Según la Comisión Económica para América Latina (Cepal), la economía de Nicaragua tendrá una de las tasas de crecimiento económico más escasas del continente durante el 2022, a diferencia de las expectativas del régimen orteguista que le ha llamado «año de la recuperación económica». Al cierre de 2021, el país centroamericano registra un 7% de inflación.
De acuerdo al Banco Central de Nicaragua (BCN), el Producto Interno Bruto (PIB) estaría cerrando el 2021 con un rango de crecimiento de entre el 7.5% y el 9.5%, algo extraordinario luego de tres años de una grave contracción económica derivada de la crisis política iniciada en el 2018 y el impacto de la pandemia de COVID-19, aún vigente.
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El reciente análisis de la revista Forbes Centroamérica refleja que Nicaragua es uno de los países menos preparado para enfrentar los estragos económicos de la pandemia para el próximo año, al igual que Venezuela, que se ubica un peldaño más abajo que el país centroamericano. Ambas naciones enfrentan una grave crisis económica desarrollada por las crisis políticas de ambos regímenes.
El presidente del BCN, Ovidio Reyes, manifestó que «los buenos resultados de la actividad económica observados a septiembre, motivan al Banco Central de Nicaragua a realizar un ajuste hacia el alza a nuestra estimación de crecimiento económico para 2021, que ahora pasa de un crecimiento económico esperado de entre 6 y 8 por ciento a un crecimiento económico de entre 7 y medio y 9 y medio por ciento», pero los informes internacionales muestran lo contrario a la actual realidad del país.
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Según Cepal, los países de la región que más crecerán son Panamá, con un 8.2%; República Dominicana, con un 5.5%; El Salvador, con un 4.6%; y Perú, con un 4.4%. Mientras que Nicaragua apenas crecerá un 1.8% más que Venezuela quien es el último en la lista con un crecimiento de 1%.
Los pronósticos económicos para Nicaragua con la reelección de Daniel Ortega y su mujer Rosario Murillo son desfavorecedores debido al rechazo internacional al que se enfrenta su régimen y la reducción de apoyo económico de países claves para el desarrollo. Los economistas valoran que quienes más sufren estos estragos son los ciudadanos «de a pie», quienes ven reducido su poder adquisitivo y enfrentan el aumento de los precios en los productos.