La Iglesia católica y sus sacerdotes son el blanco perfecto para los ataques de la dictadura de Daniel Ortega. En reiteradas ocasiones la pareja presidencial ha lanzado virulentos discursos. En su letanía de mediodía del tres de agosto, la vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, los tildó de «iracundos, amargados y perversos».
Un día después, el cardenal Leopoldo Brenes dijo en la televisión católica que los sacerdotes enfrentan el reto de acompañar a la población en todo tipo de situaciones y que no pueden enmarcarse en un determinado momento de la historia.
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«Nosotros vamos a responderle (a la población) desde la palabra, acompañar a nuestro pueblo desde el evangelio, no con ideologías. El papa Francisco lo ha dicho muy bien: las ideologías pasan, los gobiernos pasan, pero la Iglesia permanece», señaló Brenes en la conmemoración virtual de San Juan María Vianney, patrono de los sacerdotes.
Sin mencionar a los líderes de la Iglesia, Murillo dijo que es bien difícil ver el rostro de «personas que se suponen deben promover amor, iracundos y amargados. Es difícil entender que alguien que tiene a Dios en su corazón pueda mostrarse iracundo y amargado cuando algo no le parece por cualquier razón que sea, y a veces por capricho o por egoísmo. Es difícil ver esos rostros amargados que no reflejan a Dios».
Obispos durante el ataque a la basílica de Diriamba, en junio 2018. Foto/Archivo: Israel González Espinoza
«Creo que hoy más que nunca (debemos acompañar al pueblo) en todos los sufrimientos, en todas las situaciones políticas, sociales, económicas, el problema de la pandemia. Creo que la gran misión de la Iglesia, de nosotros como sacerdotes, es acompañar a este pueblo en todas las situaciones, entonces no podemos enmarcarnos en un determinado momento de la historia», mencionó Brenes.
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El dictador Ortega ha tildado a los obispos de «fariseos», manifestando que «Cristo los llamó fariseos cuando los encontró en el templo y los sacó a latigazos. Los fariseos no han desaparecido, ahí andan bien vestidos hablando como si fueran santos, y lo que se encuentra es la inmundicia, donde no hay ningún respeto a Cristo, ningún respeto a Dios».
A raíz de la crisis sociopolítica de abril 2018, los templos católicos fungieron como centros de acopio para alimentos y medicina, puestos de atención a heridos, refugio para los manifestantes, incluso los mismos sacerdotes salieron en defensa de las víctimas a pedir que cesara el fuego. Varias iglesias fueron atacadas, profanadas y un sacerdote fue torturado.
El mismo cardenal Brenes, el obispo auxiliar de Managua Silvio Báez, el clero de la Arquidiócesis y el nuncio apostólico, monseñor Waldemar Sommertag, fueron atacados por las turbas sandinistas en Diriamba cuando llegaron hasta esa ciudad para rescatar a un grupo de jóvenes que era asediado e impedían su salida.
Que terrible la situaciòn en Nicaragua, la pareja asesina de lesa humanidad en sus discursos se describen totalmente.
Su lenguaje delata su miedo, saben que son aborrecidos y que solo secuestrando e intimidando con las armas pueden permaner en el poder. No hay derechos, el pueblo esta sometido, y sin salida a una democracia, el pueblo no quiere guerra,
S.O.S PARA NICARAGUA
Dios salve a Nicaragua de este par de asesinos psicòpatas