En julio de 2024, el expresidente de El Salvador Mauricio Funes Cartagena, quien estaba protegido por la dictadura de Daniel Ortega en Nicaragua y falleció este martes, 21 de enero de 2025, según informó el gobierno de Managua, dedicó varios minutos a atacar el obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez.
El protegido y nacionalizado nicaragüense comparó al obispo Álvarez con monseñor Óscar Arnulfo Romero, el mártir salvadoreño asesinado el cuatro de marzo de 1980 por un escuadrón militar de ese entonces en aquel país.
Funes Cartagena dijo que a monseñor Romero «lo asesinó la derecha», mientras que el religioso nicaragüense «cometió delitos».
«Dicen que a monseñor Álvarez le pasó lo mismo que a monseñor Romero, no es cierto, porque monseñor Romero era un hombre comprometido con el pueblo, pero monseñor Álvarez está comprometido y coludido con los interés de la oposición de derecha», señaló el exmandatario de El Salvador, en un intento por ponerse a tono con la dictadura sandinista que le brindaba cobijo para que lograra eludir a la justicia de su país.
Funes dijo que si bien es cierto monseñor Romero fue acusado «de subversivo y de desestabilizador pero no lo sometieron a la justicia; su ejecución fue una ejecución sumaria y fue asesinado por la derecha, por los escuadrones de la muerte», mientras que justificó la detención del administrador apostólico de la Diócesis de Estelí, afirmando que sí fue acusado por la justicia orteguista, aunque no dijo que en realidad los juzgados de Ortega son un paredón de fusilamiento donde se condena a inocentes, solo porque se oponen a ese régimen.
Además afirmó que si monseñor Álvarez fuera asesinado, sería por «los escuadrones de la derecha escuadronera», en referencia a la oposición de nicaragüense.
«Monseñor Álvarez no solo ha sido parte de la derecha (…) sino que la Fiscalía presentó cargos porque estaba utilizando todo el aparato mediático que tenía bajo su responsabilidad en Matagalpa, cerca de cuatro o cinco radios para difundir mensajes de odio, de confrontación y ataques permanentes al gobierno», remarcó el prófugo de El salvador, quien habría muerto en un hospital de Managua, según se sabe extraoficialmente, por problemas renales y hepáticos.
Queriendo justificar el ataque contra el religioso, Funes refirió que no «hay problema» que el prelado «ataque» a la dictadura de Ortega, sino que supuestamente lo que cometió es «una apología del delito»
Tras esas declaraciones del protegido de Ortega, el sacerdote nicaragüense Edwing Román, exiliado en Estados Unidos, fustigó a Funes, a quien tildó de «delincuente salvadoreño, amparado por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo», y de quien dijo «ya debería estar enjuiciado en El Salvador».
La frase premonitoria de la Iglesia
Esta arremetida de Funes Cartagena contra uno de los líderes católicos nicaragüenses más queridos por los creyentes no es la primera.
A lo largo de estos años de crisis política, la dictadura sandinista ha emprendido una feroz persecución contra sacerdotes y obispos. Ortega y Murillo, directamente, han insultado a la jerarquía eclesiástica. «Satánicos», «hijos del demonio», «asesinos» y «golpistas».
Ortega incluso acusó a los obispos y al Papa Francisco de ser «una mafia», pero también ha encarcelado a decenas de sacerdotes, encarceló y desterró a cuatro obispos, ordenó confiscar bienes de la iglesia, cerrar centros de caridad administrados por órdenes religiosas, les congeló las cuentas bancarias, expulsó a monjas y clausuró ONG ligadas a las Diócesis del país y canceló más de una docena de medios de comunicación administrados por el clero.
Incluso, ha llegado al extremo de prohibir las procesiones y expresiones de fe, y sostiene un aparato de espionaje y vigilancia que husmea en las misas para mantener a raya a los sacerdotes.
En diciembre de 2018, durante una entrevista con un medio oficialista, el fallecido «comandante Cero» Edén Pastora amenazó a los obispos con una frase temeraria: «Las balas atraviesan sotanas».
Y en medio de esa oleada amenazante contra el catolicismo y sus líderes, el ahora obispo emérito monseñor Abelardo Mata, quien en ese entonces era el líder de la Diócesis de Estelí, denunció que ya había recibido amenazas de muerte directamente, que lo obligaron a reajustar su agenda pastoral. Pero también repitió la frase que la Iglesia ha pronunciado durante siglos como una premonición: «La Iglesia siempre ha visto pasar el féretro de sus perseguidores».
Edén Pastora murió pocos años después, en junio de 2022. Y Funes, murió seis meses después de sus ataques a monseñor Álvarez.