Monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de la Diócesis de Estelí, envió un fuerte mensaje a la pareja de dictadores nicaragüenses Daniel Ortega y Rosario Murillo, dijo que no quieren escuchar la verdad de Dios y que pretenden «sustituirlo colocándose en su lugar, tomándose las prerrogativas y derechos» que solo le corresponden a Dios como el derecho a la vida, «llegan a sentirse dueños de nuestras vidas», espetó Álvarez.
En alusión a Ortega y Murillo, el jerarca católico, manifestó que estos pretenden que «pensemos y actuemos como ellos» y que todo lo que disiente de tal postura es para el régimen «una lesión a la soberanía de la que ellos se han constituido jueces y dueños».
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Monseñor Álvarez aseguró que «los poderosos» pretenden hablar en nombre de Dios y hasta hacerse su «propia seudoreligión sobre el mundo porque pretender ser el centro del mundo. Se han creído sus propias verdades como las grandes verdades y peor aún como verdad absoluta».
El obispo de Matagalpa manifestó que la Iglesia no está para «satisfacer los caprichos de nadie», que la Iglesia solamente está para defender al pueblo porque «la Iglesia es el pueblo». Desde abril 2018, la Iglesia abrió sus puertas y fue refugio para las decenas de manifestantes que fueron heridos y perseguidos por la Policía orteguista, fue invitada por el régimen para organizar y mediar un fallido Diálogo Nacional y más tarde Ortega los acusó de golpistas y otro sinfín de peyorativos contra los obispos y sacerdotes.
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«Ellos son su propio mundo, viven su propio mundo, ajeno al que vive el pueblo de dolor, sufrimiento, hambre, desempleo, exilio, migración. Los poderosos se crean su propia verdad y hasta se creen sus propias mentiras, viven en un mundo surrealista, deciden medias verdades que son peores que las falsedades, se inventan aparentes verdades, dicen falacias y sofismas, es decir, mentiras con apariencia de verdad», enfatizó.
«Quisieran que la Iglesia fuera como los perros mudos, que la Iglesia no hablara, no denunciara la injusticia, más aún, quisieran que la Iglesia les haga de cortesanos o que la Iglesia haga de su cortejo», agregó.