La vicedictadora de Nicaragua, Rosario Murillo, vociferó con odio contra los sacerdotes de la Iglesia católica y los opositores que han sido desterrados u obligados al exilio, llamándolos «desechos de la historia», satánicos y demonios, tras conocerse el informe del Grupo de Expertos en Derechos Humanos (GHREN) de la ONU que señala a la pareja presidencial como principales instigadores del odio contra la religión y perpetradores de crímenes de lesa humanidad contra la iglesia.
En su monólogo diario, de este 25 de julio, a través de sus medios propagandísticos, Murillo reaccionó atacando con virulencia a los que llamó satánicos, demonios y diabólicos que «no tienen cabida en Nicaragua», en alusión directa a los religiosos católicos y opositores que han sido desterrados, desnacionalizados, confiscados u obligados al exilio.
En su discurso de odio contra los religiosos y los que le adversan políticamente, la vicedictadora se declaró predestinada por Dios para, según ella, «vencer y seguir venciendo» a los que se han opuesto a su dictadura.
Noticia relacionada: Daniel Ortega y Rosario Murillo cometen crímenes de lesa humanidad contra la iglesia, dicen Expertos de la ONU
En una contradicción de conceptos, la vocera gubernamental aseguró que su gobierno triunfa «basado en la paz, en la concordia, en el cariño, en la hermandad que como buenos cristianos promovemos todos los días».
Y acto seguido pasó a sus arremetidas, asegurando que «otros son los cargados de odio, otros son los que no tienen cabida en esta patria cristiana, otros son los que no pertenecen a estos caminos porque no quieren pertenecer a caminos de bien, porque las agendas que les inspiran, que elaboran, y que desarrollan son agenda de odio, de maldad, de malignidad».
El informe informe del GHREN, que Murillo pretende desvirtuar, detalla los crímenes cometidos por la dictadura contra el cristianismo en Nicaragua y afirma de manera directa que los principales perpetradores de los crímenes de lesa humanidad contra la religión son «el presidente y la vicepresidente» de Nicaragua.
Para la vicedictadora, esos señalamientos son resultado de lo que llamó «espantosas declaraciones vergonzosas», refiriéndose a los testimonios y denuncias sobre tratos crueles, inhumanos y degradantes que han hecho los prisioneros políticos y religiosos excarcelados a quienes acusó de diseñar y ejecutar «agendas diabólicas».
Noticia relacionada: Represión de Ortega alcanza a líderes católicos, evangélicos y Testigos de Jehová, según informe de la ONU
«Aquí no tiene cabida el odio, aquí va de retro satánicos y Satanás, atrás atrás atrás atrás», dijo la segunda al mando de la dictadura, como que si tal estuviera invocando a sus espíritus esotéricos.
Murillo exaltó los crímenes cometidos por su régimen al asegurar que han vencido a sus adversarios «con hermandad, sentido de familia y comunidad, los hemos vencido como hemos vencido el odio, la maldad, la malignidad los hemos vencido sobre todo pensando siempre que aquí, en primer lugar no se rinde nadie porque tenemos la fuerza que Dios nos da», sin decir, por supuesto que su forma de vencer ha sido a punta de balas y asesinando a quien se le opone.
«En ese sentido de comunidad cristiana, socialista y solidaria, los hemos vencido, y seguimos venciendo (a) los desechos de la historia. Nosotros estamos haciendo historia, otros son desechos de la historia, desperdicio, que aquí no tienen ningún lugar, porque con odio nunca más, y por eso tanto que agradecemos al Dios de todos los triunfos porque nos ha dado la fuerza, la fuerza de espíritu para vencer el mal y poner el bien», dijo Murillo declarándose predestinada para asesinar, encarcelar, desterrar y confiscar a nicaragüenses en nombre de Dios.
Para reforzar su supuesta predestinación divina y como la muestra más burda de contradicción, Murillo dijo que «hay quienes sirven al diablo y hay quienes caminamos con Dios adelante, Dios que nos manda, a Cristo Jesús que nos manda a querernos y amarnos como prójimo unos a otros».
La paz y el amor al prójimo de la que habla Murillo ha dejado más de 355 opositores asesinados y varios miles de heridos a manos de la Policía y fuerzas paramilitares subordinadas al FSLN, además, decenas de miles de exiliados, más de 300 desnacionalizados, confiscaciones, y guerra abierta contra la Iglesia cristiana.