Era el tercer cuarto del partido, el equipo de Carlos Silva iba perdiendo 57 a 50, Carlos llevaba seis puntos resultado de dos tiros de tres.
Ese sábado transcurría de lo más normal. Eran alrededor de las 5:30 p.m. cuando una patrulla de la Policía Nacional llegó al Parque Luis Alfonso y unos agentes se acercaron a Carlos y casi sin mediar palabras se lo llevaron detenido. Algunos compañeros de equipo se quedaron perplejos, otros tenían una mirada de cómplice. Versiones dicen que Carlos fue delatado por los vecinos de su barrio, otros aseguran que fueron algunos compañeros de equipo los que conspiraron contra él. La verdad no se sabe, por ahora.
A la fecha, Carlos lleva más de 60 días injustamente detenido. Lo acusan de cosas tan bufas como tomarse una selfie en un árbol lata caído. Hay centenares o mejor dicho miles de nicaragüenses y extranjeros que se tomaron fotos con esos esperpentos de lata. ¿Habrá cárcel para todos?
La verdad es que Carlos está preso por pensar diferente, por pedir una Nicaragua libre como la deseamos más del 70 % de los que vivimos en este país.
El juego debe continuar, pero por el momento nos hace falta un jugador. Los que seguimos en la cancha debemos remontar ese marcador, darle la vuelta, siete puntos no son nada. Tomemos el balón y empecemos a generar ofensiva, falta un último cuarto, doce minutos de acción que definen el partido.
Como decía el gran Michael Jordan: “Algunas personas quieren que algo ocurra, otras sueñan con que pasará, otras hacen que suceda”.
La victoria está cerca y Carlos podrá levantar ese trofeo que representa libertad.