Pese a que la vocera del régimen de Nicaragua, Rosario Murillo, invocó en su intervención de 37 minutos de este lunes, 26 de octubre, más de 30 a veces a Dios y al amor, en su discurso nuevamente lo que reinó fueron los ataques a la oposición, a la que aparentemente no le perdona que se haya opuesto, en el marco del Diálogo Nacional celebrado en mayo de 2018 en medio de un contexto de turbulencias producto de represión desatada por las fuerzas de la dictadura, a levantar los «tranques», método empleado en señal de resistencia y de protección por grupos de ciudadanos que fueron víctimas de las amenazas y balas de policías y paramilitares.
Murillo, que evoca a una patria de porvenir brillante, recalcó que «en el nombre de Dios» no permitirá una nueva « interrupción de la paz y que ese odio que salió de unos cuantos» fue lo que, según ella, hundió al país y, en especial, a sus programas sociales.
Noticia relacionada: Este será el nuevo artículo constitucional para imponer la cadena perpetua en Nicaragua
«Nunca vamos a olvidar las manos de los innombrables levantándose para decir que no se quitaran los tranques, nunca vamos a olvidar cuando se sometía a votación levantaban las manos, unos de los que andan por ahí, las migajas impresentables, queriendo ser candidatos, ungidos creen ellos, ungidos por los amos imperiales. Cuando levantaban la mano para seguir cerrando nuestro pueblo y promoviendo muerte y destrucción y, sobre todo, atraso de todos los programas que destruyeron. Ellos destruyeron Nicaragua», dijo una airada Murillo.
La vicedictadora culpa a sus adversarios del retroceso económico de Nicaragua, pero omite la razón del levantamiento de tranques o cómo fue que su administración logró desmantelarlos. Los Ortega-Murillo ordenaron un batallón de civiles armados que acuerpados y protegidos por la Policía Nacional se dedicaron en junio y julio de 2018 a sembrar el terror en la nación y tirar balas con fusiles AK al que estuviera en cualquier barricada, muertes que celebraban con recorridos por cada uno de los municipios que supuestamente lograban «liberar» a través del plan que denominaron «Operación Limpieza».
Policías atacan a manifestantes en Nicaragua. Foto: Tomada de internet.
La furibunda sancionada primera dama que llama a la concordia, paz y lasa la reconciliación puso en tela de duda que los opositores busquen buenas acciones y que por ello, no promulgan el amor del que ella se jacta albergar en su corazón. «¿Por qué será que hay quienes les molesta la palabra amor? Será que la palabra amor es como la cruz para los vampiros. A lo mejor».
La vicemandataria empezó a augurar un 2021 de prosperidad para Nicaragua, recalcando que estarán atentos ante cualquier intento de desestabilización. «El amor que instala el 20/21, el año de las esperanzas victoriosas, esperanzas de todo un pueblo que vio interrumpido su rumbo de progreso por unos cuantos, por unos cuantos. Esas migajas insignificantes que se atrevieron a interrumpir un camino de concordia, de desarrollo, de justicia. Que la fuerza del amor no moleste a nadie, al contrario, que la fuerza del amor nos llene a todos. Y que a nadie moleste la mención de Dios, Dios nuestro señor».
Murillo además, aseguró que los nicaragüenses «vivimos como gran familia, una familia» e instó que se «arrepientan (los opositores) de lo que le hicieron a este pueblo». En esa familia que plantea no entra ninguna persona que piense diferente a sus ideas ni que vaya en contra de los intereses de su familia. «A otro lado las migajas insignificantes. Hay otros que rechazamos el odio, la violencia, la destrucción, oponemos la paz y el bien a cualquier forma. Dios querrá abrir corazones, para que no vivamos carcomidos. todavía esos que quedan allí carcomidos, que abran sus corazones, que florezcan, lo bueno», atacó la segunda al mando.
«¡Qué contraste! Entre quienes derriban, esos cuantitos, esas migajas insignificantes, dirían nuestros ancestros, nuestros padres, nuestros abuelos: los cinco bollos, porque ellos buscan hacer valer su intento de seguir robándole a Nicaragua, pero no lo lograrán, porque no valen nada. No representan nada. Son sencillamente rescoldos, chingastes, de intentonas, de avasallamientos para seguir robando, avasallar, subordinar, de acuerdo a sus amos imperiales. ¡Qué contraste! Entre la buena fe, el buen corazón y el alma desnutrida, desalada, de quienes apuntan a deshacer, romper, demoler, lo construido, lo avanzado y ese odio que todavía albergan algunos mequetrefes, algunas migajas», finalizó.