El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo insiste en que a Nicaragua ha retornado la normalidad. Su discurso se encarga de enfatizar en que “va ganando la paz”, una paz y normalidad que ni los mismos líderes de la Iglesia católica ven. La crisis sociopolítica que se vive desde el 18 de abril ha llevado a los jerarcas a suspender las misas de la tarde por la inseguridad.
La persecución a defensores de derechos humanos, como es el caso del abogado Álvaro Leiva y del personal de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH), llevan al cardenal Leopoldo Brenes a cuestionar ese discurso. “Es triste que cuando se habla que el país va tomando normalidad se den estos casos, porque eso no significa que haya normalidad. La persecución a personalidades que disienten de una actitud del Estado, yo lo veo como negativo. Yo creo que hay que bajar esas situaciones para que verdaderamente el país se pueda llegar a una normalidad. Ahorita tenemos una tensa normalidad, porque la gente a las cinco, seis de la tarde se está encerrando. Nosotros mismos como Iglesia, las misas que teníamos a las seis se han tenido que suprimir porque venían solo una o dos personas. Nuestras celebraciones las estamos teniendo por la mañana”.
Por su parte, monseñor Miguel Mántica cuestionó, a través de sus cuentas en redes sociales, la supuesta normalidad que intenta vender el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Mántica señaló que si acoso esa tendencia a que el país se estabilice y normalice es “tomando represalias contra médicos que han sido fieles a su juramento hipocrático” o si se esas muestras de “normalidad se basan en silenciar “la voz de los que dialogan con amenaza y cárcel. ¿Eso es normalizar? No entiendo”.
Esos médicos a los que refiere monseñor Mántica son los aproximadamente 135 que han sido despedidos de hospitales y centros de salud pública de León, Carazo, Masaya y Managua por haber atendido a los heridos en las protestas que iniciaron el 18 de abril. La represalia también se tomó en contra de los que apoyaron las marchas azul y blanco.

Mientras, monseñor Silvio Báez, uno de los más críticos del Gobierno por considerar que pisotean los principios democráticos e irrespetan los derechos humanos, escribió en su cuenta de Twitter que “no es capaz de gobernar quien en lugar de dialogar con el pueblo, lo manipula o lo ignora y, cuando ambas cosas son insuficientes, criminaliza a la gente y trata de silenciar a toda costa”.
La mesa del diálogo nacional se suspendió el 9 de julio, después de que el cardenal Brenes, obispos y sacerdotes de la Iglesia católica fueran agredidos en Diriamba por turbas y paramilitares del régimen de Daniel Ortega mientras buscaban intervenir para acabar con la violencia en contra de los ciudadanos de esa localidad. Desde el 16 de mayo, que se instaló esa negociación el Gobierno sandinista se ha encargado de poner trabas para evitar que se avance y ha dicho que de ninguna manera aceptará elecciones adelantadas a como se les ha planteado.
No aceptarán presión para retirar obispos del diálogo
El cardenal Brenes también refirió que no permitirán una participación de forma unilateral o personal en caso que se planteara como condición para la continuidad de la mesa del diálogo nacional, donde los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) fungen como mediadores y testigos.
Se maneja que el régimen podría solicitar que retiren a algunos obispos que no son de su agrado. El actual arzobispo de la Arquidiócesis de Managua resaltó que “nosotros (los obispos) hemos aceptado trabajar en el diálogo como Conferencia Episcopal, no como individuos. Cuando a mí me propusieron formar parte del diálogo dije que lo aceptaba, pero como Conferencia Episcopal. Si la Conferencia hubiera dicho no, yo también digo no”.
Régimen de Ortega quiere decidir qué obispos continúan en el diálogo
El canciller Denis Moncada visitó el Vaticano y señaló que entre sus misiones está la búsqueda de la reestructuración del diálogo. Moncada, una de las fichas del régimen, dijo al medio digital Resumen Latinoamérica que “el diálogo se ha estancado también por las acciones de algunos sectores de la Conferencia Episcopal, que abiertamente se han puesto a favor de la oposición. El diálogo se debe reestructurar con aquella parte de los obispos que han mantenido un comportamiento ecuánime”.
En el acto del 19 de julio, Daniel Ortega tildó de “golpistas” a los obispos y los incriminó de guardar armas en las iglesias que sirvieron de refugios o clínicas provisionales durante la jornada de protestas. Los líderes católicos Silvio Báez, Rolando Álvarez y Abelardo Mata están entre los jerarcas más críticos a la gestión gubernamental de Daniel Ortega y Rosario Murillo.