Los policías rodearon la pequeña casa de piedra cantera de un solo cuarto, entraron a la propiedad de 15 manzanas, sin permiso y sin orden judicial. Los dos perros mestizos de la finca comenzaron a ladrar cuando los uniformados estaban a menos de 20 metros de la vivienda, en su interior se encontraba el cuidador de la finca, su esposa y su hijo de 8 años, la mitad de los 20 policías portaban fusiles AK-47, el resto avanzaba pistolas en mano.
«Tenemos rodeada la casa, dale salí, ¿dónde la tenés?», gritó uno de los uniformados. Félix Girón el cuidador de la finca salió algo asustado pero tranquilo a responder a los policías. Era el mediodía del 15 de agosto.
Yaritza Cárdenas, esposa de Félix salió al pequeño corredor y vio como entraban más policías en una camioneta Hilux, los policías buscaban la escopeta semiautomática marca Stoeger, el arma estaba con toda la documentación en regla y había sido legalizada por Abelardo Martínez al momento de su compra, Martínez es el dueño de la finca Los Laureles, ubicada a 20 kilómetros del municipio de Villa El Carmen, en Managua.
̶̶ ¿Dónde está el arma? ¿La tenés escondida?, ̶̶ volvió a preguntar el policía que encabezaba el operativo, ̶̶ no está escondida, ahí está colgada en el cuarto-, respondió Félix rápidamente.
La escopeta estaba colgada de un clavo a un lado de una mesa de noche, los policías comenzaron a revisar la única habitación de la casa que sirve de sala y dormitorio, levantaron el colchón de la cama de madera y junco, sacaron toda la ropa del único ropero de la casa, y hasta husmearon en la cazuelas del fogón donde Yaritza estaba cociendo 5 libras de frijoles.
«Esos hijueputas son unos atrevidos, vienen aquí como que uno es delincuente, estaban viendo que el arma tiene todos sus documentos en regla», dijo Yaritza varios días después.
Félix Girón es un hombre de 33 años, de mirada seria y pocas palabras con los extraños, pasa del metro 80 y el trabajo del campo le ha fortalecido los brazos y la espalda. Al momento del cateo solo andaba puesto un short negro del Real Madrid y su gorra roja, los policías no dejaron ni que se pusiera una camiseta.
Luego de rebuscar en toda la casa, los oficiales se llevaron la escopeta calibre 12, una bolsa de plástico negro con unos 13 cartuchos, una tiradora (resortera) y al campesino Félix Girón.

«Solo se salvó la escopetita de palo que le había hecho mi marido al niño para que jugara, también se la querían llevar diciendo que era un arma hechiza, si es de palo con unos hules y se querían llevar la tiradora, ideay también me vas a dejar al chavalo sin juguete pues», contó indignada Yaritza Cárdenas.
Los productores de la zona han denunciado que desde que iniciaron las protestas el 18 de abril, la Policía Nacional ha realizado redadas para incautar las armas legalmente registradas. Abelardo Martínez quien tiene 13 vacas y 8 terneros asegura que la policía tiene miedo de que los civiles tengan armas y las usen en las protestas.
«Si nosotros somos productores pequeños, que tenemos estas armas para defendernos de los delincuentes, tienen miedo de que la gente se arme, por eso los primeros días de la protestas fueron a las armerías a quitar los rifles y las pistolas, y a nosotros ya no nos querían ni vender tiros».

Félix Girón fue llevado a la estación policial Joaquín Manuel Cruz Sánchez, del municipio San Rafael del Sur a 54.8 kilómetros de Managua, supuestamente lo había denunciado un vecino de haber disparado la escopeta en contra de su propiedad, tal vecino nunca se presentó a la estación policial, ni se presentaron pruebas en contra de Girón. Las pruebas de balística dieron como resultado que el arma no se había disparado recientemente.
En Nicaragua la Constitución Política establece que la Policía Nacional no puede detener por más de 48 horas a un ciudadano, antes debe ser puesto a la orden de un juez. 6 días pasó Félix Girón encerrado en las celdas preventivas del Distrito 9.
La estación policial de San Rafael del sur, al igual que la mayoría del país, todavía tienen levantadas grandes barricadas de adoquines. El temor es evidente entre los oficiales que miran con recelo a todo aquel que no es de la ciudad. Algunas calles todavía tiene destruidas las esquinas donde es evidente que se levantaron barricadas por parte de la población para protegerse de los paramilitares y policías que han dejado un saldo fatal de más de 400 personas asesinadas, según el informe preliminar de la Asociación Nicaragüense Pro-Derechos Humanos.
Está nublado por la mañana en San Rafael del Sur, aunque se registra una temperatura de unos 33 grados, que hace sudar al joven y flacucho policía que hace guardia permanente frente a la estación Joaquín Manuel Cruz Sánchez. Lleva una AK-47, de culata plegable, que mide casi la mitad que el joven uniformado.

Abelardo Martínez, desesperado anda buscando a la jueza del Juzgado Único del municipio de San Rafael del Sur, el juzgado funciona en un viejo edificio al que la pintara blanca se le está cayendo como en cámara lenta. Fue construido durante el gobierno de Violeta Chamorro y es posiblemente uno de los pocos edificios públicos en Nicaragua que se ha salvado de la propaganda rosadochicha del régimen de Daniel Ortega.
El juzgado abre a las 8 de la mañana y cierra a la 1 de la tarde. La jueza llega al edificio a eso de las 11 de la mañana. Para entonces, Yaritza Cárdenas y Abelardo Martínez ya dieron más de 10 idas y vueltas desde la estación policial hasta los juzgados, a bordo de una vieja camioneta Toyota de una sola cabina. Desde «el mismo miércoles que detuvieron a Félix estamos en esta mierda y no nos entregan al chavalo», dice molesto Abelardo.
El abogado defensor de Félix que no quiso ser identificado por miedo a represalias, confirmó la versión de Abelardo Martínez de que se están realizando redadas para incautar las armas legalmente registradas.
«Ahorita además de este caso yo llevo 2 casos más por lo mismo, uno es un productor de la zona al que le quitaron un revolver, y el otro es un camionero al que le quitaron su pistola. ¿Y sabe qué amigo? Los dos son sandinistas y apoyan a este gobierno».
Luego de un par de minutos sale Yaritza del juzgado con cara de pocos amigos, y explica que la computadora donde estaban escribiendo la orden de libertad de Félix «se pegó», y que la está revisando el técnico.
Finalmente y tras presionar mucho, la familia tuvo que aceptar el ofrecimiento de uno de los policías de la estación. «Me das para los frescos». La jueza escribe las ordenes a mano, y ya firmadas y selladas se las entrega al abogado de Félix.

Es mediodía y en San Rafael del Sur cae una llovizna con viento. Hace unos minutos, Yaritza le mandó el almuerzo a Felíx: 4 enchiladas, con ensalada de repollo, envueltas en papel aluminio y en una bolsa plástica, que lleva un papel en el que le escribe «F. Girón».
En la fila de las persona que llevan comida a sus familiares presos, resalta una niña de uno 9 años que va vestida con su uniforme escolar, y lleva un pichel con sopa de gallina. ̶ Es para mí papa, Alfonso Góngora ̶ , le explica la niña a la oficial regordeta que está recibiendo los alimentos para los reclusos.
Sigue la llovizna y Abelardo se comienza a impacientar. De una oficina de la estación sale el abogado de Félix.
«Ya me recibieron la documentación, solo están llenando unos papeles y doña Maritza tiene que ir a firmar, la escopeta dela por perdida, estos maje dicen que la portación estaba vencida, que usted como dueño del arma es quien puede manipularla, que usted no vive en la finca, y además que Félix tiene antecedentes menores y de eso se agarraron, un policía me dijo que son ordenes de arriba».
La policía tampoco entregó acta de ocupación de la escopeta. Abelardo tendrá que esperar para recuperar su arma con la que cuida su finca. «La voy a pelear», prometió, aunque todo dependerá de que la policía no tenga decidido robársela.
A los pocos minutos sale Félix con una gran sonrisa, viste las mismas chinelas y el short del Real Madrid con que lo detuvieron, pero esta vez si lleva camiseta, tiene una barba de una semana, pero ya no lleva su gorra roja.
«La gorra se la dejé a uno de los pintas que estaba preso conmigo, me dio pesar, ese maje es de Managua y parece que lo van a mandar al El Chipote», explicó Félix mientras se abrazaba con Yaritza y Abelardo.