El dictador de Nicaragua, Daniel Ortega, y su segunda al mando, Rosario Murillo, salieron de su residencia en El Carmen la tarde de este domingo, 25 de julio, para participar en el proceso de verificación ciudadana de cara a las elecciones presidenciales del siete de noviembre, en las que Ortega busca su cuarto mandato consecutivo.
Acuerpado por su descendencia, simpatizantes elegidos y su seguridad personal, Ortega brindó un discurso ante medios oficialistas en el que se mostró en contra de las «negociaciones» con Estados Unidos en la región latinoamericana; en medio de una crisis sociopolítica en el país, caracterizada por una escalada represiva contra voces disidentes y el encarcelamiento de precandidatos presidenciales.
«Sabemos que frente al imperio no hay espacio alguno de negociación ni de entendimiento. Los que se hacen ilusiones sencillamente se están olvidando de la propia historia de su pueblo», dijo, mientras hacía un repaso sobre la situación de algunos dirigentes aliados en Venezuela, Cuba, Brasil, México, Argentina y Bolivia.
Ortega sostuvo que, por su parte, continuará adelante con su proceso electoral viciado con el que busca reelegirse en el cargo, a toda costa, para lograr lo que él ha denominado la «segunda independencia».
«Ir a votar el próximo noviembre es ir a votar por la independencia de nuestra patria, por alcanzar nuestra segunda independencia», indicó.
«Si Dios quiere, no si el imperio quiere. El imperio no quiere elecciones en Nicaragua, el imperio quiere boicotearla, sembrar nuevamente el terrorismo en nuestro país, pero si Dios quiere y estoy seguro que Dios nos acompaña, vamos a realizar esas elecciones», recalcó.
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Continuó arremetiendo contra Estados Unidos repitiendo que el gobierno norteamericano «hace todo lo posible por desestabilizar el país» y deslegitimar su dictadura porque se cree «el dueño del mundo, el Superman».
«Hay tendencias que se hacen la ilusión con que el gobierno yanqui ya cambió. Cambian los presidentes, tienen diferente forma de comunicar, pero los que mandan son los dueños de la industria militar, los grandes capitales, los que quieren continuar ejerciendo una hegemonía mundial (…) no es posible porque hay otras potencias que están creciendo en el mundo y la conciencia de los pueblos latinoamericanos y caribeños», manifestó Ortega, quien mantiene relaciones militares con Rusia y ha abierto puertas a China.
«Algunos han dicho por ahí que no hay que meterse con el yanqui porque el yanqui es terrible y nos puede hacer barbaridades, como que no las ha hecho y no las hace (…), pero lo más terrible es el yugo», finalizó.
El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo se enfrenta a un proceso electoral con una estela de denuncias y sanciones tras la masacre en contra de opositores durante las protestas sociales de abril de 2018; y el recrudecimiento de la represión gubernamental a las puertas de los comicios.
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Desde el mes de mayo, la dictadura ha puesto en escena una fuerte persecución política y judicial contra activistas, políticos, exguerrilleros sandinistas, dirigentes gremiales; a través de recientes leyes represivas; así como campañas de desprestigio e intimidación contra periodistas y médiccos independientes. Sin bastarle el control sobre el Poder Electoral y demás poderes del Estado, el régimen también descabezó partidos políticos de oposición de cara a las elecciones y ha encarcelado a siete aspirantes a la presidencia de la República, inhibidos de facto; obligando al exilio y la clandestinidad a muchos nicaragüenses.