[vc_row][vc_column][vc_column_text]El que lo vea pasar por la calle no pensaría que José Rubén Zamora; un hombre de al menos 1.80 metros de estatura, delgado y de abundante cabello canoso, haya tenido que pasar por atentados, secuestros, intentos de asesinatos, represión policial, separación de su familia, entre otras vivencias que parecen sacadas de una película de acción y terror.
Este periodista fue maltratado, ultrajado, perseguido y hostigado por el hecho de ejercer su derecho a la libertad de expresión en pleno siglo XXI, tiempo en que todos los Estados alegan respeto y protección a los derechos humanos.
José Rubén Zamora nació un 19 de agosto de 1956, en Guatemala. Actualmente, tiene 61 años. Vivió en un área rural a unos 31 kilómetros al sur de la capital, hasta que sus padres se separaron. Ese evento fue el que lo acercó al periodismo por primera vez, ya que se trasladó a vivir a la casa de su abuelo materno, Clemente Marroquí, periodista reconocido de los años 1920 y fundador del Diario La Hora.

“No quería ser un periodista”
Aunque Zamora visitó por quince años continuos el Diario La Hora, no desarrolló ningún interés por ejercer esa labor debido a los ataques y persecuciones. que sufrió su abuelo. Fue entonces que se decidió por estudiar Ingeniera Industrial y luego Banca y Finanzas.
Sin embargo, su vida estaba rodeada de periodistas y ese también sería su destino. De sus 22 primos, 14 se dedican al periodismo. Uno de ellos decidió llevarlo a que administrara un medio de comunicación, el Telenoticiero Siete Días. El compromiso moral fue el que lo mantuvo ahí entre 1988-1989, pero un disgusto hizo que se separara de ese medio.
─ Al final paré ahí metido (en el periodismo) y como decía Gabriel García Márquez ´se ha convertido en un laberinto perfecto´ porque no he podido encontrar la salida. No encuentro como huir de mi destino, aunque me quiera ir, siempre me regresa─ afirmó Zamora, en medio de risas.
El autodenominado “albañil de las letras” es un periodista ejemplo de muchas generaciones a nivel internacional. José Rubén Zamora ha sido galardonado con premios como el “María Moors Cabot”, uno de los premios más antiguos a nivel mundial para el periodismo de investigación, el cual se le otorgó en 1995 por la Universidad de Columbia, Estados Unidos. Cinco años después, recibió otro premio del Instituto Internacional de Prensa, el cual lo incluyó en una lista de cincuenta “Héroes Internacionales de la Libertad de Expresión”.

Las características de Zamora concuerdan con las de un periodista que realmente puede ser considerado héroe por la sociedad, ya que es un hombre que ha arriesgado su vida para exponer todos los actos de corrupción de todos los funcionarios públicos de Guatemala. Él considera que es un hombre reflexivo, con capacidad de escuchar a las personas, dimensionar los riesgos, ver las consecuencias, evaluar los riesgos, sentir los miedos y dar el salto al vacío doblegándolos.
Los hombres que más admira Zamora son parte de su familia, ya que muchos de ellos han estado involucrados en el periodismo; el primero de la lista es su abuelo Clemente Marroquí, el periodista nicaragüense y defensor de las libertades públicas Pedro Joaquín Chamorro, Miguel Mecado, asesinado por el narcotráfico y Verónica Aguerri, quien también fue asesinada, en Irlanda, por decir la verdad a la sociedad.
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Este periodista nato asegura que empezó a interesarse por las investigaciones periodísticas sobre corrupción gubernamental desde 1991; no obstante, cree que desde pequeño ha tenido fobia, molestia y disgusto contra el poder, ya que toda la vida se ha revelado. “Creo que eso explica mi conducta. No me gusta que me presionen, no me gusta que se me encaramen”, detalló Zamora, con la firmeza que lo caracteriza.
Sacrificio familiar
Sin embargo, las cosas no han sido fáciles. Desde que empezó con las investigaciones que sacan los trapos sucios de los diferentes funcionarios e instituciones de Guatemala, inició a distanciarse de su familia y en 2003, sus tres hijos tuvieron que salir de su país por el inminente peligro de ser asesinados por represalias.
─ Ha sido muy difícil porque teníamos una relación muy intensa con los niños y, de repente, fuera de planificación, ellos se tuvieron que ir─ narró mientras se le aguaron los ojos. Hablar de la separación que ha vivido, durante diez años con su familia le duele, aunque los vea una vez al año.
Zamora escribe textos que son “terribles, tremendos. Fui muy duro e implacable para los que ven cuando hablo que soy suavecito no creen lo que escribo. Yo no sirvo para hablar, yo escribo mejor de lo que hablo”.
Su primer fruto del amor al periodismo
Ese amor a la escritura lo llevó en 1990, después de haberse separado de sus obligaciones con el Telenoticiero, a crear su propio diario, al que llamó Siglo Veintiuno y que logró sostener con la ayuda de ocho periódicos de ese país, durante seis años. Zamora controló el medio ese tiempo, pero su dirección le generó problemas por sus investigaciones al Ejército, políticos y gente del Estado. “Yo les arruiné las cosas hasta que decidieron que me fuera, ahí fue mi primer intento de huir del periodismo. Yo dije me voy a dedicar a otra cosa, pero lamentablemente y afortunadamente ochenta personas que trabajaban conmigo en el diario me llegaron a ver porque renunciaron a los ocho días, entonces juntos solo podíamos hacer otro medio, pero no teníamos la plata”, aseveró Zamora.
Búsqueda del financiamiento para lograr su segundo gran proyecto
Ese dilema del financiamiento le costó varias noches de desvelo, pero en una de tantas madrugadas despertó con una idea que lo hizo sacar adelante su proyecto. Su meta, identificar a cuatrocientas personas que fueran potenciales para prestarle 10 000 dólares cada una. Zamora decidió ganarle a sus limitaciones económicas. Hizo un listado, una presentación y empezó las visitas. De todo ese proceso, logró conseguir 350 personas que le prestaron los 10 000 dólares, con diferentes cuotas de pago.
Además, en ese transcurso de búsqueda de recursos, en 1996, consiguió el apoyo económico de organizaciones sociales, indígenas y defensoras de derechos humanos. En total, consiguió unos 600 socios con los que hasta ahora no ha tenido “ningún problema”. Cada socio tuvo que pagar unos 60 000 quetzales, equivalente a 8 200 dólares.
Sus conocimientos en finanzas y su persistencia hicieron que consiguiera del “Fondo para impulsar la prensa independiente”, promovido por la Unión Soviética de Europa del este, 2.5 millones de dólares, los cuales no pudo pagar por las presiones económicas a las que están expuestos por la falta de publicidad gubernamental y de empresas privadas que temen represalias. La situación del no pago lo solucionó entregando el 10 % en efectivo y otorgando la otra parte en acciones. Actualmente, esa entidad tiene el 49 % de las acciones, reduciendo así el número de accionistas en 300.

De esa manera, nació “El Periódico”, en 1996, que en medio de todas las presiones políticas, vandálicas y económicas han salido adelante “de milagro”, como refirió su director y fundador. Zamora explicó que ahora se mantiene, económicamente, gracias a los prepagos, publicidad anticipada, donaciones y el aporte de los lectores mediante el depósito en cuentas del periódico.
Esas solo fueron las primeras dificultades enfrentadas. Desde que “El Periódico” empezó con sus fuertes críticas contra la corrupción e investigaciones que revelaban los ilícitos de muchos funcionarios guatemaltecos, el director del medio enfrentó varias denuncias. Actualmente, Zamora tiene 189 denuncias en su contra, todas de personas a las que investigó. Algunas de ellas están presas por los delitos de sus indagaciones, pero el sistema judicial mantiene vivas las querellas.
El periodista guatemalteco tiene que mantener a un grupo permanente de abogados, porque “los jueces no me quieren y menos los abogados”. Eso lo desgasta económicamente, pues para mantener los juicios en curso, para esperar que sentencien a los acusados y sus denuncias queden sin efecto, paga mensualmente unos 20 000 quetzales, equivalentes a unos 3 000 dólares al mes.
Pero eso no es lo peor. Su vida ha estado a punto de perderla por los constantes ataques de organizaciones criminales y de narcotraficantes. Algunos, asegura, han sido enviados por los mismos involucrados en delitos que él investigó y publicó en El Periódico. Todos los sucesos han sido traumáticos, según Zamora, pero cuando estuvo más cerca de ser enterrado vivo fue el evento que sucedió un día después de su cumpleaños, en el 2008.
El secuestro de la verdad
Ese 20 de agosto de 2008, José Rubén Zamora tuvo una faena atareada de reuniones. La de ese día era en específico una negociación de fusión de medios. Cuando finalizó la negociación, él, junto a quienes lo acompañaban, se dirigieron a cenar a un lugar llamado “La Hacienda de los Sánchez”, al terminar la velada se despidieron y salieron.
Zamora narró que al salir del restaurante notó unos tipos extraños, presintió lo que pasaría y decidió salir con cautela y toda la serenidad posible, pero los tipos se le acercaron con el pretexto de que les regalara un cigarrillo. Ante la solicitud y el aspecto de los hombres, Zamora decidió reaccionar con cautela y les dijo que lo esperaran porque debía sacarlos del carro. Cuando el periodista abría su carro, uno de los cinco sujetos lo abordó por atrás y le tapó el rostro con un bulto de gaza que inmediatamente lo sedó.
El último recuerdo de José Rubén fue el intercambio que hicieron los primeros cinco delincuentes con otros seis que andaban en otro vehículo. Según las investigaciones a las que el periodista tuvo acceso de parte del Ministerio Público de Guatemala fue que los sujetos le habían dado persecución durante ocho días y en el momento del secuestro intercambiaban llamadas a unos 150 metros del restaurante.
En el segundo vehículo en el que fue llevado le pusieron cuatro inyecciones en su brazo derecho que contenían una sustancia llamada diazepina (benzodiacepina), misma que desaparece los signos vitales. Los secuestradores lo llevaron a un lugar frío y de las partes más altas de Guatemala llamado El Tejar, donde lo dejaron desnudo e imposibilitado de moverse.
Su objetivo no era el robo, pues todas las cosas de Zamora quedaron junto a él. Zamora permaneció tirado desde las 11 de la noche del 20 de agosto de 2008 hasta el 21 a las once de la mañana. Por casualidades de la vida una ciudadana pasó por el lugar antes de que la hipotermia lo matara. La mujer llamó a los bomberos, quienes al intentar encontrar sus signos vitales lo creyeron muerto.
Sin embargo, el procedimiento que ejecutaron lo salvó, ya que cuando le sacaron el líquido de su vejiga se percataron que estaba vivo y fue cuando empezaron a ponerle lámparas para estabilizar su temperatura y salvarlo de la hipotermia. Como agradecimiento a esa comunidad, Zamora recolectó con diferentes instancias el dinero para una ambulancia que sería la primera de El Tejar.
Gracias a la presión internacional de todos los organismos ante los que denunció el secuestro e intento de homicidio que vivió fue que todos los involucrados ya están en la cárcel. “Los que estuvieron involucrados en el secuestro fueron cinco y en el allanamiento fueron tres. Había dos grupos de contra inteligencia. Uno fue el que asesinó a Monseñor Guerardi, el que llegó a mi casa fue el del equipo b que se llama Eduviges Funes, era y son gente terrible y temible”, especificó el periodista.
Pero sus dificultades no acabaron con el castigo a los delincuentes. Todo ese estrés de estar cerca de la muerte, en reiteradas ocasiones, generó en el periodista una enfermedad llamada estrés postraumático, la cual hizo que perdiera la memoria durante once meses, que tuviera ataques de euforia, insomnio, depresión, sentimientos de arrinconamiento, necesidad de ingerir alcohol, efecto que logró identificar hasta que lo invitaron, en el 2014, a un congreso de periodistas latinoamericanos en la Universidad de Columbia de Estados Unidos. Tras exponer su experiencia le indicaron del padecimiento que presentaba, por lo cual se puso a investigar y decidió llevar tratamiento psicológico.
Llora cuando habla de sus sueños de libertad
El periodista guatemalteco participó, junto al director de El Faro, Carlos Dada (El Salvador) y al director de Confidencial, Carlos Fernando Chamorro (Nicaragua) en el foro “Corrupción, Impunidad y Memoria Histórica”, a propósito del Día Nacional del Periodista en Nicaragua. Durante el evento, Zamora narró, uno a uno, los atentados que sufrió. Contó su secuestro, las presiones políticas y las acusaciones que enfrenta.
Casi al terminar, el periodista expresó sus anhelos de tener, algún día, un país en el que pueda trabajar libre y en paz. Se le quebró la voz. Sus últimos párrafos fueron leídos con dificultad. Estos se referían a un pensamiento sobre la libertad de expresión. Se le escuchó cómo las palabras se le atravesaron en la garganta. Terminó de describir aquellas historias que dan miedo y el público respondió con aplausos fundidos en la admiración y el respeto. Por más de un minuto se oyeron las palmas y gritos de solidaridad.

Zamora se quitó sus anteojos y se limpió las lágrimas. Volvió a tomar el micrófono: “No se conmuevan por mi llanto. Siempre lloro. Yo soy un llorón”, dijo. El público rompió en risas.
Adiós al periodismo
Auque Zamora asegura que está dispuesto a abandonar el periodismo por su mayoría de edad y por la necesidad de estar y conocer a sus nietos, todavía no tiene fecha para retirarse y liberarse de esa carga en la que se le ha convertido el ejercicio del oficio, por los constantes ataques contra su vida, la de sus familiares, fuentes, socios y trabajadores.
─ Quiero vivir cerca, me gustaría ser algo así como alguien que parquea carros o que está en un hotel, para ver a mis hijos y tener paz ─ dijo José Rubén.
Para Zamora, no ha sido fácil sobrellevarlo, pero afirma que ha valido la pena porque sus investigaciones han logrado mostrarles la realidad a los ciudadanos y encerrar a varios corruptos de su país. Lo único que tiene claro el periodista guatemalteco es que quiere retirarse, pero lo retiene su periódico, que levantó con tantos esfuerzos y riesgos, ya que no siente que haya alguien que pueda asumirlo, pues sus hijos están fuera y pese a todas las capacidades que tienen por sus estudios, no quiere y no cree que ellos quieran regresar a un país que no les da las condiciones de seguridad y libertad.
─Lo que pretendo es poder regresar con ellos en por lo menos unos diez años, porque ellos (mis hijos) jamás regresarán─ aseguró, indignado por la impotencia.
“Daniel Ortega me cae mal y no es nada personal”
Al periodista Zamora, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, le cayó mal desde que notó que la Revolución Sandinista, en la que creyó cuando era joven y vino a Nicaragua para ver esa transición de la guerra a la democracia, pero vio que nada cambió, por la avaricia de poder del caudillo.
“Me simpatizaba el sandinismo. Vine a ver los cambios que iba a traer el Frente Sandinista. Me parecía, finalmente, un cambio de modelo en los gobiernos para innovar a generar una sociedad diferente y vi eso con mucho entusiasmo y después ver como un Gobierno con un disfraz democrático se convierte en un tirano dinástico, que me cuesta encontrarle diferencias con Anastasio Somoza. Me deprime, me entristece, me frustra y me hace pensar que fui un ingenuo. Lo que me entristece es que hay una guerrilla histórica, heroica, mística que (traicionó a la revolución cuando) se vuelve Gobierno”, lamentó el periodista.
Los periodistas “deben perseguir la indignación” de la sociedad
Zamora, todavía, tiene esperanzas en que las cosas para Nicaragua pueden cambiar mediante los periodistas que aún quieren hacer investigaciones. La tesis de este periodista es que mediante datos e historias se puede generar un impacto muy grande, que, además, prevendría que el periodismo sea atacado.
─ Cuando uno eleva tanto su perfil es difícil que lo toquen. La gente se va dando cuenta paulatinamente y la sociedad que quedó exhausta de la Revolución pueden decir que han aprendido a vivir con este, es inevitable a largo plazo, y creo que trabajos periodísticos son los que van disparando la energía social y las frustraciones de la gente─
Por esos cambios tan grandes que pueden generar los periodistas en la sociedad, Zamora recomienda que sean irreverentes ante el poder político y económico. “Hay que presionar al poder económico para que se vuelva más democrático y deje de darle el soporte político a la dictadura. Creo que hay que librar una sola batalla, hay que escoger batallas. No hay que liberarlas todas, hay que escoger temas que causen un impacto nuclear y de repente. En temporadas hay que bajar un poco, pero cuando se vuelva debe ser con mucha más fuerza, pero con temas escogidos que le sean imposible a una persona con un mínimo de conciencia que no se indigne, hay que perseguir la indignación”, finalizó.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]