«Las personas que se atrevieron en su momento a retar a Daniel Ortega están detenidos ¿Usted se va atrever?», preguntó la periodista. «No sé», contestó Pedro Joaquín Chamorro Barrios con una sonrisa delatora.
«En política uno nunca debe de decir que no (…) También la familia Chamorro ha entregado una enorme cuota de sangre en este proceso. Mi padre (Pedro Joaquín Chamorro Cardenal) dio su vida por Nicaragua. Los Chamorro siempre hemos tenido una vocación de servicio público», le continuó diciendo a la periodista Tifani Roberts, de Univisión. 48 horas después, acercándose la medianoche, era detenido bajo el señalamiento de «traicionar a la patria».
Con Pedro Joaquín bajo arresto, el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo le bloqueaba la posibilidad de llegar al Gobierno a los tres Chamorro que exteriorizaron estar dispuestos a competir por ser el próximo presidente de Nicaragua: Cristiana, Pedro Joaquín y su primo hermano Juan Sebastián Chamorro.
Noticia relacionada: A 31 años de la derrota de Daniel Ortega, «el gallo ennavajado» del FSLN que lloró en brazos de doña Violeta
No es que el régimen no se haya ensañado contra otros precandidatos o políticos opositores, sino que con los Chamorro los une una historia de rotunda derrota, y desde que Daniel Ortega y Rosario Murillo regresaron al poder en el 2007, el acoso contra la familia también llegó.

Para algunos, el asunto podría responder a una aparente vendetta desde 1990, cuando Ortega se «rompió en llanto» al verse derrotado por Violeta Barrios, viuda del héroe nacional Pedro Joaquín Chamorro.
Las especulaciones se vieron reforzadas con la fijación de Murillo en contra de la familia Chamorro a la que ha calificado de «castas entreguistas, aprovechadas, saqueadoras, difamante, narcisista y pandilla de ladrones».
Noticia relacionada: «La trayectoria de mi familia se defiende por si sola. Ortega y Murillo no pueden defender la suya», dice Carlos Fernando Chamorro
«Fruto, Fernando, Pedro Joaquín, Emiliano, Diego, (Chamorro) todos ellos junto a (Augusto Calderón) Sandino, con sus proclamas, ocupaban espacios privilegiados en las paredes de la biblioteca de mi padre (Pedro Joaquín Chamorro Cardenal), donde siempre recibimos con mucho respeto y consideración a Rosario Murillo, quien se desempeñaba como secretaria del director de La Prensa», le contestó Cristiana Chamorro Barrios a Murillo, antes de convertirse en la primera aspirante presidencial detenida por el régimen.

«Nunca se ha atrevido la señora Rosario Murillo a hablar con nombre y apellido de mi padre, ni de mi madre, ni de la familia Chamorro», le remojaba por su parte, Carlos Fernando Chamorro Barrios, uno de los periodistas más reconocidos a nivel nacional e internacional, a quien el régimen le declaró la guerra iniciando la llamada «segunda etapa de la revolución».
La pareja presidencial no ha dado tregua a quien una vez fue su jefe de propaganda, y en múltiples ocasiones ha autorizado una cacería sin descanso en contra del galardonado periodista y los medios de comunicación que él dirige: Confidencial y Esta Semana.
Noticia relacionada: Murillo pregona «paz y amor», pero su régimen ordena asalto a Confidencial y «fabrica» acusaciones a Cristiana Chamorro
Ha sido víctima de allanamientos arbitrarios e ilegales, robo de sus equipos de prensa, la confiscación de sus instalaciones, el acoso contra sus periodistas y difamaciones. Y en vísperas de las elecciones, sobre él cuelga una latente detención como ha ocurrido con su familia.

Todo el ataque ha sido en vano porque Carlos Fernando se erige como una de las personalidades nicaragüenses con mayor índice de opinión positiva en el país, según las encuestas.
«Con el legado de patriotismo que aprendí del ejemplo de mis padres, Pedro Joaquín Chamorro y Violeta Barrios, rechazo con todas mis energías los delitos criminales que pretenden imputarme», manifestó desde Costa Rica, donde se encuentra exiliado tras la nueva ola represiva.
A pesar de su salida forzosa del país por segunda ocasión bajo la actual dictadura, el periodista mantiene que, aún con la censura y persecución, «continuaremos ejerciendo el periodismo, apegados a nuestro compromiso con la verdad».
En las redes sociales la gente también opina que los Ortega-Murillo «se ensañan con ellos porque Pedro Joaquín Chamorro Cardenal es símbolo de la verdadera lucha por la democracia; quieren exterminar a familia Chamorro por odio de clases sociales».
Sin embargo, antes de ser encarcelada, la historiadora y excomandante guerillera, Dora María Téllez, sostenía que Ortega no estaba traumatizado por su fracaso en 1990. Lo que posiblemente ocurría con él era un profundo temor de «lo que le podría esperar luego de haber cometido crímenes de lesa humanidad». Ortega simplemente está en una situación «delicada y comprometida».
Noticia relacionada: Síndrome de Hubris: la enfermedad de Ortega-Murillo
El asunto podría responder-también- a trastornos mentales, según otros expertos. En una entrevista a Magazine, el psicólogo Róger Martínez analizó a la pareja, señalando que observa posible síndrome de Hubris. En Murillo, incluso se observan rasgos de psicopatía, mientras que Ortega se inclina hacia el trastorno antisocial.
El periodista británico John Carlin le dedicó unas letras a Murillo en su reciente artículo «el odio más implacable», resumiendo la «obra» de la vicemandataria en «traición, revolución, dinastía, incesto, asesinato, locura, un pacto con el diablo, una protagonista cruel, delirante y desquiciada: el guion del drama que vive Nicaragua lo tiene todo».

«Es una exploración del odio, del más implacable, el que respira Rosario Murillo: el odio contra uno mismo», declaró.
Ante el desbarajuste que provocan los «despropósitos» de Ortega y Murillo, lo que parece estar claro para muchos es que, por ahora, la pareja presidencial se muestra dispuesta a pagar el precio que sea con tal de no desahogar sus penas, otra vez, en el «hombro» de ningún Chamorro ni de nadie más que represente su pérdida del «poder».