Monseñor Rolando José Álvarez pidió en su homilía del sábado, 29 de marzo, no responder con violencia ante los ataques de los grupos armados del Estado de Nicaragua. A sus feligreses les recordó que la única fuerza para resolver la situación es el “amor”.
“No dar cabida a ningún sentimiento, resentimiento, gesto amenazador o palabra ofensiva. La respuesta nuestra siempre tendrá que ser el amor, siempre tendrá que ser el amor; primero porque todo el Evangelio está ahí, en el amor”.
El religioso destacó que todas las armas que utilizan para reprimir, intimidar y atacar a los ciudadanos que exigen un cambio en el país son “criminales”; pero no son indestructibles como el amor. “Las armas que se disparan pueden matar a una persona, pueden herir la integridad física de alguien. Son armas criminales todas las armas que se disparan, todas las armas que se disparan son criminales y pueden llevar al sepulcro a un ser humano; pero no tienen el poder, no tienen la fuerza indestructible del amor”.
Destacó que los nicaragüenses no pueden caer en las “redes del demonio” que incita al odio, la violencia, la venganza y la muerte porque el amor siempre triunfa ante la maldad.
“Porque el amor es eterno. La fe y la esperanza pasarán, pero el amor permanecerá. Pidámosle al señor que vivamos en el amor, en la alegría y la felicidad del amor. Que nuestro corazón siempre esté sano, no nos dejemos engañar, no nos dejemos llevar por la corriente de las fuerzas satánicas del odio que andan desatadas en Nicaragua”.
En los últimos meses, las agresiones, los hostigamientos y las persecuciones contra los opositores no han cesado. Hasta la fecha contabilizan más de 60 presos políticos en los sistemas penitenciarios del país que se encuentran en graves condiciones de salud; mientras la vicedictadora y primera dama, Rosario Murillo en sus alocuciones de medio día, promulga el odio y el rencor e incita a sus turbas a actuar de manera violenta.
Entre los afectados por los discursos de odio están los periodistas, quienes han sido expuestos a campañas de desprestigio y odio. Así como, tolerar ataques, golpes, robos y asedios.