La Policía orteguista dio por concluidas las investigaciones sobre el incendio en la capilla de la Sangre de Cristo de la Catedral Metropolitana de Managua. La institución determinó que el siniestro que se registró el viernes, 31 de julio, fue producto de una acumulación de vapores de alcohol «que al mezclarse con el aire caliente produjo el fuego». Con ello, la Policía descartó que el suceso haya sido provocado, pese a que testigos afirman que un sujeto de identidad desconocida hizo una detonación en la capilla y huyó del lugar.
La institución presentó a dos supuestos testigos. Una que afirmó se dedica a vender veladoras en la Catedral y quien relató que en la capilla siempre había un «candelabro alto con una vela encendida frente a la cúpula de la Sangre de Cristo» y el otro es un ciudadano que presentaron como feligrés, el que sostienen estaba rezando al momento en que inició el fuego.
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En ese instante, de acuerdo con las declaraciones, la vendedora alertó al feligrés y le pidió al poblador que saliera de la capilla. Esta versión contradice al cardenal Leopoldo Brenes, quien ha insistido en que en esa zona está prohibido ubicar veladoras precisamente para proteger a la venerada imagen que llegó a Nicaragua procedente de Guatemala en 1638.

Mientras, los obispos de Guatemala se solidarizaron con los líderes de la Iglesia católica en Nicaragua, y tildaron el acto como un «atentado» que calcinó la imagen de «factura colonial guatemalteca que por siglos ha sido compañía del pueblo creyente (…) ante la cual San Juan Pablo II oró de rodillas», dicen los obispos en la misiva de condena.
En esa misma línea, la Conferencia Episcopal de Costa Rica recalcó que ese hecho representa «un ataque frontal a la Iglesia y a la libertad religiosa de la nación. Hacemos votos para que las autoridades competentes descubran a los responsables de este hecho repudiable y el peso de la ley recaiga sobre ellos».
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Por su lado, los líderes religiosos de la Conferencia Episcopal de Colombia rechazaron esa acción y manifestaron su cercanía con los nicaragüenses creyentes, por ello se unieron espiritualmente con una celebración de la eucaristía como inicio de una «jornada de oración, silencio, llanto y súplica por el irrespeto y profanación real del Santísimo Sacramento».
El papa Francisco igualmente manifestó su cercanía con el pueblo de Nicaragua tras los hechos registrados en la capilla en la Catedral de Managua. El Vaticano pidió al Gobierno de Daniel Ortega «una investigación seria, cuidadosa y transparente» sobre el incendio.
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El nuncio apostólico, monseñor Waldemar Stanislaw Sommertag, dijo a la agencia AP que tiene «sentimientos de profunda tristeza y asombro» por los sucesos, lo que se suma a recientes profanaciones de personas desconocidas contra por lo menos cinco templos católicos en distintas ciudades del país.
La investigación de la Policía no es creíble, que dirá ahora Sommertag??