«Sacrílegos, demoniacos y satánicos», esos fueron los descalificativos con los que Rosario Murillo describió a los organismos internacionales durante su intervención el 19 de octubre, en la víspera de la reunión anual de la Organización de Estados Americanos (OEA), cuyo tema principal es la situación de violaciones a los derechos humanos en Nicaragua y Venezuela.
«Son organismos sacrílegos, demoniacos, satánicos, así como también son demoniacos y satánicos quienes no saben honrar a sus pueblos, quienes al contrario, honran a los amos imperiales y se deshonran ellos mismos y deshonran a sus pueblos», manifestó la vicedictadora, tras finalizar el acto del 41 aniversario del Ministerio de Gobernación.
Murillo, conocida por sus habituales discursos de «odio» contra quienes no profesan su política dictatorial, arremetió en esta ocasión contra los organismos, haciendo énfasis en las recientes elecciones generales en Bolivia donde resultó electa la fórmula que dirigía Evo Morales, expresidente boliviano acusado de fraude electoral en el 2019 por parte de la OEA.


«¡Cuántas vidas se perdieron en Bolivia con la presencia de estos organismos verdugos! ¡Cuánto dolor, cuánto sufrimiento a partir de una mentira, una calumnia, una blasfemia! Es un pecado», dijo Murillo.
«Esos organismos internacionales que cercenan los derechos de nuestros pueblos, que no respetan esos derechos, que no tienen ninguna credibilidad ya; además, precisamente por ser responsables de tanto dolor, sufrimiento y muerte», agregó la vocera del régimen.
La vicepresidenta aprovechó para arremeter contra la oposición y disidentes a quienes llamó «migajas miserables» y «parásitos», y desacreditó por su condición económica.
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«Debe ser terrible vivir sin historia, sin memoria, vivir como parásitos e incluso entre ellos, gente que tuvo historia, pero la perdió, porque todo se pierde (…) Uno puede también optar por las traiciones, por las ventas de la patria, sobre todo cuando no estamos hablando de esos linajes traidores, de esas oligarquías traidoras que siempre han vendido la Patria», manifestó, añadiendo que «también están los que nosotros llamamos «hijos de casa» de las oligarquías; pocos, poquísimos, migajas miserables les llamo yo; porque no hay peor miseria que no tener historia que nos llene de orgullo; todo lo contrario, ser responsables de muertes, de destrucción, ser responsables del atraso».
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«Hay quienes se conducen o se comportan como si ellos mismos fueran imperios, cuando son «hijos de casa», reiteró una exasperada Murillo, recalcando que esas personas son «despreciados por los mismos imperios».
En su retórica de rústico vocabulario finalizó diciendo que «los verdugos atizan todos los días, porque quieren instalar cobardía, pero no conocemos la cobardía. Trabajamos todos los días para fortalecer la alegría de vivir en paz (…), a pesar de esas insignificantes migajas, deshonestas y traidoras».