Después que senadores estadounidenses pujaran por sanciones contra el dictador Daniel Ortega y a cinco semanas de que se consuma el fraude electoral, el mandatario nicaragüense volvió a atacar a los obispos de la Iglesia católica y opositores, acusándolos de terroristas y de llevar a cabo un “golpe de Estado”, organizado, según él, por el Gobierno de los Estados Unidos.
Durante un acto en ocasión del 142 aniversario del natalicio y el 109 de la muerte del héroe nacional, Benjamín Zeledón, el dictador destacó que los presos políticos —entre ellos aspirantes a la presidencia—, son los que participaron de ese supuesto golpe de Estado, en contubernio con los líderes de la Iglesia católica que fungieron como mediadores en el fallido Diálogo Nacional de 2018.
“¿Qué hicieron? invertir millones, trasegar ese dinero a través de diferentes organismos, lavar dinero, delito penado a nivel mundial, y utilizar ese dinero para armar, organizar y lanzarse al derrocamiento del gobierno legítimo”, dijo.
“Ahí está el documento donde en una reunión se presentaron con todos los puntos los señores obispos, como que fuesen una autoridad electa, nos leyeron el ultimátum donde nos daban 24 horas para entregar el gobierno, el Poder Judicial, la presidencial, el Poder Electoral, la Asamblea Nacional, entregar todo (…) y ellos firmando en nombre de los terroristas sirviendo al imperio, en medio de la sangre, el dolor, no pedían, exigían el retiro de todas las autoridades y que se instalaran los terroristas en el gobierno junto con los yanquis”, agregó.
Noticia relacionada: Ortega reconoce impacto del Covid-19 y reclama “solidaridad” a las grandes potencias, mientras ataca a EE.UU
Acto seguido, Ortega afirmó que los responsables de estos “actos de terrorismo”, refiriéndose a las protestas de ciudadanos contra su régimen, no eran los que estaban en los tranques, sino los de “cuellos blancos, los que no se ensucian las manos, los que se siente intocables. Esos que están procesando ahora son vírgenes puras, son terroristas, son los que alentaban, son los que llevaron el documento de los terroristas, esos obispos son terroristas también, en otros países estarían juzgados”, siguió despotricando el dictador.
En un mensaje cargado de odio y distorsión de los hechos, el dictador señaló que ante estos actos su gobierno tuvo que “recuperar la paz”, pero no mencionó que esa supuesta paz dejó a miles de exiliados, opositores secuestrados y un saldo de más de 325 ciudadanos asesinados por la Policía y paramilitares al servicio de su régimen, según constató la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).


Defiende las vacunas de sus aliados
Dentro de su trillado discurso, Ortega tomó un tiempo para defender las vacunas cubanas que están en el centro de atención por su pronta aplicación en Nicaragua y porque estas no cuentan con la aprobación de organismos internacionales de salud. El mandatario reprochó que estos reconocimientos solo lo tienen los fabricantes de las grandes potencias del mundo, mientras alabó que Cuba ha logrado “estar a la par de esos países desarrollados”, que “la sancionan, que la bloquean y agreden”.
“Nosotros esperamos que más pronto que tarde se reconozca la efectividad, la validez de las vacunas que se están fabricando y que están siendo perseguidas. Ha pasado con las vacunas de Rusia, de China, y así con otras vacunas que han querido descalificar simplemente porque no están siendo fabricadas en los países donde está en toda su maldad el capitalismo salvaje haciendo negocio con la vida de los habitantes del planeta tierra”, afirmó Ortega.