1. El gran capital, desde el 2007, había dado la sombrilla empresarial al régimen, a cambio de un buen ambiente de negocios y exenciones para obtener ganancias extraordinarias.
2. Había preferido hacerse de la vista gorda frente a la demolición completa de la oposición política y al acaparamiento absoluto de todas las instituciones y poderes públicos.
3. El régimen ha perdido la capacidad de organizar la acción del Estado a través de acuerdos y consensos que le permitan gobernar, por eso recurre a la represión, a los paramilitares y a la “guerra biológica”.
4. Los paramilitares, la policía y operadores políticos del régimen, si bien no se han apropiado del poder mismo, ejercen una influencia en el acontecer político nacional. Esta capa estableció un sistema más entrelazado con el círculo íntimo de poder.
5. Al mismo tiempo, dadas sus condiciones de existencia, hábitos y forma de pensar, estos sectores (paramilitares, policías, operadores políticos) se alejan más y más de una solución pacífica, política y negociada de la actual crisis sociopolítica. El caudillo se ve obligado a tener en cuenta a estos sectores y debe hacerles concesiones para mantener su dominación.
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6. Lo que tenemos ahora es un Estado deformado por el incumplimiento y el abuso de las leyes. Por eso, la política no se puede analizar ni establecer estrategias solo bajo el lente de la actuación de las instituciones formales, siempre que hay tomar en cuenta las políticas metaconstitucionales a la que recurre la dictadura.
7. Se han ido acumulando informaciones no desmentidas sobre los negocios de los miembros de la “nueva clase”, conformada por el clan Ortega-Murillo y su círculo íntimo de poder. De todos es conocido el papel de Ortega-Murillo en proporcionar beneficios a favor a su propio beneficio, a los grandes poderes económicos y facilitar alianzas de intereses entre en la nueva clase y la burguesía tradicional.
8. En realidad, el régimen Ortega-Murillo no hace más que seguir la estela de los Somoza como reflejo fiel de la putrefacción de los políticos tradicionales y la decadencia de las clases dominantes al no tener una visión modernizadora del Estado.
9. Hoy, el gran capital tiene temor de pagar los costos de su insensatez y su miopía política, por eso se aferran a la “salida al suave”, promovida por sus asesores admiradores del “autoritarismo responsable”, que significa el orteguismo sin Ortega.
10. El régimen despótico se niega a morir. El problema consiste en saber hasta qué punto la dictadura puede resistir la combinación de las presiones externas e internas y, hasta qué punto los sectores del gran capital quieren inmolarse junto al caudillo.
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11. Dos años después de abril 2018, ¿todos los grandes capitales habrán abandonado realmente a la dictadura Ortega-Murillo?
12. ¿Seguirá el país a la deriva, como una balsa en altamar?