Las Juntas Receptoras de Voto (JRV) abrieron sus puertas a las siete de la mañana como se tenía previsto el siete de noviembre. Pero quienes estaban a cargo de las mesas electorales iniciaron su día a las cuatro de la madrugada. Los Consejos del Poder Ciudadano (CPC) llegaron sacarlos a sus casas antes de lo previsto para que no hiciera falta ninguno, relatan algunos de los que estuvieron presentes en el proceso orquestado por Daniel Ortega.
Artículo 66 logró conversar con algunos, quienes pidieron mantener su identidad bajo condición de anonimato para evitar represalias. Esos miembros de mesas señalan que para los CPC no había excusa válida. Aunque se arrepintieran a última hora o argumentaran problemas personales debían presentar. La amenaza era clara: O iban o terminaban en la cárcel.
«Soy madre de un niño de cinco meses que aún necesita tenerme cerca, pero tuve que trabajar en las mesas porque mi esposo trabaja para el gobierno así que era obligatorio. Yo ni siquiera fui a las reuniones porque no quería participar, pero venían casi todos los días a mi casa a recordarme el compromiso que tenía. El sábado, seis de noviembre, yo les dije que no quería participar, entonces, el CPC del barrio vino con un policía que traía unas chachas y me dijo; vos ves si participás o no, pero ya sabés. En forma de amenaza», dijo a Artículo 66 una de las ciudadanas que estuvo en las mesas electorales.
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La ciudadana no tuvo más alternativa que cumplir su rol como Policía Electoral. Aseguró que en su recinto esperaban a 350 votantes en conformidad con los que llegaron a verificarse, pero «todos llegaron de mañanita a votar (los orteguistas), porque los CPC ya les habían dicho que llegarán desde temprano. A las 10 de la mañana eso estaba vacío, en el transcurso del día solo llegaron como 11 personas más. De 350 votantes que esperábamos solamente llegaron 130 entre los que se cuentan casi nueve votos nulos».
Otro de los miembros de mesa asegura que en su recinto también llegaron todos de mañana «a más tardar a las once allí ya no había nada, nos estábamos durmiendo más bien», afirma. El participante asegura que esperaban a 450 personas y solamente llegaron a votar 140. Hubo 15 votos nulos.
Los entrevistados coincidieron en que todos los simpatizantes sandinistas llegaron a votar de mañana y luego los encargados de la zona no sabían como llenar los recintos «por eso es que andaban de casa en casa sacando a la gente, para que los centros de votación se vieran llenos, pero la gente estaba difícil», sostienen.
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La joven madre obligada a participar afirma que «todos debían quedarse hasta la finalización de conteos al menos de su recinto, para luego ir a celebrar “el triunfo de Daniel Ortega”, era prácticamente exigido». Añadió que días antes ya sabían que iban a ganar con el 70 %. «Es algo que el CPC me dijo, que se estimaba que el Frente Sandinista ganara con ese porcentaje. Ya tenían todo preparado», contó.
Después del mediodía la poca afluencia de ciudadanos en los centros de votación fue notoria, las personas decidieron quedarse en sus casa y no participar en la «elecciones fraudulentas» montadas por los Ortega-Murillo. «Ellos ya sabían lo que iban a hacer, pero necesitaban afluencia de gente, para hacer creer que las ganaron de la manera que dicen con casi el 80 % de respaldo», refirió uno de los entrevistados.
Esa fue la práctica. Amenazaron hasta donde pudieron, intimidaron de todas formas. Llegaron con insistencia a buscar al personal de las juntas de votos. Y presupuesto la mayoría eran trabajadores del Estado y estudiantes de universidades estatales y de capital del ejército. PERO ERA EL MOMENTO DE HACER PATRIA Y SE VOTO POR LA PATRIA.