América Latina avanza en alcanzar sus libertades, a excepción de las dictaduras de Venezuela y Nicaragua, indica el reciente informe anual de Latinobarómetro.
La consultora chilena ubica a Nicaragua como una «dictadura» o «sultanato familiar» debido a que desde el 2018 comenzaron los años más trágicos para el país, en donde la democracia se ha visto altamente afectada.
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«Hoy el régimen de Daniel Ortega es una suerte de “sultanato” formado por sus familiares, quienes controlan los centros de poder del Estado. Nicaragua pasa de la dictadura de derecha con Somoza a una dictadura de izquierda de quien lo derroca, con un breve período democrático entre ambos» resalta la publicación.


El informe subraya que «el sultanato de los Ortega comenzó a construirse en 2017, cuando nombró vicepresidenta a su esposa Rosario Murillo. Ortega gobernó de 1979 a 1990 y luego desde 2007 hasta hoy. En su cuarta y última elección, en 2016, de dudosa legitimidad, al igual que Morales en Bolivia, no se quería ir».
El Latinobarómetro sostiene que la elecciones del 2016 fueron una farsa de una dictadura familiar, debido a que al dictador Daniel Ortega tiene más de 30 años en el poder, y es el gobernante latinoamericano que más tiempo ha permanecido como «presidente». Varias generaciones nicaragüenses no conocen a otro gobernador de su país.
Por su parte, la consultora plantea que la pandemia del COVID-19 no ha creado ninguna dictadura en latinoamericana, «las que existen hoy estaban presentes antes que llegara el coronavirus a la región» y destaca que la situación del virus «ha acelerado y visibilizado situaciones de desigualdad y pobreza antes muchos más ocultas».
Ortega cogobierna con su familia en Nicaragua
Daniel Ortega gobierna desde 2007 e intenta quedarse en el poder, señala el Latinobarómetro en relación a las eventuales elecciones a celebrarse el siete de noviembre en Nicaragua.


«Su familia cogobierna con él, partiendo por su esposa Rosario Murillo, vicepresidenta designada en 2017» de tal modo que Nicaragua pasa con ello a ser un «sultanato» más que una democracia, indica el informe anual.
Añaden que «el país dejó de ser democracia y en esta seudo elección se está comportando como una dictadura al apresar a los candidatos opositores. Los hechos impiden del todo llamar las elecciones de noviembre “una elección”; se trata, más bien, del uso del mecanismo electoral, por un dictador, para vestirse de legitimidad».