Desde el cinco de junio de 2021, Tamara Dávila no ve a su hija menor de edad. Han pasado 229 días y el régimen de Daniel Ortega se niega a que la presa política tenga la más mínima comunicación con su pequeña. La dictadura de Nicaragua decidió encarcelar a la opositora por supuestamente violar la Ley 1055 o Ley de Soberanía. La acusa de «conspiración para el menoscabo de la integridad nacional» y «traición a la patria».
La situación está afectando psicológicamente a la rehén de Ortega y a la niña. Josefina Vijil, madre de Tamara Dávila, contó que tras la quinta visita que le permiten a la miembro de la Unidad Nacional Azul y Blanco (Unab) en más de siete meses de encierro decidió llevar a su nieta a la playa para transmitir el mensaje que le enviaba su madre desde las celdas de la Dirección de Auxilio Judicial, conocida como «El Nuevo Chipote».
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«Me llevé a mi nieta al mar y le di los mensajes que su mamá le enviaba, lloramos juntas y, en la puesta de sol, lanzó 2 conchitas al mar con sus ojitos cerrados. Luego me confesó sus deseos: que mamá regrese para siempre y que acabe el COVID», relató Vijil a través de su cuenta de Twitter.
Dávila, también miembro de la Unión Democrática Renovadora (Unamos), ha pedido en reiteradas ocasiones que le permitan al menos una llamada telefónica a su hija, pero su petición nunca se toma en cuenta.
Recientemente, Ana Lucía Álvarez Vijil, hermana de la presa política, declaró que esa constante negativa representa una «doble violación: al derecho de ella (Tamara Dávila) de ver a su hija y al derecho de la niña de poder crecer con la comunicación de su mamá. Ni siquiera una llamada telefónica en ocho meses. Eso ya está afectando fuertemente la salud física y emocional de Tamara. La persona que la fue a ver la encontró en situación de mucha tristeza por eso. A través de eso el régimen quiere quebrantarle».
En declaraciones a Artículo 66, Álvarez denunció las diarias torturas psicológicas que sufre su hermana. En los interrogatorios, los operadores del orteguismo, con un afán claro de atormentarla, «le dicen que es una mala madre que dejó a su hija abandonada por meterse a las protestas».
Además, manifestó que las condiciones carcelarias siguen inalterables: mala alimentación, luz encendida 24 horas, aislada, continúa en solitario y en una celda empernada.
Ortega tiene a más de 170 rehenes políticos, de los cuales más de 40 se encuentran en «El Nuevo Chipote», detenidos de mayo a noviembre de 2021 y considerados los líderes de la oposición, que aglutina a directivos políticos, activistas, exdiplomáticos, miembros de Unamos y precandidatos presidenciales.