La corrupción ha sido la forma de acumulación originaria de capital de la nueva oligarquía. No acumula en el proceso productivo; lo hace en la negociación y en el regateo de la discrecionalidad del poder para obtener privilegios y exoneraciones.
Carlos Tünnermann y Fabio Gadea Mantilla instalaron la «Comisión de buena voluntad» que iniciará acercamientos con los grupos de oposición para lograr una alianza electoral única.

El régimen autoritario utiliza la propaganda, la publicidad y el quehacer gubernamental se dirige a los ojos y a los oídos de los “de abajo”, pretende aturdirlos y embotarlos para que no protesten, los recursos del Estado son invertidos para deslumbrar y no para el desarrollo productivo.
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Las inversiones del gobierno autoritario tienen también otros usos que pervierten los procesos políticos. Uno que hemos visto, es el pago a sicarios que se alquilan por unos cuantos pesos o por mucho dinero, según el caso, para atemorizar, agredir a la gente e impedir el libre juego de manifestarse pacíficamente.
El dinero también se usa para comprar votos. Abusando de la pobreza generalizada que ellos mismos han provocado, los beneficiarios del sistema, y por naturaleza enemigos de la democracia, con pequeñas dádivas en dinero o en bienes necesarios para la vida diaria, convencen a los ciudadanos más pobres y marginados para que escojan a los candidatos que promueven. El sistema también compra votos de legisladores, partidos y políticos comparsas.