Ante la alarma de especialistas de la salud, que proyectan que en Nicaragua habrá un rebrote de la pandemia del COVID-19 y que este puede ser mayor a lo ocurrido entre mayo y junio de 2020, fabricantes de ataúdes de Masaya afirman que si esto ocurre, no podrán abastecer a las funerarias que son los principales clientes; además advierten que los costos incrementarían.
Alejandro López Narvárez, propietario de la fábrica de servicios fúnebres Dios es amor, ubicada en el barrio indígena de Monimbó, refirió que la demanda de ataúdes ha incrementado desde el mes de marzo, cuando se dio el primer caso de coronavirus, siendo Masaya una de la ciudades donde ha habido decenas de decesos y entierros exprés. «Han habido pedidos hasta de 110 ataúdes, los cuales los fuimos sacando poco a poco para poder cumplirle al cliente».

Este fabricante de cajas fúnebres teme que su capacidad sea rebasada si se incrementa la demanda. «Para serte franco no se podrá dar abasto si esto (la pandemia) llega a incrementar, pero trabajaremos lo más que podamos para lograr cubrir». Además, el artesano considera que mucho ha sido el descuido en la población, porque han creído que «el virus ha mermado».
Noticia relacionada: Artesanos de Catarina reportan pérdidas de hasta un 80% como efecto del COVID-19
Según el doctor José Luis Borges, miembro de la Unidad Médica Nicaragüense, el brote ya está establecido nuevamente, porque en todos los hospitales están los ingresos de pacientes por coronavirus y que en septiembre se espera que la cantidad de infectados aumente. «El problema que la vigilancia (del gobierno sobre el personal de salud) es tan fuerte que no se está conociendo la cantidad de pacientes que están ingresados en los hospitales».
Precios varían según el material
Según Alejandro López, los costos de los ferreteros varían según el estilo y el tipo de material. Los precios oscilan entre tres mil, cinco mil, siete mil, 10 mil y 15 mil córdobas, «pero estos son los precios de fábrica, nosotros trabajamos por encargos que nos hacen aproximadamente 12 funerarias y ellos le ponen otro precio, el cual puede ser el doble de lo que lo compraron».
Nota relacionada: Minsa sigue bajando la cifra de muertos y contagios semanales por COVID-19
Esta fábrica de cajones funerarios también tuvo que aumentar la cantidad de trabajadores para poder atender la demanda. Antes del COVID-19, este taller tenía 10 carpinteros, pero con el aumento de los fallecimientos, tuvieron que que contratar a 15 personas más, para un total de 25 trabajadores que todavía están laborando.

En cuanto al materia para fabricar las cajas fúnebres, López dijo que utilizan dupanel, combinado con madera, siendo este tipo de féretros uno de los más económicos. «Ese tipo de cajas es 70% dupanel y 30% madera, sin embargo se fabrica con calidad para que no se dañe al momento de su uso. El más caro es el ataúd de madera que puede costar los 15 mil córdobas».
Tuvieron escases de material
Una de las dificultades que según López tuvieron para enfrentar la demanda de ataúdes en tiempo de pandemia, fue la escasez de algunos materiales, debido al cierre de fronteras. «El dupanel fue el material que estuvo más escaso porque son productos que vienen de otros países, pero gracias a Dios pudimos resolver, porque hay almacenes que tenían en bodegas y pudimos comprar».

En cuanto a la crisis sanitaria y a la desidia de algunos pobladores de guardar el distanciamiento social, el propietario de la fábrica concluyó que «no queremos que la gente se muera, pero si las personas siguen descuidándose van a morir pronto y habrán más muertos que en los primeros meses del año».