La sangrienta lucha que libró desde el pasado 19 de abril el barrio indígena de Monimbó, en Masaya; contra el régimen de Daniel Ortega, ha dejado serias repercusiones en los pobladores de esa histórica zona. “Luchamos mucho, nos esforzamos por ver a Nicaragua libre, pero este Gobierno asesino tiene armas, matones y sobre todo muchas orejas que informaron de nuestros movimientos. El 17 de julio entraron con todo, han violentado a nuestros hermanos y aún sigue la cacería. Si uno regresa a su casa, al momento aparecen policías y te llevan, todo gracias a los sapos (simpatizantes del Gobierno de Ortega)”, dijo un poblador identificado como Ortiz, quien evitó dar más detalles de su identidad para proteger su integridad.
La realidad que se vive en Monimbó, después de que la administración sandinista pusiera en marcha lo que ellos denominaron “plan limpieza”, operativo por medio del cual la Policía orteguista en conjunto con paramilitares levantaron a punta de balas y violencia los tranques de esa ciudad, está lejos de la idea utópica que el Gobierno pretende imponer en Nicaragua y a la comunidad internacional.

En horas de la mañana, en el barrio indígena todo transcurre con aparente calma, a pesar de la represión, asedio, dolor y muerte que en los más de cuatro meses de lucha los pobladores de esta localidad han tenido que vivir. Sin embargo, los monimboseños afirman que el acoso y asedio por parte de simpatizantes de Ortega y los oficiales de la Policía son constantes.
“Todas las personas hacen sus cosas por la mañana, salen a trabajar, pero podés ver que las casas se mantienen cerradas, se sale hacer lo necesario y luego a encerrarse, porque en cada esquina hay un sapo del gobierno que espía a todo aquel que sale, el acecho es increíble. Ya sabemos quiénes son los espías, por eso andamos con cuidado, porque a la hora que menos se piensa te cae la guardia y ya vas a penar condena”, dijo un señor que deambulaba por la zona y que igualmente habló bajo condición de anonimato.
“Comandito de Monimbó”, centro de orteguistas
El sector del Comandito de Monimbó, casa de simpatizantes del gobierno, ubicado hacia el sur del tiangue “La Placita”, ha sido en las últimas semanas escenario de fuerte presencia policial y desde donde salen los oficiales a realizar allanamientos a algunas casas de ciudadanos que los vinculan con las protestas. “A toda hora pasan las camionetas con antimotines, el viernes pasado (24 de agosto) vinieron a requisar la casa de “los ratones”, se metieron sin dar explicación, pero lo bueno que no se llevaron a nadie”, señaló una joven, quien también afirmó que los espías del gobierno se mantienen en el comandito para delatar a las personas.
La situación hostil que experimentan los ciudadanos de Monimbó la vivió otro joven el pasado viernes, 24 de agosto, en ese mismo sector. “Capturaron a “la niña” (seudónimo de uno de los jóvenes que apoyaba los tranques), el chavalo se había ido por miedo a la represión y asedio por los paramilitares de Ortega; regresó a su casa y ese mismo día aparecieron los antimotines. El único delito de “la niña” fue protestar y estar en contra de la tiranía. Estamos seguros que fueron los sapos que se encuentran en el comandito, lo vieron y llamaron a la policía. No se puede estar tranquilo, sabiendo que te pueden llegar a sacar de tu casa por la información de los secuaces del gobierno”, relató un vecino del joven capturado.

Control orteguista a toda hora
Los ciudadanos también detallaron que a cada momento patrullan camionetas Hilux con policías al igual que trabajadores del Estado, quienes transitan a bordo de motocicletas.
“Mi familia y otros vecinos están siendo asediados y vigilados, cada vez que salen a comprar o hacer otra gestión. Los persiguen donde vayan, con quien vayan y siempre están vigilando. Por lo general, es un hombre, pero también han visto que una mujer hace lo mismo, no sabemos quiénes sean esas personas, porque no viven el barrio, pero son mandados por ellos”, recalcó Juan Preciado, un joven que desde el pasado 17 de julio está fuera de su casa por temor a ser capturado.
Preciado mencionó que la inseguridad y la venganza desatada en contra de los que protestan en contra del régimen lo ha llevado a tener una vida inestable, por el hecho de exigir que su país viva en democracia y libertad. “Extraño mi familia, cumplí un mes de estar fuera, ni crean a los sapos que volveré ahorita, se quedarán esperando, pero pronto, muy pronto lo haré y será cuando se libere a mi pueblo”.
Masaya fue uno de los bastiones más fuertes en contra del Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo desde que inició la rebelión el 18 de abril. Se mantuvo atrincherado por más de dos meses. Según la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos, más de 30 personas fallecieron en esa ciudad producto de la represión gubernamental. Esa ciudad fue cuna de la Revolución Sandinista y este 2018 se convirtió en un símbolo de la lucha contra el orteguismo.