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El Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) prestará a Nicaragua 65 millones de dólares en 2018 para que se invierta en una nueva flota de buses del transporte urbano colectivo de Managua. Las cooperativas recomiendan al Gobierno que considere la durabilidad, rentabilidad y la cantidad de unidades, puesto que, en 2012, cuando entregaron unidades rusas y mexicanas, a varias organizaciones de transportistas las dejaron sin vehículos de emergencia.
En 2012, el Gobierno de Nicaragua ingresó en las diferentes cooperativas que cubren las rutas de Managua aproximadamente 700 automotores provenientes de Rusia y México. Sin embargo, los transportistas se mostraron inconformes con las estructuras de los buses rusos y los precios de los repuestos para las unidades mexicanas.
German Mejía, responsable de operaciones de la Cooperativa Casimiro Sotelo, explicó que el Gobierno debe valorar tres puntos importantes al comprar las unidades para Managua: los bajos ingresos de las asociaciones de transporte urbano colectivo, los costos de mantenimiento de las unidades, y que los mercados ofrezcan buses con diez años de uso porque son más económicos que los nuevos.
Cooperativas sin buses de emergencia
Mejía reveló que, cuando utilizaban los buses amarillos, contaban con unidades de emergencia que permitían cubrir los automotores que necesitaban mantenimiento. En la Cooperativa Casimiro Sotelo antes de la entrega de 2012, «teníamos 26 unidades permanentes y seis de emergencia […], pero con las nuevas flotas nos dejaron sin repuestos porque ahora solo tenemos 21», detalló el transportista. Por tanto, en Managua hay carencia de buses de repuesto.
Para Mejía, esa situación les causa «problemas» a los transportistas porque en la zona en la que están trabajando «es mayor la demanda».
Asimismo, el representante de la cooperativa Casimiro Sotelo adujo que, para los transportistas, es más rentable que se compren buses usados y de marcas conocidas que no dejen gastos elevados de mantenimiento.
Usuarios piden mejor servicio
Por su parte, los capitalinos coinciden en que es necesario adquirir más unidades de transporte, ya que el servicio que se presta en horas de mayor concurrencia es deficiente.
El estudiante Marcelo Muñoz considera que «el tiempo que se espera las unidades es demasiado en horas pico». Cuando fue entrevistado por Artículo 66, tenía veinte minutos de estar esperando el bus en la parada de la Universidad Centroamericana.
De igual manera, Ronald Zamora, de 65 años y quien tenía más de media hora de estar esperando el transporte colectivo, aseguró que «esperar todo ese tiempo le afecta sus rodillas», por ello, buscó una banca donde sentarse.
Educación para usuarios y transportistas
Jairo Sandoval resalta que no solo se trata de cambiar unidades cada cinco años, sino de educar a los ciudadanos para que cuiden los vehículos y a los transportistas para que reconsideren la frecuencia con la que transitan las unidades. Según Sandoval, las cooperativas de transporte «solo quieren ganar y, por eso, llenan los buses sobrepasando su capacidad».
No obstante, el usuario de transporte urbano colectivo Jorge Morales conserva las esperanzas de que este tipo de iniciativas agilicen la frecuencia de circulación de las unidades y que regulen las capacidades de cada unidad para prohibir la sobrecarga, que arriesga la vida de los pasajeros.
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