Mientras la Oficina del Alto Comisionado de la Naciones Unidas para los Derechos Humanos informaba oficialmente sobre la decisión del Gobierno de Daniel Ortega de expulsarlos del país, Rosario Murillo, vicepresidenta de Nicaragua, en su alocución diaria, en los canales de propaganda de la administración orteguista, reclamó “derechos humanos para todos” los nicaragüenses.
“Aquí no hay cabida para el odio. Aquí no hay cabida para seguir atentando contra la paz, la seguridad y los derechos de los nicaragüenses… Este no es un pueblo que baja la cabeza, es un pueblo altivo que sabe luchar, que reclama el derecho a vivir en paz y que reclama también derechos humanos para todos”, dijo Murillo.
La vicepresidenta de Nicaragua y esposa del presidente Daniel Ortega señaló estar “implorando a Dios que nos libre de quienes todavía están pensando que es posible atentar contra el amor, el proceso de encuentro”.
En sus oraciones, Murillo agregó estar pidiéndole a Dios que ponga calma en los corazones de aquellos que “ya suficiente daño han hecho” y que “sane a quienes todavía tienen algún nivel de tóxico o de odio en sus corazones… Seguimos orando para que los corazones de todos los nicas sanen y aquellos donde todavía quedan pensamientos oscuros, tenebrosos se limpien”.
Este jueves, el Gobierno de Nicaragua desde las oficinas del Ministerio de Relaciones Exteriores emitió una carta dirigida a la oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU, en la que da por “concluida la invitación y finalizada la visita a partir de hoy (ayer) 30 de agosto de 2018”.
La carta fue emitida dos días después que la Misión del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Derechos Humanos (OACNUDH) publicara el informe “Violaciones a los Derechos Humanos y abusos en el contexto de las protestas en Nicaragua” en el que descarta que lo ocurrido en Nicaragua fuera un golpe de Estado y lo tilda de ‘masacre’ en el que se cometieron al menos un centenar de violaciones a derechos humanos básicos contra quienes ejercen su derecho a la protestas, activistas, organizaciones y medios de comunicación independientes.
La primera dama ha mantenido un ataque constante contra los opositores al Gobierno de Nicaragua, a quienes ha llamado “golpistas”, “terroristas”, “plagas”, “puchitos”, “almas envenenadas”, entre otros epítetos. Y aunque a diario arremete contra los manifestantes que no respaldan a la administración sandinista, en su discurso pretende vender un discurso de paz y reconciliación.