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En estas semanas, siempre se escuchan las mismas tesis: los catalanes no quieren compartir, el gobierno Puigdemont es irresponsable, ¿no sería mucho mejor una reforma de toda España? … Aquí mis 13 FAQs sobre el conflicto catalán.
¿Por qué es tan intransigente el gobierno catalán?
La parte catalana lleva 20 años buscando un acuerdo con Madrid pero el Estado español simplemente ha rechazado todas las propuestas de diálogo. Es importante recordar que hasta mediados de los 2000, el movimiento independentista solo jugaba un papel marginal en el escenario catalán. Solo empezó a coger fuerza cuando el Estado español bloqueó las reformas federalistas promovidas por el gobierno del tripartit, conformado entonces por el PSC, ICV y ERC.
En 2005/6, esta coalición de centroizquierda había impulsado una reforma del Estatuto. Se buscó un reconocimiento de la plurinacionalidad de España y la apertura hacia un sistema federal. Fue el PSOE con su mayoría parlamentaria de Madrid que obligó al Govern catalán a sacar aspectos fundamentales de la reforma. Este Estatuto de autonomía recortado fue sometido a un referendum donde fue aprobado gracias al apoyo de PSC y CIU. (Es importante resaltar que, dada la alta tasa de abstención, el Estatuto consiguió menos apoyos que la declaración de independencia en el referéndum del primero de octubre de 2017.)
Pero ni siquiera este Estatuto recortado fue reconocido por la derecha española. La mayoría nacionalista del Tribunal Constitucional declaró inconstitucional la reforma.
Ante esta situación, mucha gente en Cataluña llegó a la siguiente conclusión: si las reformas federales y republicanas anheladas por la mayoría de la sociedad catalana ni siquiera son viables con un gobierno del PSOE, nunca será posible un cambio dentro del marco del Estado español. Como respuesta, unos 1.5 millones de las y los 7 millones catalanas salieron a la calle en una enorme movilización por “el derecho a decidir“. Desde entonces cada año un millón de personas se ha movilizado a favor de la independencia.
Pero una reforma democrática de toda España sería mucho mejor.
Todo señala que esta reforma estructural que rompe con los legados autoritarios franquistas es imposible debido a la arquitectura institucional levantada en 1978. El gobierno de Zapatero fue lo más progresista que se puede esperar del PSOE y no fue capaz de emprender una “segunda transición“, imprescindible para un país que nunca rompió con la dictadura. PODEMOS que impulsa un proyecto de transformación, no representa más que un 20% del electorado – consiguiendo sus votos en primer lugar en Cataluña, el País Vasco y Galicia.
Hay que respetar la constitución porque es el marco democrático.
La constitución del 1978 justamente es el problema. Fue negociada y refrendada cuando el franquismo todavía controlaba España. La Transición fue fruto de un pacto de elites – por un lado los franquistas, por el otro la izquierda electoral reformista. Este pacto permitió la modernización de España sin tocar las continuidades de poder franquistas en la policía, el ejército, la Justicia y las grandes empresas. Se estableció una monarquía constitucional con amplias autonomías regionales. El Estado, sin embargo, se reservó un poder fáctico, manteniendo el derecho a suspender unilateralmente las autonomías. Una reforma federal o republicanas son impedidas por la Constitución. Además, el pacto de 1978 sigue garantizando la impunidad de los victimarios de la dictadura franquista. El único juicio contra militares españoles tuvo que ser impulsado por una jueza argentina en 2014.
¿Qué tienen los catalanes contra el rey? Su padre dio la democracia a España.
Esta interpretación tiene poco que ver con los hechos históricos. El rey Juan Carlos fue seleccionado por Franco quien lo mandó a estudiar en las escuelas elites de la dictadura. Además, el rey estaba al tanto de la conspiración franquista de 1981 cuyo objetivo inicial era quitar al primer ministro Adolfo Suárez e impedir más concesiones a las otras naciones históricas del Estado y a la izquierda política. Ya que Suárez había dimitido antes del golpe y el levantamiento militar finalmente tuvo un carácter bastante “hooligan“, el rey finalmente se desmarcó de él.
En síntesis, la casa real está lejos de ser el garante de la democracia. Representa, más bien, la continuidad de los poderes franquistas en el Estado.
La constitución fue apoyada activamente por la derecha catalana en 1978.
Sí, Convergència i Unió (tal como el PSOE y el PCE) apoyó el Pacto Constitucional de 1978. Pero el deseo de independencia y el descontento con la situación actual han sido articulados por la población, no por Convergència. Fueron plataformas ciudadanas locales las que pusieron la independencia en la agenda a partir de 2009, obligando los partidos catalanes a modificar sus posiciones. Se trató de un levantamiento contra el modelo del 78 y sus élites – la española, pero también en parte contra la catalana.
¿Para qué necesitamos un nuevo Estado en Europa? Queremos menos Estados nacionales.
Muchas de las reformas democráticas y sociales aprobadas por el parlamento catalán en los últimos seis años están siendo bloqueadas por el Estado central. Un total de 39 leyes progresistas han sido declaradas inconstitucionales. Por ejemplo, las leyes contra los desahucios, la pobreza energética y el fracking.
Además, se plantea la apertura de un proceso constituyente participativo tras la proclamación de la República catalana. Se ha acordado que los principios fundamentales de la nueva república serán debatidos en asambleas ciudadanas. Existe un plan para garantizar esta participación popular en el proceso constituyente. En ningún otro lugar de Europa existe una oferta comparable de participación democrática.
Pero al final, todo se trata de dinero. Los catalanes son mucho más ricos que el resto de España.
En este momento, la derecha catalana sobre todo corre el riesgo de sufrir importantes pérdidas financieras. Es probable que algunos de sus líderes vayan a la cárcel para mucho tiempo.
Además, Catalunya tampoco es tan próspera como se dice a menudo. Las tasas de desempleo se sitúan entre uno y dos por ciento por debajo de la media española, y el producto nacional bruto per cápita es inferior al de la Comunidad de Madrid. Sin embargo, es cierto que muchos catalanes se quejan de “pagar demasiado a Madrid“. Pero también hay que ver que el gobierno central utiliza las transferencias de un modo bastante clientelar. Los impuestos catalanes no se destinan por ejemplo a los trabajadores agrícolas andaluces. Es por esto que el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) es un aliado tan fiel del movimiento independentista catalán.
Posiblemente, es más acertado describir el conflicto económico al revés: el modelo económico de las élites españolas siempre ha tenido un carácter extractivista (y no productivo): se ha basado en la explotación de colonias, grandes latifundios y, más recientemente, en la especulación inmobiliaria. Una acumulación mediante desposesión diría David Harvey. Por eso, la pérdida del poder político representa una amenaza también económica tan grande para las élites del Estado central.
¿Para qué la independencia? La soberanía es imposible en el marco de la Unión
Europea de hoy.
Es cierto. Pero ¿una mayoría social más progresista será incapaz de imponer algunas políticas más progresistas en una nueva república? Evidentemente, la UE ejercería presión rápidamente. Pero hay algunos aspectos que, a pesar de la UE, serían inmediatamente perceptibles: por ejemplo, la retirada de la Guardia Civil y de la Justicia política española. Otras reformas – desde la protección de la vivienda hasta la persecución de los crímenes franquistas o la promoción de las cooperativas – serían perfectamente viables a pesar de la UE. Estas reformas cuentan con el apoyo de una mayoría social amplia en Cataluña y tienen poco que ver con el marco económico de la UE.
Pero todo esto fortalece el nacionalismo.
En Cataluña, “soberanía” se entiende hoy en día como sinónimo del derecho político y democrático de autogobierno de las y los ciudadanos. Los aspectos nacionalistas e identitarios son bastante marginales en el debate.
Sí, en la sociedad española, desde hace unas semanas, se está observando un fortalecimiento preocupante de los discursos nacionalistas. Pero ese debería ser un argumento para que los antifascistas en toda Europa se pronuncien firmemente – si no a favor de la independencia catalana, al menos en contra de la política y de la retórica del Estado español. El gobierno de Madrid y partes de la mayoría social española están coqueteando abiertamente con la violencia del franquismo. Nos recuerdan la posibilidad de aniquilar posiciones republicanas, izquierdistas o catalanas con la fuerza. Pero este nacionalismo reaccionario no nace ahora: siempre ha existido. Y es precisamente uno de los motivos porqué el movimiento independentista catalán se ha hecho tan fuerte.
El independentismo es dirigido por Convergència, la burguesía catalana y sus satélites.
No, el movimiento nació desde plataformas ciudadanas locales y, desde hace unos meses, ha ido cobrando fuerza gracias a una auto organización bastante popular en los barrios. Decenas de miles de personas han participado, por ejemplo, en la organización ilegal del referéndum y en la defensa de las mesas electorales. Esta participación masiva también está cambiando las clases medias catalanas (al menos temporalmente). Hoy en día, la derecha catalana defiende la inmigración, el multilingüismo, el proceso constituyente, la desobediencia civil y la ampliación de derechos sociales en una futura República. Esto manifiesta un cambio importante de hegemonía en la sociedad catalana y es gratificante que la burguesía también esté obligada a apoyar este proceso.
La izquierda federal se opone a una declaración de independencia.
Podem – Catalunya y una parte de Esquerra Unida i Alternativa están a favor de proclamar la república para luego impulsar una confederación de repúblicas. Los líderes de Izquierda Unida y Podemos en el Estado, en cambio, abogan por defender la unidad actual de España.
A mi modo de ver, los cálculos electorales influyen fuertemente en estos discursos. Cataluña y el País Vasco son las únicas regiones donde UnidosPodemos fue primera fuerza en las elecciones de 2016. UnidosPodemos quiere mantener a estos electores y no enfrentarse demasiado con el sentir nacional de la mayoría social española.
Pero, ¿realmente es de izquierda subordinar los procesos populares a los intereses electorales de los partidos políticos?
El riesgo de una declaración de independencia es demasiado alto. En España puede imponerse ahora la extrema derecha.
El riesgo existe. Pero es alto porque Europa, los liberales y la izquierda no se posicionan. La voluntad de autogobierno es siempre legítima, y la voluntad de autogobierno siempre provoca respuestas represivas. Sin embargo, es obvio que el movimiento catalán no busca ni la guerra civil ni las luchas callejeras. Se opone sin armas a un poder estatal. Se trata de un movimiento de masas que demanda el derecho a decidir (muchas cosas) y un Estado que quiere impedirlo por la fuerza.
Ni Rajoy ni Puigdemont.
¡Totalmente erróneo! El jefe de Gobierno español utiliza la represión contra la gente, el primer ministro catalán ha hecho posible que el pueblo vote y corre el riesgo de ir a la cárcel por ello. Aunque parezca extraño: actualmente no hay muchos líderes de la izquierda europea que estén dispuestos a arriesgarse tanto para construir una República más democrática.
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