El escritor nicaragüense Sergio Ramírez Mercado considera que los cargos que le imputa el régimen orteguista «son risibles», son cargos «sacados de la manga, del sombrero del mago» y asegura que es la dictadura que proclama odio todos los días. Su acusación, aclara, no es inventada solo para él, sino para las más de 30 personas que fueron capturadas desde finales de mayo de 2021. «Eso es muy propio de los regímenes fascistas», advirtió.
En una extensa entrevista con la BBC, el escritor reveló que el detonante para que saliera a su segundo exilio fue la retención aduanera de su novela “Tongolele no sabía bailar”, que retrata los acontecimientos del 2018. Desde hace 10 días, el libro está retenido en las bodegas de Aduana, estas serían entregadas a solicitud de los distribuidores y librerías.
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«Era la primera vez en mi vida que un libro mío era prohibido en Nicaragua. Bajo Somoza mis libros nunca fueron prohibidos. Empezamos a ver con la editorial cuál era la situación», señaló.
Tras conocer sobre los cargos penales que le imputan, Ramírez dijo que lo primero que pensó fue en su familia que aún está en Nicaragua, su hermana, hijos y en sus libros. Su biblioteca de más de 8 mil libros está a merced del régimen que en cuestión de días podría allanarla. «Pensé en unas botas militares entrando en mi casa, rompiendo puertas, porque entran con mucha violencia cada vez que hacen un allanamiento, manoseando mis libros, mis papeles de escritor», aseveró.
«Conmueve el hecho de que se esté violentando la figura de un escritor. Al violentar a un escritor se violentan sus libros, se violenta su mundo imaginario, su mundo de creación literaria. Me parece que es lo que ha despertado mayor alarma en el mundo. Yo no estoy preso, no estoy amenazado de prisión por el hecho de amenazar esas elecciones que ya ni siquiera existen. Estoy preso por una venganza por ser un escritor. Un escritor que es todo lo contrario a la mediocridad del régimen que representan», agregó.
El ganador del Premio Cervantes sentenció que «todo régimen termina agotándose. Mientras un régimen más concentra poder, más se debilita. Parece paradójico, pero así es». Aseguró que un régimen más cierra los caminos, más concentra poder, más abusos comete y reduce las posibilidades de que un país respire, más se está cerrando sus propias puertas.
«Mientras más poder acumula una persona, más abusos comete y mientras más quiera quedarse en el poder se multiplican aún más los abusos. Esa es la identidad que hay entre ambos (Somoza y Ortega), la negación de la democracia y la disposición de cometer todos los abusos que considera necesarios para sostenerse en el poder».
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El escritor apuesta por una salida pacífica a la crisis sociopolítica de Nicaragua porque, advierte, que una guerra civil, donde haya derramamiento de sangre, no va a darse. Manifestó que las puertas a la política «están totalmente cerradas» pero sí seguirá hablando, criticando y dejará escuchar su voz.
«Tiene que haberla. Tiene que ser política la salida, porque una guerra civil no va a darse, ni yo deseo que se vuelva a dar, un nuevo derramamiento de sangre que resulte otra vez en un caudillo triunfante se apodere del poder para siempre», remarca.
«Esa ha sido la historia de Nicaragua y esa historia hay que romperla en algún momento. No sé cómo ni cuándo. Pero al menos yo pongo mi fe en que ese momento debe llegar», dice de forma optimista. .
«En Nicaragua se cerraron todas las puertas de la democracia, la represión es cada vez mayor, las elecciones de noviembre no son tales, no habrá elecciones y la gran responsabilidad del mundo, de los gobiernos, es si van a reconocer o no a Daniel Ortega como presidente electo de Nicaragua. Me parece que sería una atrocidad extender el reconocimiento diplomático a una dictadura que se está valiendo de todos los medios posibles, ilegítimos y abusivos para perpetuarse en el poder, destruyendo la posibilidad de que el pueblo de Nicaragua elija libremente», enfatizó.