Un año de llantos, frustración y viajes fallidos al Sistema Penitenciario Jorge Navarro, conocido como La Modelo, sufrió un adolescente de 15 años antes de poder visitar por primera vez a su padre, preso político de la dictadura Ortega Murillo.
Familiares del adolescente, en entrevista con Artículo 66, relataron la tortura psicológica que significó esta separación forzada para el muchacho, al que las autoridades del Penal no le extendieron por más de un año un carnet que le permitiera ingresar a las visitas, pero tampoco lo dejaban ingresar como el menor de edad que es.
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El adolescente, explicaron los familiares, sufrió episodios de ansiedad, de cambios en su conducta, incluso frente a los mismos funcionarios del Penal a los que exaltado les cuestionaba el hecho de que no lo dejaran entrar a ver a su padre. Además, tenía crisis de llanto en las fechas especiales, como en los dos cumpleaños que no ha podido compartir con su padre, el Día del Padre, Navidad o Fin de Año, por lo que requirió al menos dos meses de terapia psicológica.
La Unidad de Defensa Jurídica, a través del informe «El impacto de la prisión política en los hijos e hijas de las personas presas políticas en Nicaragua», que divulgó esta semana, recogió las afectaciones que han pasado 37 menores de edad hijos de presos políticos, remarcando que estos se encuentran en «extrema vulnerabilidad».
#LoÚltimo 🚨 Desde la UDJ publicamos este lunes el informe "El impacto de la prisión política en los hijos e hijas de las personas presas políticas en Nicaragua". Graves afectaciones en la niñez, sobre todo emocionales.
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— Unidad de Defensa Jurídica (UDJ) Nicaragua (@NicaraguaUdj) August 19, 2024
«Se han encontrado afectaciones en todos los entornos de la vida de los niños, ya sea a nivel familiar, psicoemocional, social o económico», denuncian los defensores de la UDJ en el documento.
Además, señala que los hijos de los reos de conciencia «han sufrido violencia directa o indirecta por parte de agentes estatales, por ejemplo al presenciar la detención violenta de su progenitor, el allanamiento de su domicilio, el desalojo temporal de su domicilio, la confiscación de sus bienes, entre ellos juguetes» y la negación de visitas a sus progenitores.
La UDJ reveló que cinco de los 37 casos de menores hijos de presos políticos incluidos en el estudio «no han podido visitar» a sus progenitores detenidos «debido a que las autoridades se lo han negado» y otros 13 tampoco han podido verlos «por motivos personales».
Los familiares del adolescente que pasó más de un año sin ver a su padre explicaron que fue hasta este mes de agosto que las autoridades del penal autorizaron el ingreso del menor, quitando la traba de solicitud de carnet para los menores de 16 años, a los que además no se les extendía aunque llegaran junto a sus padres en reiteradas ocasiones, y solicitando ahora únicamente el acta de nacimiento.
Menores lloran diariamente la separación forzada
La dictadura Ortega Murillo mantiene a 147 personas encarceladas por motivos políticos, según los datos del Mecanismo para el Reconocimiento de Personas Presas Políticas, de los cuales, según el estudio de la UDJ, al menos 36 son padres o madres de 69 menores de edad.
Los defensores de derechos humanos resaltaron que «el grave impacto en la salud mental de esta niñez impulsada por la violencia y la separación familiar producto la prisión política» incluso quedó evidenciada en que «hay niños que lloran diariamente por la separación y violencia contra su papá o mamá, algunos han tenido que acudir al psicólogo, e, incluso hay niños que han incurrido en la drogadicción o pensamientos suicidas como forma de expresar su sufrimiento».
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El estudio determinó que al menos 25 de los 37 menores (67.57%) «suelen llorar constantemente por todo lo relacionado a la detención arbitraria de sus progenitores, y 3 (8.11%) han tenido pensamientos suicidas a raíz de esta situación». Además, revela que 16 de los 37 menores «han requerido atención psicológica o psiquiátrica por los daños a su salud mental ocasionados por la situación de injusticia».
Los menores que sí han podido visitar a sus padres, según el estudio, también han sufrido malos tratos de las autoridades penitenciarias. 19 de los 37 menores, revela el informe, «han sido sometidos, al menos una vez, a largas horas de espera en el penal antes de permitirles verlos, y la mayoría de ellos lloran desconsoladamente al despedirse en las visitas. Incluso, uno ha llegado a agarrarle el pelo a su madre para no dejarla».
Familiares consultados por Artículo 66 también mencionaron que los menores son requisados en el penal como si fueran adultos. Los hacen quitarse zapatos, algunas prendas de ropa, a los que usan pañales desechables se los quitan para revisarlos, los hacen abrir boca, piernas, les revisan el pelo, causando que algunos de los niños expresen que no quieren volver a ese lugar, donde los «tocan» personas extrañas.