la Mujer, la Articulación Feminista de Nicaragua denunció que las mujeres se han convertido en objeto de persecución, acoso y ataques por parte de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, quienes se han encargado de cerrar e ilegalizar organizaciones que trabajan en pro de la defensa de los derechos humanos y de mantener una «campaña permanente de descalificación» contra ellas.
La organización señaló este 8 de marzo que el matrimonio presidencial ha acabado con la independencia de los poderes del Estado en Nicaragua, y ha impuesto un régimen autocrático en el país, a través de la corrupción y represión; lo cual genera, que no exista institución estatal a donde los y las nicaragüenses puedan acudir para reclamar justicia por las violaciones a sus derechos.
En el comunicado divulgado en redes sociales, recalcan que «las feministas nicaragüenses que históricamente hemos luchado contra las dictaduras, nos hemos convertido en uno de los blancos principales de ataque por parte del régimen».
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Asimismo, destacaron que el régimen de Ortega progresivamente ha acabado «con el pluralismo político, y el derecho a la participación ciudadana, incluyendo el sufragio universal, para imponer de facto un régimen autocrático y rapaz».
La Articulación dice que «la sociedad nicaragüense particularmente durante los últimos cuatro años, ha sufrido una sistemática violación de sus derechos humanos y constitucionales, en medio de un clima creciente de persecución e impunidad. No hay ninguna institución del Estado a donde podamos acudir para reclamar justicia».
Las feministas enfatizaron que mientras el mundo se enfrenta a una posible guerra, Ortega-Murillo continúa avanzando «en su afán de perpetuarse en el poder», sin importarle el costo y las consecuencias de esto; y sobretodo, «sin que la comunidad internacional pueda frenarlo en sus ambiciones desmedidas».
RÉGIMEN CON DOBLE DISCURSO: ABOGA POR LOS DERECHOS DE LAS MUJERES Y LAS VIOLENTA
La vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, en un sinnúmero de ocasiones ha abogado por la equidad de género, pero esas palabras solo quedan en discurso. Su régimen mantiene encarceladas a 14 mujeres presas políticas y ha desmantelado a organizaciones que trabajan en la defensa de los derechos de las féminas.
La Articulación Feminista señaló que Ortega-Murillo «como todos los poderes autoritarios, no tolera este régimen que las feministas desmontemos su falso discurso de equidad de género, poniendo en evidencia las profundas brechas de desigualdad, pobreza y violencia que sufre la mayoría de mujeres, niñas y adolescentes, incluyendo los femicidios que han cobrado la vida de 80 mujeres en los últimos catorce meses».
Subrayaron que «la ausencia de políticas públicas para prevenir la violencia machista; los trabajos precarios y bajos salarios; la mala calidad de la educación pública a todos los niveles; la ausencia de políticas integrales de salud, incluyendo la salud sexual y reproductiva; el racismo y la falta de protección a los derechos de las mujeres indígenas y afrodescendientes; la discriminación que sufren los cuerpos disidentes, forman parte de nuestra realidad cotidiana».
Además, las feministas denunciaron el encarcelamiento de más de 170 nicaragüenses, que permanecen cautivos en las cárceles de la dictadura de Ortega-Murillo, incluyendo a las 14 mujeres presas políticas.
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«Han sido acusadas y condenadas por delitos falsos, contemplados en leyes aprobadas precisamente con ese propósito. Se les ha negado hasta los más elementales derechos como el de tomar sol, recibir asistencia médica, ver a sus familiares y contar con una defensa privada. Algunas ya han sido condenadas a penas hasta de 13 años», indicaron.
Resaltaron que , «aunque este 8 de marzo las feministas nicaragüenses no podremos realizar ningún acto de conmemoración, junto a nuestras hermanas de Centroamérica, América Latina y el mundo volvemos a gritar: ¡No a la guerra, No a las dictaduras, No al machismo!».
En Nicaragua, desde la llegada de Ortega a la Presidencia de la República, el derecho a la movilización se fue reduciendo paulatinamente. Los grupos feministas mantuvieron firme su voz en alto parlante para exigir el respeto de sus derechos, eso les valió la persecución del régimen, lo que se acentuó con la crisis de abril de 2018.