El dictador Daniel Ortega se diluyó durante una hora y media en una pretendida «clase de historia» para hablar sobre la colonización española, las imposiciones de la iglesia católica contra los indígenas, la conquista y la esclavitud. También culpó, como siempre, al «capitalismo salvaje» y a la invasión estadounidense de 1856 de las tragedias de Centroamérica.
«En total 500 años de lucha para forjar la determinación, la independencia de nuestros pueblos», dijo Ortega intentando mostrar su arenga anti Estados Unidos, pero eso sí, siendo más cauteloso con no ser abiertamente confrontativo con su «enemigo» histórico.
Tratando de estar a tono con la fecha, Ortega aprovechó para arremeter contra los «vende patria de ahora», sin mencionar a nadie en particular, aunque en sus cárceles tiene presos a unos 35 opositores, activistas, precandidatos presidenciales, periodistas y defensores de derechos humanos, a quienes ha enjuiciado y mantiene bajo aislamiento total, acusados por ese delito de «traición a la patria».
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«Los que quieren ser colonia de Estados Unidos, los vende patria vienen con la esencia del modelo capitalista, que es la antítesis del cristianismo. Esas actitudes, esos comportamientos diabólicos, donde salen los vende patria, que no son de ahora. Los primeros vende patria son los que defendieron el dominio de España», dijo Ortega frente a una audiencia de estudiantes de secundaria que lo escuchaban aburridos.
Sobre España, «queremos buenas relaciones, lo único que pedimos es que nos respeten»
Semanas después de que el gobierno de Ortega emitiera un extenso comunicado cargado de insultos y bajezas, y en otra contradicción con el evento histórico que celebraba, el dictador tuvo que agradecer al gobierno y reino de España por la entrega de vacunas contra el COVID-19.
«… y hemos agradecido a España, que han llegado de España hace poco, han llegado vacunas, nuevamente, lo agradecemos al pueblo y gobierno español, al rey de España, y se lo agradecemos, nos ha saludado, con motivo de esta fecha, nos han enviado un saludo, y se lo agradecemos, lo agradecemos el saludo. Nosotros queremos buenas relaciones con todos los países del mundo, y lo único que pedimos es que nos respeten, nosotros no nos andamos metiendo en los aspectos particulares, específicos, en las decisiones que toma cada país, y que sigan contribuyendo, porque esta es una forma de combatir la pobreza, desarrollar a un pueblo, desarrollar a un país», dijo casi en tono de súplica el tirano, dejando de lado su altanería.
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El pasado 10 de agosto, el régimen de Ortega dejó de un lado la diplomacia para lanzar ataques vulgares contra el gobierno de España, a quien primero le reclamó por entrometerse en «los asuntos internos que solo corresponden a nuestro país y a nuestro pueblo», y luego terminó acusándolo de cometer «crímenes de odio y de lesa humanidad y terrorismo de Estado».
En esa arremetida, el gobierno sandinista acusó al gobierno español de tener «conexiones» con grupos terroristas y paramilitares, la impunidad en supuestos crímenes «de odio y de lesa humanidad», y hasta lo retaron «a abrir las puertas sin represión, o persecución, o violencia desmedida, a la libre decisión y votación sobre los estatus que cada país de ese, por hoy, Estado centralizado, demanda, reclama y exige (…) Les desafiamos a permitir la libre participación en votaciones y elecciones, sin amenazas, intimidaciones, o cárcel para los líderes», dice la dictadura de Ortega, como intentando enlodar con sus propios abusos a otros países que denuncian la represión del régimen sandinista, con esos mismos términos.
Las últimas declaraciones, en un tono menos altanero, fueron brindadas por el caudillo sandinista durante el acto en conmemoración del 200 aniversario de la Independencia de Centroamérica. Ortega estuvo acompañado su esposa Rosario Murillo; del presidente de la Asamblea Nacional, Gustavo Porras; la presidenta del Consejo Supremo Electoral, Brenda Rocha; y las jefaturas del Ejército y la Policía. Entre la audiencia tenía a jóvenes acarreados por la Juventud Sandinista que vestían camisetas con la leyenda de «Soberanía en mi tierra 2021».
El mandatario estuvo flanqueado por las banderas centroamericanas y, como ocurre pocas veces, excluyó de la tarima la bandera rojinegra del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), un símbolo partidario que Ortega y Murillo han convertido en estandarte de su gestión pública.