En el marco de la celebración de San Pedro y San Pablo, monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa, a través de su segunda carta pastoral destacó la labor del Ministerio Sacerdotal en tiempos difíciles de la pandemia del COVID-19 y afirmó que «el dolor que comparte el mundo a causa de la pandemia, también afecta a los sacerdotes de muchas maneras».
En las primeras líneas, el jerarca expone que entre esas formas se encuentran «el aislamiento, la soledad, las condiciones de infraestructura con casas adecuadas solo para el descanso nocturno, las limitaciones en el ejercicio pastoral, hasta padecer la enfermedad, porque el sacerdote aunque no es del mundo, está en el mundo».
Seguidamente el obispo de Matagalpa mencionó que a los sacerdotes también les ha tocado experimentar cambios para los métodos de evangelización «en los últimos años, hemos abierto espacios nuevos, creativos guiados por el Espíritu Santo, para no detener la predicación de la palabra».
Nota relacionada: Iglesias de Masaya, en crisis por coronavirus, pero llaman a “no bajar la guardia”
En cuanto a la situación del país, monseñor Álvarez añadió que «nuestro hoy, el de nuestra gente, este tiempo, que también es del Señor, está lleno de incertidumbre, de tristeza, de dolor. Nos damos cuenta a diario que hermanos nuestros, miembros de nuestras familias, miembros de nuestras comunidades, amigos, vecinos, conocidos han enfermado: muchos de ellos se han recuperado y otros muchos ya han visto el rostro de Dios».
Además manifestó que «hoy las parroquias, las capillas, después de tantas semanas continúan cerradas. También esto es una forma de salvar al pueblo; las celebraciones sin presencia de fieles, el dolor que esto causa en el corazón sacerdotal».
Cuatro postulados para la reconstrucción moral de Nicaragua
El obispo ha tenido presente la crisis sociopolítica y sanitaria que afecta a los nicaragüenses, ante ello, propuso cuatro postulados para el momento de reconstrucción moral. «Los dolorosos sucesos del 2018 y el agravamiento de la crisis sociopolítica, se vuelve más dramática con el flagelo de esta pandemia, por lo que urge rescatar la dignidad de la persona como base para levantar el país con principio y valores», menciona el jerarca en su carta pastoral.
El primero es el respeto, tutela y promoción de la «dignidad humana», para construir una sociedad donde se respeten todos los derechos humanos. El segundo es la «familia» como «célula de comunicación que constituye el fundamento de la sociedad (…) es el patrimonio de la humanidad, constituye uno de los tesoros más importantes de los pueblos».
El tercero es la «libertad», en ese sentido el obispo menciona que «la construcción del Estado descansa precisamente en instituciones que garanticen esa dignidad, libertad y justicia. El Estado no puede ser entendido, de otra manera más que como un Estado democrático y social al servicio del bien común».
Nota relacionada: Monseñor Rolando Álvarez: «Nicaragua está cargando con la cruz de la desprotección» en medio del COVID-19
Por último, propone la «justicia social», que solo puede ser conseguida sobre la base del respeto de la dignidad trascendente del hombre, debido a que el «principio y el fin de todas las instituciones es la persona. Esto consiste en edificar un Estado que encuentre su verdadera realización en la promoción del bienestar y el progreso social y humano».
El bien común debe ser para todos los nicaragüenses sin ningún color político y religioso.
Debemos aceptar los unos a los otros en nuestra forma de pensar, en lo que nos guste o no nos guste dela gobierno.
No debe reprimirse al nicaragua que reclame sus derechos por parte de esta nación. Debemos servirnos entre hermanos
Desde el ángulo de la filosofía humanística, es totalmente acertada y válida la disertación del reverendo, pero él, en primer lugar, debió poner a Cristo como Rey de nuestros corazones.
Sin Cristo en nuestros corazones no se puede operar una transformación verdadera del ser humano, y sin transformación del ser humano no hay cambio social o político verdadero.